En Castel Maggiore, en el interior de la provincia de Bolonia, se encuentra una empresa que ha industrializado de forma artesanal los servicios de suministro para las empresas. Soluciones valiosas estudiadas a la medida con materias primas de calidad. Esta es la historia de Tecnotelai. Para FARE Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Silvia Mazzolini, propietaria de Tecnotelai.
de Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
De una cosa nace otra. Es verdad que es una frase hecha, pero es lo que muchas veces hemos pensado leyendo estas extraordinarias historias empresariales. Muchas veces y ahora también. Porque la historia que os voy a contar es la historia de un hombre ecléctico que hoy definiríamos como un «startupper». Un hombre ambicioso, un hombre genial. Todo comenzó con cien millones de las antiguas liras pedidas como préstamo a diez bancos distintos y con una nave comprada para crear una empresa. La suya. Este hombre se llama Daniele Mazzolini, de inteligencia refinada y con muchas ganas de trabajar. Y es que realmente ha hecho de todo en la vida. Desde lavar coches hasta entrar en la empresa, desde trabajar como representante de Perugina hasta ser músico en una banda. Pero el objetivo de papá Daniele siempre ha sido uno. Dar el máximo por su familia, por su mujer y la hija que iban a tener. «Para nosotras, papá construyó un imperio. Por esta razón, a pesar de haber estudiado Arquitectura, asumí su gestión. Papá quería vender el negocio, pero le dije que yo me ocuparía personalmente. Es una forma de devolverle todo lo que ha hecho por mí», cuenta Silvia Mazzolini, que entró en la empresa en 2009. Ella fue la encargada de digitalizar Tecnotelai y de abrir el departamento de investigación y desarrollo. Y de algo más. De apostar por el marketing con una dimensión internacional. De hecho, puso en práctica su creatividad con un producto de alto valor añadido. Tomó las empresas de excelencia de la industria del vidrio y desarrolló la fórmula de los 18 pasos, es decir, 18 procesos para una única placa decorada gracias al apoyo de las empresas de la Emilia-Romaña. Desde el corte hasta el moldeado, desde las impresiones hasta la aplicación del pan de oro y el más mínimo acabado. Así nace una idea única. No es casualidad que la nueva marca de Tecnotelai se llame así: Unica. «Unica es una marca destinada al arte de decorar, que pone el foco de su actividad en la elaboración artística del vidrio y del metal. El vidrio, protagonista indiscutible de nuestras colecciones, se transforma gracias a la elaboración artística y a su combinación con metales nobles como el oro, la plata, el cobre y otros materiales preciosos. De la fusión de todos estos procesos surge un producto único capaz de suscitar emociones en aquellas personas que cuentan con él en sus espacios», precisa Silvia Mazzolini.
Pasado y presente. Pero demos un salto atrás en el tiempo. Tecnotelai nace en 1969 en Castel Maggiore, localidad de casi veinte mil habitantes situada en el área metropolitana de Bolonia. En la actualidad trabajan 36 empleados para un volumen de negocio de 11 millones de euros y con un crecimiento del 20 % cada año. La empresa familiar, que ha llegado a la segunda generación, tiene su actividad en el sector de la decoración industrial con un servicio de asistencia preventa y posventa de alta eficiencia destinado a la satisfacción continua del cliente. Los clientes son empresas de todos los tamaños, de utensilios y herramientas. La intuición hunde sus raíces en el tejido industrial boloñés del sector de la producción metalmecánica. Porque Tecnotelai produce un carro con repisas, un objeto sencillo pero al mismo tiempo indispensable para el transporte de materiales y productos dentro del mercado hortofrutícola. La misma pasión que llevó a la producción de ese producto, aún hoy en su catálogo, hizo que con el tiempo se trabajase en productos de decoración con más de 3000 referencias, disponibles en el almacén para su entrega rápida. Productos unidos entre sí por la característica de la producción italiana. Adaptados para el equipamiento de todo tipo de actividades laborales, prestando una atención particular a las áreas de almacenamiento. Así nacieron las mesas, escritorios, elaboraciones con pan de oro combinado con vidrio, ambientes personalizados para alcanzar la excelencia. «He retomado lo que estudié, que es mi verdadera pasión, casi una vocación. Nos basamos en el valor añadido de las personas y en un producto local. Qué orgullo supone ganar varios premios internacionales», cuenta Mazzolini. Sin embargo, la verdadera intuición que llevó a Tecnotelai a convertirse en líder del sector fue la decisión de invertir en el almacén: un stock de tres meses de todos los productos del catálogo permite una entrega rápida a todos los clientes, un servicio que nadie ofrecía hace cincuenta años.
Relaciones híbridas. «Hoy, la relación con nuestros clientes es híbrida. Utilizamos diferentes herramientas digitales: un chat en tiempo real, un comercio electrónico para gestionar de forma autónoma las ofertas y enviar los pedidos, todo ello con la asistencia de un sitio en continua actualización y de unas redes sociales constantemente actualizadas. Pero lo más importante de la filosofía de nuestra empresa es la relación humana, con un equipo de comerciales en la zona y de asistencia siempre disponibles para los clientes. La diferencia la marcan las personas y no se puede ofrecer un servicio eficaz a la clientela sin las relaciones humanas. Nuestro compromiso gira en torno al respeto por el medio ambiente, uno de los aspectos principales que distinguen al trabajo de la empresa», cuenta Silvia Mazzolini. Tradición y contemporaneidad. Con una cadena de abastecimiento contemporánea y conectada: una inversión importante formada por la reestructuración de todo el departamento de almacén y logística, gracias a la implementación del Warehouse Management System utilizado para controlar, coordinar y optimizar los movimientos, los procesos y las fases operativas que se llevan a cabo dentro del almacén. La logística está digitalizada y es ecológica: aquí trabajan mensajeros, transportistas y expedidores junto a un personal especializado de operadores de logística. «Pero todos los avances tecnológicos y estructurales se siguen basando en la ética y los valores humanos, que son elementos imprescindibles», recuerda Mazzolini. Lo más importante son las personas, que marcan la diferencia.
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