Las
inversiones en investigación y desarrollo, los desafíos de la innovación
abierta, la apertura a empresas emergentes y clientes en una lógica de
cocreación. Y, además, el centro de innovación tecnológica que responde a los
desafíos futuros y que alimenta al valle de la tecnología. Asimismo, están las
soluciones sostenibles, entre motores eléctricos y supercondensadores. Para
FARE INSIEME Giampaolo Colletti entrevista a Michele Poggipolini, director
ejecutivo de la empresa
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Son pequeños,
pequeñísimos, casi miniaturas, con un diámetro de unos pocos milímetros. Pero
son altamente tecnológicos y de grandes prestaciones. Para contar la historia
de una de las empresas emilianas más icónicas e innovadoras debemos partir de
los detalles, que a menudo esconden grandes obras maestras. En este caso
hablamos de tornillos y pernos, que se convierten en sensores de alta
tecnología. Algo inteligente, que integra elementos sensibles para medir
temperaturas y comportamientos mecánicos. Hoy, esos tornillos, al igual que el
resto de componentes y sistemas de alta precisión que se diseñan y fabrican en
titanio y en aleaciones especiales de acero, recorren kilómetros en los
hypercar en las pistas de Fórmula 1 o despegan surcando los cielos a bordo de
helicópteros y de futuras máquinas voladoras. Estos tornillos están forjados en
casa Poggipolini, excelencia de la mecánica de precisión desde hace tres
generaciones. Precisamente los tornillos de titanio, en sustitución de los de
acero, permiten aligerar el peso del vehículo y tienen un impacto sobre los
motores y transmisiones y, por ello, juegan un papel determinante en el actual
valle del motor. Una empresa que encierra muchas historias estrechamente
relacionadas entre sí por una pasión sin frenos por su propio trabajo, por la
ambición de querer experimentar cosas nuevas para mercado altamente
tecnológicos, por una capacidad de decodificar la contemporaneidad y hacer
sistema. Porque, como recuerda la regla de oro de la innovación abierta, juntos
se va más lejos y se gana.
Visión de alta tecnología. Ver lo que
aún no existe. Y crearlo, no solo imaginarlo. Todo comienza en los primeros
tiempos de la posguerra, con ese nuevo comienzo que se mide en los desafíos
valientes, pero también en el estudio, en la investigación, en la visión. Fue
por la intuición de Calisto Poggipolini que se encendió la chispa, y esa llama
sigue ardiendo y pasa como testigo, primero, a su hijo Stefano y después a su
nieto Michele, empresario de tercera generación, nacido en 1984. En la empresa,
papá Stefano, hoy presidente, lo llevó a trabajar durante los veranos desde que
cumplió catorce años. Michele Poggipolini es en la actualidad el director
ejecutivo de la empresa, así como presidente del Grupo de Jóvenes
Empresarios de Confindustria Emilia. «En los últimos cinco años hemos realizado
inversiones importantes para crecer con una aceleración que nos diversifica,
permitiéndonos entrar en nuevos mercados gracias a las innovaciones aportadas
en los procesos de producción.», cuenta Poggipolini. Hay un hilo que vincula a los
inicios con esa sed de innovación continua que nos ha permitido transformar un
pequeño taller mecánico boloñés en una empresa con cientos de empleados entre
ingenieros, mecánicos, administrativos y operarios altamente cualificados. Hoy,
Poggipolini es uno de los primeros diez competidores del mundo en el segmento
del forjado en caliente de fijaciones de alta tecnología, por detrás de colosos
americanos y franceses del sector, con unos volúmenes de negocio de más de dos
mil millones de euros. Entre los clientes se encuentran Leonardo, Ferrari,
GE-Avio, Safran, Mercedes, Boeing, McLaren, Porsche, Lamborghini, Ducati,
Bugatti. «La
pasión se ha mantenido intacta, como las ganas de afrontar los desafíos
difíciles, de explorar, de no conformarse jamás, de andar a la búsqueda de lo
desconocido y que podría convertirse en una nueva aventura. La diferencia la
marcan siempre las personas: nuestros compañeros son una familia extendida. De
aquí el espíritu de equipo que hace que los proyectos sean flexibles y
escalables, trabajando en nichos de mercado de gran valor», precisa
Poggipolini. Ciertamente, muchas cosas han cambiado con respecto al pasado: en
los años 70, la entrada en las carreras y el aligeramiento de las motos, con
Stefano como piloto profesional y usuario de los primeros tornillos de titanio
producidos por su padre, Calisto, y que después se introdujo en el mercado
