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FARE INSIEME - Ep. 42 - Poggipolini, la mecánica de precisión que mira al futuro desde hace tres generaciones

«Os cuento esa sana obsesión por la innovación y la calidad»

07/04/2022

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Las inversiones en investigación y desarrollo, los desafíos de la innovación abierta, la apertura a empresas emergentes y clientes en una lógica de cocreación. Y, además, el centro de innovación tecnológica que responde a los desafíos futuros y que alimenta al valle de la tecnología. Asimismo, están las soluciones sostenibles, entre motores eléctricos y supercondensadores. Para FARE INSIEME Giampaolo Colletti entrevista a Michele Poggipolini, director ejecutivo de la empresa

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

Son pequeños, pequeñísimos, casi miniaturas, con un diámetro de unos pocos milímetros. Pero son altamente tecnológicos y de grandes prestaciones. Para contar la historia de una de las empresas emilianas más icónicas e innovadoras debemos partir de los detalles, que a menudo esconden grandes obras maestras. En este caso hablamos de tornillos y pernos, que se convierten en sensores de alta tecnología. Algo inteligente, que integra elementos sensibles para medir temperaturas y comportamientos mecánicos. Hoy, esos tornillos, al igual que el resto de componentes y sistemas de alta precisión que se diseñan y fabrican en titanio y en aleaciones especiales de acero, recorren kilómetros en los hypercar en las pistas de Fórmula 1 o despegan surcando los cielos a bordo de helicópteros y de futuras máquinas voladoras. Estos tornillos están forjados en casa Poggipolini, excelencia de la mecánica de precisión desde hace tres generaciones. Precisamente los tornillos de titanio, en sustitución de los de acero, permiten aligerar el peso del vehículo y tienen un impacto sobre los motores y transmisiones y, por ello, juegan un papel determinante en el actual valle del motor. Una empresa que encierra muchas historias estrechamente relacionadas entre sí por una pasión sin frenos por su propio trabajo, por la ambición de querer experimentar cosas nuevas para mercado altamente tecnológicos, por una capacidad de decodificar la contemporaneidad y hacer sistema. Porque, como recuerda la regla de oro de la innovación abierta, juntos se va más lejos y se gana.  

Visión de alta tecnología.
Ver lo que aún no existe. Y crearlo, no solo imaginarlo. Todo comienza en los primeros tiempos de la posguerra, con ese nuevo comienzo que se mide en los desafíos valientes, pero también en el estudio, en la investigación, en la visión. Fue por la intuición de Calisto Poggipolini que se encendió la chispa, y esa llama sigue ardiendo y pasa como testigo, primero, a su hijo Stefano y después a su nieto Michele, empresario de tercera generación, nacido en 1984. En la empresa, papá Stefano, hoy presidente, lo llevó a trabajar durante los veranos desde que cumplió catorce años. Michele Poggipolini es en la actualidad el director ejecutivo de la empresa, así como presidente del Grupo de Jóvenes Empresarios de Confindustria Emilia. «En los últimos cinco años hemos realizado inversiones importantes para crecer con una aceleración que nos diversifica, permitiéndonos entrar en nuevos mercados gracias a las innovaciones aportadas en los procesos de producción.», cuenta Poggipolini. Hay un hilo que vincula a los inicios con esa sed de innovación continua que nos ha permitido transformar un pequeño taller mecánico boloñés en una empresa con cientos de empleados entre ingenieros, mecánicos, administrativos y operarios altamente cualificados. Hoy, Poggipolini es uno de los primeros diez competidores del mundo en el segmento del forjado en caliente de fijaciones de alta tecnología, por detrás de colosos americanos y franceses del sector, con unos volúmenes de negocio de más de dos mil millones de euros. Entre los clientes se encuentran Leonardo, Ferrari, GE-Avio, Safran, Mercedes, Boeing, McLaren, Porsche, Lamborghini, Ducati, Bugatti. «La pasión se ha mantenido intacta, como las ganas de afrontar los desafíos difíciles, de explorar, de no conformarse jamás, de andar a la búsqueda de lo desconocido y que podría convertirse en una nueva aventura. La diferencia la marcan siempre las personas: nuestros compañeros son una familia extendida. De aquí el espíritu de equipo que hace que los proyectos sean flexibles y escalables, trabajando en nichos de mercado de gran valor», precisa Poggipolini. Ciertamente, muchas cosas han cambiado con respecto al pasado: en los años 70, la entrada en las carreras y el aligeramiento de las motos, con Stefano como piloto profesional y usuario de los primeros tornillos de titanio producidos por su padre, Calisto, y que después se introdujo en el mercado ofreciendo tornillos de titanio para aplicaciones deportivas con un objetivo preciso: reducir el peso, aligerar al máximo para vencer en los terrenos de carreras. En aquella época no se conocía el titanio, pero era innovador y contribuía a marcar la diferencia porque un kilo de peso ahorrado significa una mayor velocidad. Poggipolini fue la primera empresa que produjo tornillos de titanio y los primeros clientes fueron, en 1975, Ducati y después Brembo. Más adelante, en los años 80, la llegada exitosa a la Fórmula Uno, con Porsche y Ferrari, convirtiéndose en el primer cliente durante más de treinta años. Y en el 96 la entrada en Augusta Elicotteri. «Era necesario encontrar un proveedor que tuviera la capacidad de diseñar y producir los conectores de titanio para los helicópteros, y ese proveedor éramos nosotros. En la transformación del negocio, con el cambio del reglamento impuesto en la Fórmula Uno, que en 2010 provocó una caída del 60 % del volumen de negocio, el desafío fue volver a invertir todo y apostar por la aeronáutica, decidiendo convertirse en líderes de los sistemas de fijación críticos. De esta manera, decidimos apostar por los tornillos y pernos y nos convertimos en el único proveedor italiano. La clave ganadora es una mezcla de enfoques: el modelo del codiseño, la capacidad de trabajar con materiales innovadores, de encontrar siempre soluciones e innovar en los procesos de producción para ampliar horizontes, un pensamiento concreto frente a la ejecución. Así, muchas soluciones relacionadas con las fijaciones las trasladamos de la Fórmula 1 a la aeronáutica. No fue fácil entre procesos y certificaciones, pero lo conseguimos», dice con orgullo Poggipolini.  

