Todo nació en un pequeño taller de serigrafía en el
lejano 1982. Hoy, la empresa apuesta por los mejores equipos de alta tecnología
mecánicos y químicos. En San Felice sul Panaro se encuentra Serital, que hoy
cuenta con un equipo de veinte profesionales para un volumen de negocio de dos
millones de euros. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Dario
Castellazzi, director ejecutivo de Serital
de Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
La historia
empresarial que os voy a contar no nace en Emilia-Romaña. O mejor dicho, de
allí toma cada detalle, desde el nacimiento del fundador a la sede. Porque
Emilia-Romaña está totalmente en su ADN. Pero para entender el génesis de esta
empresa debemos desplazarnos a los canales y calles de la maravillosa Venecia,
cuando treinta años antes un grupo de jóvenes estudiantes de arquitectura de
fuera de la ciudad, que viajaban constantemente desde la región de Módena a
Venecia en un Cinquecento destartalado, decide crear desde cero un negocio muy
especial ligado a la impresión de camisetas personalizadas. En verdad, al
inicio todo era un juego. Pero el tiempo les daría la razón. Porque ese juego
acabó transformándose en un negocio, ya que aquellas camisetas se convirtieron
en culto entre los estudiantes. En realidad, el detonante implica desde el
principio a un quinto amigo, en este caso, de Forlí. Fue él quien sugirió al
grupo que estampara camisetas. Así, los jóvenes, armados de mucha paciencia y
ganas de trabajar, se hicieron con un bastidor que tenía grabado el león de San
Marcos, símbolo de la universidad. Comenzaron a venderlas como auténticas
camisetas hechas en casa, con un éxito inesperado entre los estudiantes y con
la satisfacción de poder mantenerse económicamente en parte gracias a los
estudios. Así, medio en broma, nació un taller artesanal de serigrafía. De aquella intuición, Dario
Castellazzi, hoy director ejecutivo de Serital, conserva con celo una camiseta
enmarcada. Porque ciertas empresas, creadas con un espíritu estudiantil, pueden
realmente cambiar el curso de la vida de la gente y de las relativas empresas,
que, como bien se sabe, están hechas de personas. «Tras el éxito de aquella
broma nos preguntamos: ¿por qué no crear una empresa? En el fondo, fue así como
nació Serital», recuerda Castellazzi.
Alma artesanal y de alta tecnología. La empresa está en San Felice sul Panaro,
localidad de menos de diez mil personas en la baja llanura modenesa, a unos
treinta y cinco kilómetros al nordeste de la capital y a pocos kilómetros de
los municipios de Mirandola e Finale Emilia. Cuenta con veinte colaboradores
con un mercado de referencia que abarca casi todos los sectores: «Imprimimos en
todos los soportes, excepto tejido, y nuestros clientes son principalmente
industrias y multinacionales», precisa Castellazzi. Serital cerró 2021 con un
volumen de negocio de dos millones de euros. Aunque haya perspectivas de
crecimiento, entre los aumentos de la materia prima y los costes de la energía
que crecen exponencialmente, lo están frenando. «De los primeros tiempos se
mantiene intacto principalmente el entusiasmo por nuestro trabajo, que nunca es
un fin en sí mismo. Pese a la innovación tecnológica, llevamos a cabo proyectos
de serigrafía y tampografía en retos difíciles de realizar. Para seguir siendo
competitivos en cantidades de producción pequeñas, hemos creado una unidad de
alta tecnología, invirtiendo en maquinaria de impresión digital», cuenta
Castellazzi. Todo comenzó en un pequeño taller de serigrafía en 1982, hoy
alimentado por las mejores tecnologías mecánicas y físicas. Hay un alma
artesanal en el cuidado del detalle, pero se acelera gracias al uso intensivo
de las tecnologías. «La serigrafía es simple, lo que marca la diferencia es la
química de las tintas, puesto que cada tipo de soporte necesita la más
adecuada. Es una habilidad que marca la diferencia. Las empresas que siempre han
confiado en nosotros exigen tanto la calidad como la repetibilidad de nuestras
impresiones. Nuestros colaboradores son principalmente figuras femeninas que
tienen en su ADN la paciencia y el cuidado por el detalle. El mercado de
referencia es el nacional, aunque el producto llega al extranjero gracias a los
clientes. Por ejemplo, hemos visto algunos de nuestros productos en el
aeropuerto de San Diego.
Nuestra clientela es leal y nos reconoce como proveedores fiables y puntuales»,
dice Castellazzi.
Caer y volver a levantarse. En la historia de la empresa también está la dramática experiencia del
terremoto. «Afortunadamente, los daños solo se limitaron al inmueble y a las
máquinas. Nos pusimos manos a la obra desde el principio y demolimos y volvimos
a construir el edificio desde los cimientos, también gracias a la inestimable
ayuda de mi hijo ingeniero y docente en la Universidad de Bolonia, que se tomó
un año sabático para echarnos una mano. Pero todo el personal nos ayudó, así
como los proveedores y clientes que fueron muy solidarios, además de la Banca
Popolare dell’Emilia Romagna que nos prestó una gran ayuda financiera»,
recuerda Castellazzi. Las empresas imposibles se hacen factibles gracias al
trabajo en equipo. Serital fue también invitada a la feria Saie de Bolonia como
ejemplo de empresa que reconstruyó su edificio en solo seis meses. «El futuro
se compone de atención a la sostenibilidad. Hemos adquirido seis mil metros de
terreno junto a nuestra planta: aquí realizaremos una nueva planta y en el mismo
terreno estamos creando un pequeño bosque de dos mil metros cuadrados para
compensar el CO2, así como un campo para placas fotovoltaicas», dice
Castellazzi. Mirar al futuro con coraje e iniciativa. Ánimo, Serital.
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