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FARE INSIEME - Ep. 19 - Casoni, esa pasión de familia por los licores y los destilados

«Mantenemos un equilibrio entre tradición e innovación. Y no nos rendimos jamás. Así es como hemos recuperado esta joya»

11/01/2022

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De un pequeño taller de producción de licores y destilados artesanales a una marca exportada en todo el mundo. Desde Finale Emilia, en la provincia de Módena, la receta para mantener un carácter histórico a la vez que contemporáneo. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Paolo Molinari, director ejecutivo de Casoni
 

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

Más de dos siglos de historia y aún sentirse jóvenes. En el fondo, la receta de este elixir de larga vida reside en una mezcla de ingredientes: está la labor de investigación, que no se ha detenido nunca; está la comunidad, que siempre ha apoyado a esta empresa, y está la ambición, que ha permitido escalar los mercados. Así es como un pequeño taller de producción de licores y destilados artesanales, especializado en el licor de anís, ha conseguido innovar sin tener que renunciar a su historia. «Asumimos que la nuestra es una larga tradición familiar, que pusieron en marcha en 1814 dos hermanos en un pequeño local en el centro de Finale Emilia. Ahora hemos llegado a la séptima generación. Lo que hemos heredado es la pasión de familia por nuestro trabajo y los fuertes lazos que nos unen con el territorio.  Luego se pasa por un proceso de evolución, un camino hacia la innovación unido a la transformación de los gustos y las tendencias que los distintos mercados experimentan», afirma Paolo Molinari, director ejecutivo de Casoni, una de las más antiguas destilerías y fábricas de  licores de Italia. Un carácter histórico y contemporáneo, en un equilibrio ganador. «Desde nuestros comienzos, el proceso de producción ha experimentado evoluciones positivas con certificados de calidad y un notable cuidado de la cadena de producción y abastecimiento», precisa Molinari. Pero lo que también puede leerse entre las líneas de esta larga historia es la revancha. Porque la empresa fue adquirida de nuevo por la familia en 2016, tras diez años en manos de una multinacional. «Para nosotros fue como retomar un camino que se había interrumpido en 2007, cuando mi tío cedió la empresa. Han pasado muchas cosas desde entonces y ha llegado la hora del desquite, porque nos hemos reapropiado de una identidad, volviendo a adueñarnos de esta joya, y concluiremos este año con un +16% respecto al año anterior, un volumen de negocio previsto de alrededor de 39 millones de euro y, por tanto, con una tendencia sumamente positiva», precisa Molinari. Sigamos con las cifras: hoy Casoni cuenta con sesenta empelados en la planta de Finale Emilia, mientras que en su controlada eslovaca, activa nada menos que desde hace veinticinco años, trabajan casi treinta personas. Pero volvamos a Finale Emilia, un pueblo de quince mil almas al este de Módena. «En un pueblo tan pequeño y unido, las vicisitudes de la empresa las han vivido con gran afección. Esta recuperación es, pues, señal de la viva pasión de una comunidad», dice Molinari.  

De Finale Emilia al resto del mundo.
Una empresa que corre rápido. Mario Casoni, quinta de 1939, fue un piloto capaz de marcar cincuenta años de historia de automovilismo italiano, pero también fue un referente entre los empresarios italianos: fue él quien llevó la destilería familiar a su éxito internacional. Fue el punto de inflexión, por la gran intuición que tubo de encaminar la empresa hacia el modelo industrial sin que esta perdiera su espíritu artesanal, ligándose en la práctica a la gran distribución y, con el paso del tiempo, a los mercados internacionales. «Un precursor de esta época: alrededor de mediados de los 80, en una fase histórica en la que se pensaba poco en la internacionalización y en las nuevas formas de escalabilidad de empresa, lanzábamos una sociedad participada en Rusia y China», precisa Molinari. Dada la época, se iba a tientas, pero se intuía la capacidad de crecimiento. Aquellas intuiciones empresariales pioneras de abrirse al extranjero y a los mercados en los que los productos podían tener salidas comerciales considerables, dejaron huella.  A día de hoy, para Casoni Alemania es el mercado de referencia, ahí los productos italianos son muy apreciados, especialmente los ofrecidos por esta destilería. «Al fin y al cabo, aunque somos una fábrica de licores, ofrecemos un producto italiano que lleva nuestra firma. Todo lo que vendemos tiene un toque nuestro: el amaretto, el sambuca y el limoncello que exportamos con éxito a los Estados Unidos, Inglaterra, Tailandia e incluso Filipinas. Recientemente, hemos empezado también en Nueva Zelanda, así como en Bolivia y el Cuerno de África. Entre los productos históricos, está el anicione Casoni, el anís símbolo de la destilería. Es el licor de Finale Emilia. Después de todo, nos encontramos justo en el corazón de la licorería europea: cuando nuestra empresa fue fundada, había 17 destilerías, en la época en la que el anís era el destilado por excelencia. Antiguamente, hace más de cien años, se desayunaba con una copita de anís y un trozo de un hojaldre llamado Torta degli Ebrei (pastel de los judíos) que te daba energía», recuerda Molinari.  

Entre pasado y futuro.
Luego está la labor de investigación ligada a la personalización de la oferta. «Es un proceso de descubrimiento que hemos puesto en marcha junto a grandes alquimistas y expertos del sector, incluso de fama internacional. Me refiero a los conocidos bármanes Marian Beke y Daniele Dalla Pola, así como al innovador de la licorería italiana Baldo Baldinini. La brújula con la que adentrarnos en nuevos caminos sigue siendo nuestro territorio, con sus excelencias, sus sabores, su cultura. Aquí hemos experimentado también algunas propuestas ligando el vinagre balsámico a otros elementos como los frutos del bosque e los higos. Una reinterpretación del sotobosque», cuenta Molinari. La labor de investigación se centra en los temas contemporáneos relacionados con la sostenibilidad. Casoni ha recibido el Premio a la Sostenibilidad otorgado por Credit Suisse: clasificada con la mayor puntuación en la categoría de medioambiente, entre las empresas candidatas con un volumen de negocio inferior a 250 millones, Casoni destaca en el tema de la sostenibilidad medioambiental.  
No es casualidad que, en Casoni, el porcentaje de reciclado llegue casi a rozar el 98 %. Afrontar los retos del futuro capitalizando las valiosas páginas del pasado: en el fondo, es esta la receta de la excelencia.

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