La trayectoria de setenta años de la histórica marca del sector de las dos ruedas, antiguo líder europeo en la fabricación de motores para motocicletas, se entrelaza con la de un distrito que apuesta por talentos, tecnología y trabajo en equipo. Perfil de la casa boloñesa comprada primero por Yamaha y luego adquirida por Fantic Motor. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Vittorino Filippas, director general de Motori Minarelli
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero.
EnEmilia Romaña hay un petirrojo que nunca ha dejado de cantar y que, en elfondo, ha hecho historia. Pero los sonidos que emite, en ese trozo de tierraque es la situada más al sur del llamado Motor Valley o valle de los motoresitaliano, son notas poderosísimas. Exactamente como el estruendo de un motor.Porque aquí, en Emilia Romaña, petirrojo es precisamente como todos le llaman aese motor de dos tiempos y dos marchas accionado por cables que ha marcado lahistoria de los motores instalados en casi todos los ciclomotores de Europa, a caballode los años cincuenta. Un motor que ruge y que se vuelve melodía. Y justo comoen las mejores melodías, todo pasa por el trabajo en equipo. Así pues, en laprovincia de Bolonia hay una empresa que se ha convertido en un mito y quedesde sus comienzos ha destacado en el ramo de los motores de dos tiempos. Todoempezó en los primeros años de la posguerra: era la época de la recuperación,del reinicio, del coraje, de las apuestas que ganar gracias a ideas geniales, ala puesta en común de talentos y a una comunidad viva. Así nació en Bolonia, en1956, Motori Minarelli, casa de motos italiana fundada por Vittorio Minarelli.Con una veintena de personas en plantilla y una superficie cubierta de más dedos mil metros cuadrados, Minarelli sacaba, en la segunda mitad de los añoscincuenta, casi 20.000 motores al año, de uso agrícola y civil y exportadosluego a Europa y Sudamérica. Pero la demanda era mucho más alta que la oferta,así que en 1967 la empresa se mudó a la nueva planta de Lippo, una pedanía de Calderaradi Reno de menos de 15.000 habitantes, situada en el área metropolitana deBolonia, y ahí es donde se convirtió en Motori Minarelli. Ese fue el cambio demarcha adicional: en el nuevo centro de producción, equipado con aparatos dealta tecnología y espacios más amplios, la producción aumentó vertiginosamente,alcanzando, en los años sesenta, los 200.000 motores al año de uso civil y50.000 motores de uso agrícola.
Los años de bonanza. Récord de producción y récord en lapista. Justo en los años sesenta es cuando tuvo lugar el mayor afianzamientodeportivo: 18 récords mundiales de velocidad en las clases de 50 a 175 cc, dostítulos mundiales de pilotos y cuatro títulos como fabricantes en la clase 125cc del mundial de motociclismo. Con los primeros años noventa, llegó el acuerdode empresa participada con la casa japonesa Yamaha. El objetivo: fabricarmotores de cuatro tiempos y motores con variador automático, prácticamente losaptos para los escúteres. Después de todo, ¡qué años, los de la década de losnoventa! La sociedad abastecía con sus motores a la gran mayoría de losfabricantes europeos: MBK, Yamaha Motor España, Aprilia, Malaguti. Paraentendernos: Minarelli se convirtió en el mayor fabricante mundial deescúteres. La producción media alcanzó las 450.000 unidades al año. Pero hubootras dos adquisiciones que hicieron historia: en 2001, por parte del GrupoYamaha, y en 2020, por Fantic Motor. En la actualidad, las cifras, al cabo demás de setenta años, siguen marcando la diferencia: en 2020, el volumen denegocio fue de 52 millones de euros, en 2021 ha pasado a 67 millones de euros yen 2022 la previsión es de 116 millones de euros. La empresa cuenta con 200empleados y empleadas fijos y 150 temporales.
El trabajo en equipo. La deMinarelli es una historia de amor, pero de las vividas intensamente. Unahistoria de kilómetros recorridos en compañía por esas carreteras cuesta arribaque marcan las primeras colinas emilianas, cuando desde la ruta maestra, llana,pruebas a encaramarte por senderos más empinados, rodeada o rodeado de buenoscompañeros de viaje. Su ADN es una mezcla de proactividad, disciplina y pasióninmensa. «Formaparte del método del control constante del proceso, un legado que nos ha dejadoYamaha en sus veinte años de presencia. Pero también está en esa pasióndesmesurada que identifica el trabajo emiliano con el trabajo en equipo. Hemossido siempre un excelente centro de competencia, pero la capacidad dedesarrollar nuevos motores, y cada vez más complejos, antes tenía límites. Asíque el Cavaliere del Lavoro Giorgio Minarelli, el entonces presidente ypropietario, dijo que necesitaba un socio tecnológico. Nosotros éramos unanimal pequeño y reactivo; Yamaha, uno enorme y lento. Nos conocimos y nosrespetamos. Luego llegó la bonanza de los motores de 50 cc en Europa y nosconvertimos, pues, en la base europea de los motores Yamaha», afirma VittorinoFilippas, director general de Motori Minarelli.Cursos que la historia toma una y otra vez. Después demuchos años de ausencia en el mundo de las motocicletas, Minarelli ha vuelto afabricarlas nuevamente en 2021. Capital humano y tecnologías innovadoras. Enlos últimos meses se han sumado dos líneas dedicadas exclusivamente a lafabricación de motores, mientras que otras dos son para la fabricación devehículos y pronto se llegará a nada menos que ocho líneas activas. «Lo quenos guía, también en la labor de investigación y desarrollo, es al cien porcien el capital humano. Porque, en el fondo, los bancos de pruebas cualquierapuede comprarlos, pero a las personas no se las puede comprar. Las tienes queconquistar, motivar, ligar a un sueño, explicarles que lo que se está haciendoes excepcional porque es algo fuera de lo común. Tienes que guiarlas para quesalgan de su zona de confort», precisa Filippas. El futuro pasa por hacer nuevaspropuestas. Entre ellas, en el campo de la fabricación de motores y nuevosproyectos, está el revolucionario motor 300 2T de inyección, destinado aconvertirse en el más vendido, y que pronto estará disponible para todos losfabricantes. «El futuro está hecho demovilidad eléctrica y protección del medioambiente. Hay estar siempre a laescucha del mercado, probar, volver a intentarlo, incluso equivocarse, pero alfinal lograrlo juntos», concluye Filippas. Un viaje continuo, acompañadospor ese estruendo que es como el canto de un petirrojo.
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