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FARE INSIEME - Ep. 22 - Catta27, los emprendedores del helado industrial

«Os contamos la revolución que hemos hecho en el mundo»

27/01/2022

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En el packaging valley de Bolonia nace esta empresa que hoy cuenta con unas cincuenta personas, entre empleados y colaboradores, registra una facturación de 10 millones de euros y exporta el 75 %. «Nuestra fuerza ha sido la capacidad de cubrir toda la gama de servicios». Para FARE, Giampaolo Colletti entrevista a Giuliano y Alessia Cocchi, presidente fundador y directora ejecutiva, respectivamente, de Catta27
 

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

El helado en el mundo tiene una firma totalmente italiana. O mejor dicho, emiliana. Porque precisamente en el hinterland boloñés nació un proceso que ha redefinido el consumo, ampliado los mercados, expandido la estacionalidad, creado desde cero una nueva generación de consumidores que han contribuido a redefinir modos, ritos, mitos. Una revolución que con el paso de las décadas, sobre todo desde los años 80, ha afectado a los mercados mundiales gracias a las maquinarias innovadoras de Catta27. Esta empresa especializada en la producción de sistemas para el helado nace en el corazón del packaging valley y su sede central se encuentra en Zola Predosa, municipio de veinte mil habitantes del área metropolitana boloñesa. Sin embargo, exporta a todo el mundo: desde Estados Unidos a Japón, desde Finlandia a Sudáfrica. La historia de Catta27 está hecha de ideas geniales, innovaciones generales, método y análisis. Mirar más allá, partiendo de un mito, el helado. «Partimos de cero y, por consiguiente, fuimos los emprendedores del helado. Pasamos de lo artesanal, con sus pequeñas cantidades de productos finales. Hoy en día se producen treinta mil litros de helado por hora. Teniendo siempre bajo control lo que es el helado artesanal», afirman Giuliano y Alessia Cocchi, presidente fundador y directora ejecutiva de Catta27, respectivamente.  

La historia del helado.
La empresa, que hoy cuenta con unas cincuenta personas, entre empleados y colaboradores, registra una facturación de 10 millones de euros y exporta el 75 % al extranjero, inició su andadura hace casi un siglo, en el lejano 1927. En aquel entonces se llamaba Cattabriga 1927 y fue la primera empresa del mundo en sacar al mercado una máquina de hacer helados a motor. La idea nació de Otello Cattabriga, que realizó en casa la primera máquina automática del mundo para producir helado de forma constante y continua. Significó también una revolución para los heladeros artesanos, ya que antes todo se tenía que hacer de forma manual. Pero con el tiempo se empezó a solicitar que la maquinaria tuviera una capacidad superior para escalar las cantidades, manteniendo inalterada la calidad. Estamos en los años 70, el helado artesanal pasa a ser semiindustrial para después, en los años 80, pasar a industrial. Nace una nueva producción de bombones helados, polos y conos. «En aquella época, en Italia y en el mundo, las multinacionales estaban muy especializadas. Sin embargo, desde los inicios de aquella década, que cambió la historia de la heladería, nuestra fuerza ha sido la capacidad de cubrir toda la gama de servicios, incluyendo el tratamiento de la mezcla e incluso su almacenamiento», recuerda Cocchi. El concepto base es garantizar al helado una producción continua, capaz de superar la capacidad de producción de un obrador artesanal normal. «Las tecnologías son fundamentales, pero es esencial el tratamiento de la mezcla y la medición de la cantidad de aire, que a veces supera el 100 %. De esta manera, podemos consumir también en invierno un helado que el artesano antes no producía en absoluto y que rompe con las clásicas estacionalidades», dice Giuliano Cocchi.  

El helado italiano en el mundo.
Las raíces están plantadas en el territorio, pero la fuerza laboral en todas partes con una internacionalización que sabe a visión. «Hoy como ayer, somos de esa Italia que va, que produce, a pesar de todo y, cada vez más a menudo, a pesar de todos. Los últimos dos años han puesto de manifiesto un problema enorme ligado a la posibilidad de acceder a los mercados mundiales a causa de la pandemia, entre la anulación de las ferias y la dificultad de enviar y probar la maquinaria. Sin embargo, llegamos a todas partes, llevando nuestra competencia y tecnología: hoy, los mayores mercados son Australia, Oriente, India, Rusia, Rumanía, Georgia. Y, después, África. Sin embargo, el helado es transversal, internacional», precisa Alessia Cocchi. Desde los días en las primeras ferias en China, la única manera para ser proveedores de las empresas locales. Instalaciones que había que montar para después ser vendidas. Y, antes de nada, había que enviar. La mercancía llegaba a Hong Kong y a Pekín, pasando por Mongolia. Lo recuerda bien Cocchi. «Cuando en 1980 comenzamos a pasar de lo semiindustrial a lo industrial con las primeras líneas para hacer helado, se abría el mercado chino, que antes era inaccesible. Pero participar en las ferias era un reto titánico porque significaba llevar hasta cinco contenedores de cientos de pies cada uno para poder venderlos después. La feria era la única manera de entrar en China. Tuvimos suerte, fuimos en el momento en que se abrió el mercado, no perdimos ocasiones», concluye Cocchi. Afrontar los retos del mercado en el momento justo y después superarlos. Esta también es la receta de las empresas excelentes.

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