ofreciendo tornillos de titanio para aplicaciones deportivas con un objetivo
preciso: reducir el peso, aligerar al máximo para vencer en los terrenos de
carreras. En aquella época no se conocía el titanio, pero era innovador y
contribuía a marcar la diferencia porque un kilo de peso ahorrado significa una
mayor velocidad. Poggipolini fue la primera empresa que produjo tornillos de
titanio y los primeros clientes fueron, en 1975, Ducati y después Brembo. Más
adelante, en los años 80, la llegada exitosa a la Fórmula Uno, con Porsche y
Ferrari, convirtiéndose en el primer cliente durante más de treinta años. Y en
el 96 la entrada en Augusta Elicotteri. «Era necesario encontrar un proveedor que
tuviera la capacidad de diseñar y producir los conectores de titanio para los
helicópteros, y ese proveedor éramos nosotros. En la transformación del
negocio, con el cambio del reglamento impuesto en la Fórmula Uno, que en 2010
provocó una caída del 60 % del volumen de negocio, el desafío fue volver a
invertir todo y apostar por la aeronáutica, decidiendo convertirse en líderes
de los sistemas de fijación críticos. De esta manera, decidimos apostar por los
tornillos y pernos y nos convertimos en el único proveedor italiano. La clave
ganadora es una mezcla de enfoques: el modelo del codiseño, la capacidad de
trabajar con materiales innovadores, de encontrar siempre soluciones e innovar
en los procesos de producción para ampliar horizontes, un pensamiento concreto
frente a la ejecución. Así, muchas soluciones relacionadas con las fijaciones
las trasladamos de la Fórmula 1 a la aeronáutica. No fue fácil entre procesos y
certificaciones, pero lo conseguimos», dice con orgullo Poggipolini.
El
centro de innovación. Todo
parte de las inversiones en
investigación y desarrollo: 15 millones de
euros invertidos en el período 2015-2020, con una media que aún hoy
continúa rondando el 20 % del volumen de negocio. Hoy hay un centro de
innovación tecnológica que se llama Speed Up Lab, que responde a los desafíos
futuros y que alimenta el valle tecnológico. En la nueva sede de San Lazzaro di
Savena, frente al Manufacturing Center of Excellence inaugurado en 2019, nació
esta nueva casa de la innovación de Poggipolini. Se trata de un centro de
desarrollo y experimentación abierto a las empresas emergentes, proveedores,
clientes y universidades. El objetivo: trabajar de forma abierta apostando por
la creación de soluciones tecnológicas destinadas al sector aeronáutico,
espacio, defensa y nueva movilidad. «Siempre hemos trabajado en innovación
abierta, incluso antes de que se llamara así, y hoy podemos decir que hemos
creado también el primer venture building
italiano con Sens In, nuestra empresa emergente innovadora dedicada al Internet of Fasteners. Nuestro equipo
experimenta junto a las empresas emergentes, algunas de las cuales son una
excelencia ligada a procedimientos avanzados como la impresión en 3D. Esto se
convierte en un acelerador para probar nuevas tecnologías y llegar a soluciones
más innovadoras e integradas para suministrar a nuestros clientes», precisa
Poggipolini. Pero aquello que llama la atención tiene que ver con el proceso de
producción: con las inversiones realizadas desde 2015 se patentó un proceso
productivo de moldeado en caliente para fijaciones de titanio, con capacidad
para realizar 100 tornillos al minuto, frente al tornillo al minuto del proceso
empleado hasta el momento. Un proceso que ahora está instalado en la nueva
planta de producción, llamada Factory of the Future, que se extiende en veinte
mil metros cuadrados. El proceso está totalmente en línea, desde la materia
prima hasta el producto final. La inspiración llega del mundo del embalaje. Un
proceso que lleva a Poggipolini a entrar en el mundo de los aviones de ala fija
y en el mundo de los automóviles prémium y no solo de los hypercar. Un proceso
que hace escalable el modelo de negocio de la empresa manufacturera que ahora
busca expandirse también en líneas externas y en el extranjero. En el futuro se
respira el deseo de diseñar soluciones sostenibles, también gracias a los
motores eléctricos para aplicaciones en la nueva movilidad hasta los
supercondensadores: se trata de baterías de grandes prestaciones. «Todas son
aplicaciones de frontera. Mi ambición es la de llevar a este terreno a los
grandes competidores de la aeronáutica, incluso internacional, introduciendo
las competencias humanas y tecnológicas de este distrito», concluye
Poggipolini. El futuro corre rápido, pero si se afronta juntos llega primero.
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