De pequeña empresa de adhesivos, nacida en Sassuolo, provincia de Módena, en el lejano 1968 gracias a la intuición genial de Romano Sghedoni, a coloso internacional. La historia de Kerakoll, enfocada en la innovación y la sostenibilidad. Porque solo pensando en el entorno de vida y su impacto en el medioambiente y en las personas se pueden esbozar nuevas páginas del futuro. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Romano, Fabio y Andrea Sghedoni
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
«¿Quiere conocer el inicio de nuestra historia?
Es usted muy curioso, ¿verdad?». Bromea por teléfono Romano Sghedoni, fundador
y actual presidente de Kerakoll, empresa de Emilia-Romaña que con el paso de
las décadas se ha transformado en un coloso internacional de corazón verde. En
realidad, su historia es sumamente conocida y habla de un camino emprendido con
obstinación en dirección contraria. En el fondo, así fue para este joven con
tantos sueños guardados en un cajón. Con solo diecinueve años decidió seguir a
su hermano con su tienda de pinturas ambulante. En vez de tener una tienda
física, era él el que acudía a los clientes: carpinterías, talleres mecánicos,
negocios abiertos por pintores, todos ellos relacionados con la adquisición de
pinturas. «Me fui con él para aprender a vender estos productos. Hice este
trabajo durante diez años, pero se me quedaba algo corto. No es que estuviera
eufórico, pero quería hacer más, aunque no supiera exactamente el qué. Un buen
día, en un bar de Sassuolo, un amigo me dijo que había visto unas latas
especiales en la estantería de una ferretería de Bolonia. Latas de cola para
azulejos. Cuando lo escuché, se me encendió la bombilla», afirma Romano
Sghedoni, de 84 años y presidente de Kerakoll Group. Ahí estaba la intuición
genial, comprendida en aquella idea de embarcarse en un enfoque extraordinario,
cuando la mayoría se conforma con lo ordinario. Así, mientras todos hacían
azulejos, él decidió hacer algo diferente. Quiso hacer colas. Con el producto
comprado en Bolonia, se fue a su garaje a experimentar. «El mismo día de la
compra hice una prueba, una semana después intenté retirar los azulejos
pegados, pero no pude. Enseguida me di cuenta de que podía nacer el producto
del futuro, es decir, un sistema innovador para aplicar los azulejos a la
pared», recuerda Romano Sghedoni. Así, en aquel 1968 marcado por las animadas
plazas estudiantiles, en el taller de su casa de Sassuolo, este veinteañero
fundó Kerakoll, que hoy se ha convertido en líder mundial en el campo de los
materiales y soluciones para la construcción sostenible y con una primacía
tecnológica reconocida a nivel internacional. Los primeros adhesivos monocomponentes
para cerámica, ideados y realizados directamente en el garaje de su casa, con
fruto de su entusiasmo por la construcción, de su pasión por la química, de un
gran amor por la ingeniería. «Aún recuerdo que muchos no creían en ello. Una
década después, inventé un producto que ha representado la fortuna de la
empresa». Se trata de H40, la cola para azulejos en polvo, toda una novedad
nacida en 1978. El primer adhesivo capaz de resolver el problema del encolado
seguro en todos los espacios domésticos y comerciales de azulejos de
monococción y gres porcelánico. «Con H40, por primera vez me llamaban los
clientes y me suplicaban que les enviara aquellos productos. Una respuesta
extraordinaria del mercado», concluye Romano Sghedoni. La primera planta en
Sassuolo es de 1970. Después, en los años 80, llegó un crecimiento continuo y
la segunda planta.
Los pilares
del éxito.
