Casi tres mil empleados repartidos por el
mundo, 1200 patentes realizadas por más de 500 ingenieros y una inversión en
I+D de entre el 10 y el 12 % de su volumen de negocio. «La labor de
investigación es central, pero la tecnología no es un fin en sí misma y hay que
desarrollarla en función de las necesidades de los clientes. Las soluciones,
aun cubiertas por las patentes, pueden ser copiadas; las personas, en cambio,
son siempre el valor más importante». Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti
entrevista a Valentina Volta, directora ejecutiva de Datalogic
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Si hubiera nacido hoy, diríamos que se
trata de una “empresa emergente”. Más aún: una “empresa gacela”, por su
capacidad de innovar, internacionalizar y de crecer en volumen de negocio e
interés. Sin embargo, esta historia empieza en el extrarradio de Bolonia en el
lejano 1972. Una historia que arranca en la Universidad de Bolonia y logra dar
la vuelta al mundo entero, cambiando, de hecho, el mercado por doquier. Se
trata de Datalogic, empresa surgida justo en aquellos tumultuosos años de la
década de los 70, marcados por la crisis económica mundial, los bloques
configurados con la guerra fría, el caso Watergate en los Estados Unidos y los
años de plomo en Italia. Pero mientras el mundo vivía esta fase de protesta,
había quien trabajaba para hacer propuestas. Estudiar, experimentar, incluso
equivocarse, para volverlo a intentar e al final conseguirlo. A fin de cuentas,
es esta la receta de la innovación, con esas coincidencias que favorecen a los
que osan. «Datalogic fue creada para
satisfacer las exigencias de las empresas de embalaje en cuanto al control
mecánico basado en sensores óptico-electrónicos. Mi padre puso en marcha esta
actividad empresarial desde la nada. En el fondo, fue una coincidencia que
dichas empresas interpelaran a la universidad con el fin de hallar soluciones
electrónicas para sus máquinas. El profesor propuso trabajar en ello a mi
padre, que por entonces estaba de asistente universitario. Y él aceptó el reto.
En aquella época, el enfoque en la universidad era muy teórico; lo que mi padre
hizo fue algo revolucionario. En 2022, celebraremos el cincuenta aniversario de
nuestra fundación. Somos una empresa cuyo fundamento es la innovación», cuenta
Valentina Volta, desde 2017 directora ejecutiva de Datalogic, líder en el mundo
de los lectores de códigos de barras, inventados cincuenta años antes por su
padre Romano.
El ingeniero emergente. Pero
vayamos por partes y, antes de llegar a nuestros días, volvamos precisamente a
aquella intuición del ingeniero Volta, fruto de mucho estudio. Su garaje (por
retomar una imagen apreciada en la mitología estadounidense de la innovación)
era un local en la rectoría de la parroquia de San Miguel Arcángel, en Quarto
Inferiore, una pedanía de dos mil almas del municipio de Granarolo dell’Emilia,
en la provincia de Bolonia. Una idea surgida con el fin de innovar el sector
del embalaje mundial, pues en esta parte de la región de Emilia, conocida como
el packaging valley, es donde tienen
su sede la mayoría de las empresas líderes en envasado y empaquetado a nivel
internacional. Volta creó un primer dispositivo llamado Color Mark Reader para
detectar leves diferencias de contraste en el material de embalaje, aún
instalado hoy en todas las empaquetadoras. Pero la innovación disruptiva fue la
capacidad de combinar la óptica y la electrónica, que de los sensores llevó a
la fabricación de los primeros lectores de códigos de barras. Gracias a la
rápida internacionalización de la empresa, el ing. Volta entró en contacto con
esta tecnología en los Estados Unidos a mediados de los años 70 e intuyó
enseguida su gran potencial, empezando a desarrollar los primeros lectores para
uso industrial de Europa. Puesta a punto
a nivel embrionario por dos profesores universitarios estadounidenses en 1948,
la tecnología de la lectura de códigos de barras para la identificación de los
productos tuvo, de hecho, su primera implementación práctica en 1974, en
Estados Unidos, concretamente en un supermercado de Troy (Ohio), e hizo
historia. Hoy día, aquel primer escáner de mostrador se halla expuesto en el
Museo de Historia Americana de Washington y, gracias a una importante
adquisición, forma parte de la historia de Datalogic desde 2005. «Mi padre, que tenía un enfoque
práctico y una gran capacidad manual, adquirida cuando cursaba el instituto
técnico, empezó a probar estos productos conforme se solicitaba y, una vez que
dejó la universidad, se puso a trabajar por cuenta propia: desarrollaba,
fabricaba y vendía en varios sectores de Alemania y del resto de Europa. Por
aquel entonces, el de mi padre era un negocio arriesgado. No había
financiadores. Para poder pagar a los proveedores había que esperar a cobrar a
los clientes. Pues bien, la empresa sigue siendo hoy esa entidad visionaria y
emprendedora de sus inicios. Nuestras raíces y nuestros valores no han
cambiado, porque hemos mantenido ese espíritu pionero del comienzo. Mi padre es
el presidente ejecutivo y todavía nos ayuda en la toma de decisiones
estratégicas», cuenta Valentina Volta. Y pensar que al principio estaba solo
él, el ingeniero emprendedor, mientras que hoy Datalogic cuenta con 2800
personas en plantilla, repartidas en un 55 % en Europa, un 20 % en América y el
resto en Asia: cifras relevantes, pues en Vietnam se halla una importante
planta de producción. Luego está el ejército de competencias que constituyen
los más de 500 ingenieros e ingenieras. Entre sus clientes se cuentan las
mayores empresas del mundo, hasta el 40 % de las 500 incluidas en la
clasificación de Fortune, de entre
las más grandes. La evolución ha llevado luego a la cotización en el segmento
estrella de la Bolsa de Milán en 2001.