El centro de innovación.
Todo parte de las inversiones en investigación y desarrollo: 15 millones de euros invertidos en el período 2015-2020, con una media que aún hoy continúa rondando el 20 % del volumen de negocio. Hoy hay un centro de innovación tecnológica que se llama Speed Up Lab, que responde a los desafíos futuros y que alimenta el valle tecnológico. En la nueva sede de San Lazzaro di Savena, frente al Manufacturing Center of Excellence inaugurado en 2019, nació esta nueva casa de la innovación de Poggipolini. Se trata de un centro de desarrollo y experimentación abierto a las empresas emergentes, proveedores, clientes y universidades. El objetivo: trabajar de forma abierta apostando por la creación de soluciones tecnológicas destinadas al sector aeronáutico, espacio, defensa y nueva movilidad. «Siempre hemos trabajado en innovación abierta, incluso antes de que se llamara así, y hoy podemos decir que hemos creado también el primer venture building italiano con Sens In, nuestra empresa emergente innovadora dedicada al Internet of Fasteners. Nuestro equipo experimenta junto a las empresas emergentes, algunas de las cuales son una excelencia ligada a procedimientos avanzados como la impresión en 3D. Esto se convierte en un acelerador para probar nuevas tecnologías y llegar a soluciones más innovadoras e integradas para suministrar a nuestros clientes», precisa Poggipolini. Pero aquello que llama la atención tiene que ver con el proceso de producción: con las inversiones realizadas desde 2015 se patentó un proceso productivo de moldeado en caliente para fijaciones de titanio, con capacidad para realizar 100 tornillos al minuto, frente al tornillo al minuto del proceso empleado hasta el momento. Un proceso que ahora está instalado en la nueva planta de producción, llamada Factory of the Future, que se extiende en veinte mil metros cuadrados. El proceso está totalmente en línea, desde la materia prima hasta el producto final. La inspiración llega del mundo del embalaje. Un proceso que lleva a Poggipolini a entrar en el mundo de los aviones de ala fija y en el mundo de los automóviles prémium y no solo de los hypercar. Un proceso que hace escalable el modelo de negocio de la empresa manufacturera que ahora busca expandirse también en líneas externas y en el extranjero. En el futuro se respira el deseo de diseñar soluciones sostenibles, también gracias a los motores eléctricos para aplicaciones en la nueva movilidad hasta los supercondensadores: se trata de baterías de grandes prestaciones. «Todas son aplicaciones de frontera. Mi ambición es la de llevar a este terreno a los grandes competidores de la aeronáutica, incluso internacional, introduciendo las competencias humanas y tecnológicas de este distrito», concluye Poggipolini. El futuro corre rápido, pero si se afronta juntos llega primero.

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