Kerakoll incluye ya en su nombre la inclinación por la innovación, puesto que
nace de una mezcla de las palabras griegas keramikos
y kolla. «Comenzamos siendo pequeños
en 1968 y hoy estamos en 12 países, principalmente en Europa, y en dos empresas
internacionales: Brasil e India. Hace ya treinta años comenzamos el proceso de
internacionalización, uno de los cuatro pilares junto a la innovación, la
sostenibilidad y la organización y las personas, que significa poner a la
persona en el centro. Esta actitud de innovación nunca la hemos abandonado»,
cuenta Fabio Sghedoni, vicepresidente de Kerakoll Group. De aquí nace el nuevo
sistema de carga de los productos, que optimiza espacios y tiempos. O también
el desarrollo de Genius Lab Building Platform, una plataforma basada en la
inteligencia artificial, que hace que todo sea más eficiente. «Tratamos de
aprovechar nuevas oportunidades que otros mundos fuera de la construcción
puedan aportarnos», precisa Fabio Sghedoni. Para entender cómo un pequeño
negocio de adhesivos se convirtió en una empresa internacional, se debe
comprender la cultura. Porque es la visión, que se alimenta del capital humano,
la que marca la diferencia. Hoy, Kerakoll cuenta con dos mil colaboradores en
todo el mundo, con 17 plantas de producción y cerró 2021 con un volumen de
negocio en fuerte crecimiento de más de 600 millones de euros. «Los incentivos
gubernamentales representan una oportunidad, pero se insertan en una estructura
ya fuerte. Es decir, funcionan como un volante, pero en una sólida base
industrial. Hoy las personas prestan una gran atención a la casa como espacio
de potencial bienestar», dice Fabio Sghedoni.
Innovación con un corazón verde. Pero ojo. Esta
revolución sostenible no es un paso improvisado. Es fruto de pasos dados tanto
con la cabeza como con el corazón. Así,
en los años 2000 se apuesta por la sostenibilidad, mucho antes que los demás y
de una forma más estructurada: las inversiones reservadas a la tecnología pasan
del 15 % al 50 % de los recursos totales de I+D. Kerakoll puso en
marcha un plan de reconversión industrial pasando de empresa química a
ecosostenible. Objetivo: reducir en los primeros cinco años el 60 % de los
disolventes empleados, desarrollar nuevos productos ecológicos a base de agua y
con bajas emisiones. Después, en 2008, iniciaron las labores de construcción
del Kerakoll GreenLab: se trata de uno de los centros tecnológicos más avanzados
del mundo para el estudio y el desarrollo de nuevos materiales para la
construcción sostenible. Llegaron los primeros reconocimientos y logros. En
2011, la Societé Générale de Sourveillance, el organismo más importante del
mundo de control de sistemas y certificaciones, entregó el certificado que
atestigua el GreenBuilding Rating como método de medición fiable, completo y
esencial para garantizar la sostenibilidad medioambiental. En 2013, se inauguró
el Kerakoll GreenLab, vanguardista centro de investigación que reúne nueve
laboratorios especializados para el desarrollo de productos ecosostenibles, así
como 140 investigadores especializados en bioconstrucción y 1500 equipos. Un
edificio de 7000 metros cuadrados de superficie que nace gracias a una
inversión de 15 millones de euros. En 2013 era el primer edificio del
sector terciario en Italia que había sido diseñado y construido íntegramente
con soluciones ecosostenibles, la síntesis perfecta entre altas tecnologías y
sostenibilidad de los materiales. Kerakoll
se encuentra hoy entre las primeras empresas de beneficio del sector de la
construcción. «También nos hemos convertido en una sociedad de beneficio por
esto: queremos remarcar un compromiso que tenemos desde años con el planeta y
con la gente», precisa Fabio Sghedoni. El
futuro pasa por el capital humano. Hace ocho años, Kerakoll puso en marcha un
plan de contratación destinado a jóvenes recién licenciados con talento y alto
potencial. Un modo para contratar y formar durante cinco años a jóvenes
talentos para iniciar una carrera internacional. De la atención al
medioambiente y a los nuevos recursos da cuenta también la entrada de la
tercera generación al trabajo en la empresa. Hablamos de Andrea Sghedoni, un
joven alto directivo que lleva dos años en Kerakoll y tiene las ideas claras.
«Continuaremos apostando por esta visión que une innovación y sostenibilidad.
Es el camino principal para diseñar las nuevas páginas del futuro».
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