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Budrio, provincia de Bolonia, nació una empresa que hoy es líder mundial en el
análisis de campo de los compuestos volátiles. En Pollution se hace innovación
abierta desde antes de que este término fuera acuñado en el mundo de la
investigación. Hoy, la empresa cuenta con 40 empleados con una edad media de 35
años y un volumen de negocio de 5 millones de euros con una previsión de 10
millones en los próximos tres años. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti
entrevista a Matteo Monticelli, director gerente de Pollution Analytical
Equipment.
de Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
Las mejores intuiciones son fronterizas, ya que se adelantan a los tiempos. En el fondo esto es lo que le ocurrió a una empresa consolidada de Emilia-Romaña cuando comenzó como empresa emergente. Una idea relacionada con el control de la higiene de los entornos de trabajo en hospitales sobre la que, en aquella época, los años 90, no había mucha concienciación. Sin embargo, de esta intuición nació Pollution. Nos encontramos en Budrio, localidad de dieciocho mil habitantes al este de Bolonia. En el lejano 1836 nació la ocarina, un instrumento de viento creado por el genio de Giuseppe Donati. Y, un siglo y medio después, toma forma una empresa que ofrece instrumentos analíticos para analizar los llamados compuestos volátiles; es decir, el análisis del aire gracias a aplicaciones de supervisión de alta tecnología. Equipos anticontaminación que se convierten en una protección contra los riesgos químicos. Se trata de una empresa familiar con dos hermanos que tienen una ambiciosa misión: mejorar la calidad de vida de la gente. Fácil de decir, pero difícil de hacer. Y aquí entra en juego la mezcla de investigación de mercado y científica. «Siempre intentamos aprovechar las evoluciones del mercado con la innovación tecnológica. En aquella época no había una cultura relacionada con la contaminación química y se prestaba poca atención a la calidad de los entornos de trabajo, y nosotros establecimos la innovación en la supervisión continua de los entornos. En la actualidad, la preocupación la contaminación está bien enraizada, pero aún existen problemas sin resolver como, por ejemplo, la gestión de las molestias olfativas, por no hablar de las nuevas oportunidades ligadas a los gases energéticos ecológicos, que nos hacen trabajar en nuevos retos tecnológicos», cuenta Matteo Monticelli, director gerente de Pollution y segunda generación al mando.
Retrato de la empresa. Una empresa familiar, como hemos dicho. Porque la mecha de esta pyme sui géneris la prendió el padre, Paolo, nacido en 1949 y originario de Copparo, provincia de Ferrara. Un volcán de ideas. En su pasado cuenta con una trayectoria como empleado y después se convirtió en empresario. Muchos perfiles en uno: papá Paolo tenía formación en electrónica y telefonía, pero pronto dio el salto al sector de la medicina. Y aquí cambió algo, como bien explica Monticelli. «En aquella época abrimos más negocios diversificados. Hoy nos concentramos en una sola tecnología particular, llamada "micro-gas-cromatografía", haciéndonos un hueco en nuevos mercados emergentes, y en todo el mundo no somos más de cinco empresas para controlarlos. Incluso en cuanto a las tecnologías, el punto fuerte es desarrollarlas para ser líderes en aplicaciones específicas». El punto de inflexión se produjo en el 2016, gracias a la obtención de una licitación europea Horizon2020 y a la entrada en el mercado de los gases energéticos. Hoy, la empresa cuenta con 40 empleados con una edad media de 35 años y un volumen de negocio de 5 millones de euros con una previsión de 10 millones antes de los próximos tres años. La mitad de las ventas se registran fuera de Italia y los clientes, públicos y particulares, pertenecen básicamente a los sectores del control medioambiental y del control de calidad de los gases energéticos.
Soluciones de alta tecnología. Mejorar los procesos industriales, especialmente con respecto a la producción y distribución de gases energéticos ecológicos como el biometano o el hidrógeno mediante el análisis químico continuo. Esta es la ambición de Pollution. «Esto significa reducir los desperdicios y las emisiones contaminantes, así como aumentar la eficiencia operativa, contribuyendo así a una gestión industrial más segura, ecológica, económica… en una palabra: sostenible», explica Monticelli. Por otra parte, estas tecnologías ayudan a garantizar la seguridad de la gente y las comunidades, permitiendo también en algunos casos una respuesta rápida a situaciones de emergencia. La tendencia mundial es producir gases energéticos procedentes de fuentes renovables para limitar los gases de efecto invernadero y abandonar la energía fósil. Aquí entran en juego estos nuevos analizadores de Pollution, indispensables para controlar y optimizar los procesos de producción y gestión del gas. «Estamos en un mercado en crecimiento donde el reto tecnológico para producir los nuevos gases energéticos de forma sostenible es muy grande. Nuestra tecnología "lab-on-a-chip" aplicada al análisis químico in situ consiste en incorporar en pequeños chips de silicio las funciones analíticas de laboratorio tradicionalmente llevadas a cabo en lugares más amplios y con plazos más largos», precisa Monticelli. Esta es la increíble revolución de los pequeños chips de silicio: una tecnología que permite efectuar análisis químicos de alto nivel cualitativo directamente en línea, minimizando el consumo energético, los gases técnicos, los plazos de análisis y los costes. La fuerza de la tecnología miniaturizada. Entretanto, casi el 20 % de las ganancias se destina a I+D y, en la actualidad, la empresa es una de las pocas champions europeas, al haber obtenido grandes proyectos de investigación como FP7 y Horizon 2020, financiados directamente por Europa. Pollution cuenta con varias patentes internacionales y colabora con importantes centros de investigación, entre ellos, el más relevante es el CNR de Bolonia. «Hicimos de la innovación abierta nuestro mantra incluso antes de que se acuñara esa definición», cuenta Monticelli. Un entramado de tecnologías y competencias que existe en pocas empresas industriales a nivel mundial. «¡Lo que ha permanecido intacto es nuestra voluntad de mutar! Nos sentimos siempre verdes e imperfectos y así trabajamos con una tensión constante para mejorar. Hoy apostamos por los gases energéticos, que nada tienen que ver con los gases anestésicos y con los negocios del pasado. Y además, ¿dónde encontraríamos otro lugar en el mundo tan lleno de competencias, tecnologías y gente con ganas de colaborar de una forma tan cooperativa como la nuestra? En ninguna parte. En otros lugares, la cadena de valor está mucho más desagregada. El 95 % de los proveedores y socios de excelencia no se encuentran a más de doscientos kilómetros de la empresa», concluye Monticelli. Una vez más, el futuro es la primera persona del plural.
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