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FARE INSIEME - Ep. 38 - LAM, las soluciones que autobuses y vehículos de todo el mundo “llevan puestas”

«El mayor desafío a superar es siempre el siguiente»

24/03/2022

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En Spilamberto, Módena, se encuentra la sede central de una empresa mecánica líder en el mundo de los suministros para vehículos industriales y máquinas agrícolas. Una historia increíble de crecimiento marcada por la investigación, la tecnología y los talentos. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Davide Malagoli, director ejecutivo de LAM

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero

La vida es impredecible. Y en el fondo, para los audaces, como reza el dicho popular, una cosa lleva a la otra. De esta manera, una empresa nacida en los años sesenta con una idea sencilla, registra hoy un volumen de negocio millonario en un mercado global. Pero vayamos por partes y partamos de la sede central de LAM, acrónimo de Lavorazione Accessori Metalli. Nos encontramos en Spilamberto, un precioso pueblo de trece mil habitantes al sur de Módena, en la carretera que lleva a Vignola, en el corazón de Terre di Castelli.  

Excelencia de familia.
Todo empieza con el abuelo Livio Gozzi, genio de la Mecánica y persona con unas incansables ganas de vivir. Por otra parte, esa pasión por la mecánica le salvó literalmente la vida en el campo de concentración de Mauthausen. Arreglaba automóviles y ese conocimiento fue decisivo. Después de la guerra y de haberse trasladado a Módena, con el tiempo, el abuelo Gozzi entendió que aquella tierra emiliana era el centro neurálgico de la mecánica, con las construcciones de las carrocerías. Orlandi, uno de los colosos en la construcción de autobuses, pidió ayuda para la realización de toldos y trampillas para los techos de los vehículos que funcionaban como aireación. Y en su camino se encontró al abuelo Livio que le ofreció las respuestas, con un trabajo profesional que después fue patentado.  La de Livio Gozzi fue una de las primeras empresas que fundaron el pueblo artesanal de Spilamberto, en los apasionantes años del boom económico de la posguerra. Estamos en los inicios de ese distrito industrial que todavía hoy es una excelencia en el mundo. LAM cuenta con 60 empleados y registra un volumen de negocio de 10,6 millones de euros. El departamento de producción tiene una extensión de casi cuatro mil metros cuadrados, a los cuales se suma el almacén. Los mercados cubiertos son en un 50 % Italia e internacionales, con una cuota de producción local que se envía fuera de las fronteras nacionales. Asimismo, hay una empresa satélite en Bielorrusia, en Brest, para servir mejor al mercado extranjero. «Tras mi abuelo y mis padres, somos la tercera generación, representada por mí mismo, mi hermana y mi mujer. Todo ello marcado por la pasión, como la que animaba a mi abuelo en los comienzos con la producción de ganchos de hierro», cuenta Davide Malagoli, empresario de cincuenta y dos años con un pasado como jugador de Hockey profesional, deporte con una larga tradición y un gran seguimiento entre Módena y Reggio Emilia. Tras una lesión, volvió a empezar de cero, con una segunda vida como empresario, con la participación en el grupo Giovani de Confindustria. «El hockey es un deporte complicado: llevas dos patines sobre cuatro ruedas y un stick para golpear una pelota. Son imprescindibles las habilidades de coordinación y el compañerismo con el equipo. Es fácil meter un gol, pero es todo una cuestión de equilibrio», precisa Malagoli.  

Personas y tecnología.
Es el equilibrio el que marca el paso del crecimiento de LAM. Un pasado glorioso. Y un presente y un futuro marcado por las innovaciones del proceso y del producto. Hoy en día, para Lam, el proceso mismo es particular. Porque aunque la empresa naciera con los autobuses, expandiéndose después por Europa con muchos otros clientes, los sectores cubiertos en la actualidad son diferentes: con el tiempo se sumó el mercado ferroviario y, después, llegó el asociado a los tractores y a las máquinas de movimiento de tierra y, además, las caravanas y autocaravanas. De esta manera, LAM se ha convertido en líder del diseño, construcción y comercialización de trampillas, toldos enrollables y piezas de plástico. En 2016, se amplió el mercado con el moldeado de termoplásticos de inyección para productores de tractores. «La confianza se gana día tras día, también gracias a las soluciones personalizadas. También hay una parte de alta tecnología porque para ayudar en las fases de trabajo se dispone de robots de ensamblaje automático. Pero hay que partir del supuesto de que la diferencia la marcan siempre las personas, esa mano de obra especializada en la elaboración del producto de calidad. La tecnología puede y debe ayudar en aquellas operaciones que sean repetitivas. Además, la tecnología ayuda a evitar los errores humanos y permite aumentar la capacidad de producción con un proceso controlado», dice Malagoli, que tiene las ideas claras sobre el futuro. «Apostamos por una empresa a la vanguardia del producto y del proceso. En la actualidad, nos estamos acercando a mercados diferentes como el de la decoración y el biomédico. La evolución es constante. El secreto está en no conformarse jamás», concluye Malagoli. Una filosofía heredada en las pistas de hockey. En el fondo, el mayor desafío a superar es siempre el siguiente.

https://podcast.confindustriaemilia.it/

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