En un campus tecnológicamente
avanzado en San Pietro in Casale, en la provincia de Bolonia, hay una joya de
empresa que ayuda a otras empresas a mejorar sus procesos, servicios y
rendimiento. Esta es la historia de Centro Software, nacida para acompañar a las
pequeñas y medianas empresas en el proceso de digitalización. Para FARE
INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Lorenzo Battaglini, director ejecutivo
de Centro Software
de Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Llegar antes que los demás y marcar la diferencia. En el fondo,
esta es la receta del éxito de los pioneros, es decir, de aquellos innovadores
que emprenden caminos inexplorados para ir más lejos. Es cierto que hacen falta
competencias verticales y transversales, entrega extrema, coraje de sobra y un
equipo que marque la diferencia. Estos ingredientes se dan en la historia que
vamos a contar. Todo comenzó con dos emilianos que iniciaron su carrera a
comienzos de los años ochenta en una de las empresas italianas más
evolucionadas de aquel momento. Una de las pocas que exportaba tecnología a
Japón y a los Estados Unidos. Eran los años de la introducción de los
ordenadores, una auténtica revolución, probablemente más aún que Internet. En
aquella época, la cultura digital era cero y solo empezaba a difundirse entre
los grandes, pero no estaba vinculada a los modelos de organización del
trabajo. En ese momento se les ocurrió una intuición brillante: crear un
programa de gestión con los conceptos organizativos y funcionales que hasta ese
momento eran prerrogativa exclusiva de las grandes empresas, mientras que en
Italia el tejido productivo está compuesto en un 98 % de pequeñas y
medianas empresas.
Desde Emilia-Romaña a todo el
mundo. Así nació Centro Software en 1988 y que hoy, considerando también el aporte de los socios,
cuenta con más de 300 empleados, entre técnicos y asesores de aplicaciones, en
toda Italia. Objetivo: mejorar el control y la gestión de los
procesos empresariales. Hoy, la empresa emiliana desarrolla soluciones
digitales para la gestión de las empresas, entre ellas los ERP multilingües más
completos, más integrados y más avanzados de Italia, utilizados por más de 3000
clientes en todo el mundo. De esta forma, los ERP (acrónimo de Enterprise Resource Planning, es decir,
software de gestión empresarial) aterrizan hoy en Alemania, Francia, España,
Inglaterra, América, China, Polonia, Rumanía y Brasil. Y traspasan las
fronteras gracias a las herramientas de inteligencia artificial. Los ERP
aprovechan, naturalmente, las últimas tecnologías desarrolladas, pero el diseño
y el desarrollo del software y de sus componentes y funciones es totalmente
made in Italy. Nos encontramos en San Pietro in Casale, localidad de doce mil
habitantes de la provincia de Bolonia. Aquí, en once mil metros cuadrados nace
un campus que se abre al mundo entero. «Tenemos la ambición de crear cada vez
más un lugar donde no solo se lleven a cabo nuestros proyectos de investigación
y desarrollo, sino también donde nuestros valores se expresen plásticamente.
Queremos asegurarnos de que cada uno de nosotros esté en las condiciones de
amar su propio trabajo, de sentirse involucrado emotiva y creativamente, así
como sentirse a salvo», afirma Lorenzo Battaglini, director ejecutivo de Centro
Software.
Capital humano y tecnológico. Primero las
personas, después las tecnologías. Pero el capital humano y el tecnológico
tienen éxito juntos al ofrecer valor a los clientes conectando los procesos de
una empresa. Porque la tecnología sin las personas no es nada. Y porque la
inteligencia artificial no existe si está asociada a la función de las
personas. «Gracias a nuestra visión holística, cuando comenzamos con un cliente
nuevo casi siempre nos encontramos con una empresa organizada en silos, es decir, en
compartimentos estancos, donde los departamentos y
las divisiones compiten entre sí para conquistar el mercado. El motivo es casi
siempre la falta de información: si lo hubiera sabido, habría hecho; si me
hubieras dicho, hubiera actuado de forma distinta... Y en este caso la víctima es
siempre el cliente final. Nuestro ERP se convierte en la espina dorsal
informativa de la empresa: de esta forma unimos los puntos y no hay mayor
satisfacción que constatar, cuando terminamos nuestro trabajo, que las cosas
han cambiado bastante», precisa Battaglini. En el centro de esta revolución
están las pequeñas y medianas empresas, que representan el tesoro industrial
del sistema en Italia. «Se dice que pequeño no es sinónimo de sencillez y así
es precisamente. La mayoría de nuestras pymes
pertenecen a cadenas de abastecimiento nacionales e internacionales, en las que
ya no se produce un solo producto, sino que se pide un «producto-servicio»:
quien compra un tornillo pretende recibir también su gemelo digital, es decir,
el elemento para introducir en el CAD que les permita simular, además de la ya
banal reproducción dimensional, las características físicas. La síntesis es que
para las pymes no existe un plan B con respecto a la digitalización progresiva
de todos los procesos», dice Battaglini. De esta forma, la adopción de la
tecnología se convierte también en un motor para atraer a los talentos de la
nueva generación. La generación Z y los millenials son el futuro próximo y en
cierta medida son ya el presente de nuestras empresas. Conciben el trabajo de una
forma distinta en comparación con sus padres, están muy familiarizados con la
tecnología y, por tanto, no podemos proponerles modelos organizativos e
instrumentales del milenio pasado. Las empresas que no han emprendido el camino
de la digitalización no podrán retener a estas personas durante mucho tiempo»,
concluye Battaglini. Una vez más, el partido de las mejores empresas del campo
se juega con la atracción de las personas.
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