El nuevo identification
valley. «Para nosotros hoy el
mercado en el que trabajamos es el del identification
valley. Un campo único e innovador relacionado con las operaciones de
identificación. Hoy los principales competidores de Datalogic, relacionados con
el sector de los fabricantes de lectores de códigos de barras, son americanos»,
precisa Volta. Datalogic se enmarca en este contexto en movimiento: una empresa
especializada en el diseño y fabricación de lectores de códigos de barras,
sistemas de detección e identificación por radiofrecuencia, sensores de
detección y medición y otros aparatos electrónicos. Están los lectores manuales
de mostrador, los lectores móviles, los industriales, los empleados en la venta
al detalle, en las fábricas, en los aeropuertos, en los centros de logística,
en la manufactura y en los hospitales. Ahora es el momento de la recuperación,
tras el paréntesis del año pasado en plena pandemia: en los primeros seis meses
del 2021 se registró un volumen de ventas de 300 millones de euros, con un
crecimiento oscilante del +31 %, un EBITDA de 47 millones de euros (16 % del
volumen de ventas) y un beneficio neto de 23,5 millones de euros. Luego están
las tendencias en los pedidos, que han experimentado un crecimiento de dos
cifras percentiles, volviendo a los niveles de 2019. Una empresa innovadora y
tecnológica. Hoy Datalogic cuenta con más de 1200 patentes que forman parte del
capital social y tienen un gran valor, puesto que constituyen una ventaja
competitiva respecto a las demás empresas del sector y son el fruto de la
actividad inventiva de 500 ingenieras e ingenieros comprometidos con la labor
de investigación y desarrollo en todo el mundo, tanto en las dos plantas de
Bolonia como en las estadounidenses de Oregon y Pennsylvania. «En 2016, invertimos un 9 % en I+D; hoy
estamos entre un 10 y un 12 % del volumen de negocio. Porque el conocimiento es
valor todavía hoy. La investigación lo es todo, la innovación es central.
Nuestros clientes se esperan siempre una novedad y cumplir con ello es para
nosotros un mantra. Tenemos un indicador que mide su satisfacción, la calidad
de nuestra oferta en términos técnicos: se trata del Net Promoter Score, un
sistema de medición que nos permite estar siempre a la escucha de nuestros
clientes. Después de todo, el futuro es un camino que se anda juntos», recuerda
Volta.
Del
territorio de Bolonia al mundo entero. La sede central se encuentra en Lippo, pedanía de
Calderara di Reno, en la provincia de Bolonia, pero las plantas de producción y
los centros de reparación se hallan repartidos por Italia, Estados Unidos,
Hungría, Eslovaquia y Vietnam, es decir: raíces ancladas en Emilia y capacidad
de escalar los mercados con una receta glocal de éxito. «El secreto es pensar en grande. En América hemos adquirido una
presencia significativa apostando por las adquisiciones y por el desarrollo
profesional de las personas, las cuales han aportado ideas, valores y cultura.
Hoy casi la mitad de nuestra mano de obra está fuera de Europa. Somos una única
gran empresa que se extiende desde nuestra sede central a todas las sucursales
en el extranjero». ¿Y el futuro? Para Valentina Volta, sigue siempre la
dirección que le marca el cliente. «Es
necesario considerar el cliente como una brújula para saber qué dirección
tomar. Como empresa de alta tecnología, a veces permanecemos demasiado
centrados en nuestros propios productos tecnológicos, pero la tecnología no es
un fin en sí misma, sino que debe ser desarrollada en función de las
necesidades de los clientes. Las soluciones, aun cubiertas por las patentes,
pueden ser copiadas; las personas, en cambio, son siempre el valor más
importante. En comparación con épocas pasadas, hoy pensamos cada vez más en
cómo ayudar a nuestros talentos a desarrollarse, ofreciéndoles oportunidades
para crecer profesionalmente, y en fomentar la sostenibilidad dentro de nuestro
grupo. Al igual que en años pasados, nuestras personas siguen marcando la
diferencia», precisa Volta. Las exigencias de los clientes cambian: antes hacía
falta un dispositivo para leer el código de barras, hoy disponemos de
soluciones más avanzadas, como en los puntos de pago de los supermercados,
gracias a la introducción de la inteligencia artificial para individuar los
productos que quedan en el carro de compra. «Hoy estamos trabajando en la próxima generación de lectores con
soluciones innovadoras capaces de ofrecer el reconocimiento de los productos
mediante sistemas de visión. Los nuevos dispositivos de lectura y las
computadoras móviles se recargan sin necesidad de contacto, gracias al sistema
inalámbrico de recarga. Para una computadora móvil, que es como un teléfono
inteligente y trabaja con el sistema operativo Android, hemos firmado acuerdos
con Google», dice Volta. Exactamente igual que con aquel pionero y visionario
código de barras pensado hace cincuenta años, el futuro es sin duda algo que
hay descodificar juntos.
https://podcast.confindustriaemilia.it/
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