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Sant’Antonino di Casalgrande, provincia de Reggio Emilia, nació una empresa
basada en los nanomateriales. Hoy, Nanoprom, que también es una empresa
«benefit», registra un volumen de negocio de 2 millones de euros distribuidos
en un 20% en el extranjero. Por su parte, el Financial Times la sitúa
como la primera empresa química italiana y entre las seis primeras de Europa en
cuanto a crecimiento. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Gian
Luca Falleti, titular de Nanoprom
de Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
Perseverar y después
tener éxito. Porque nada es imposible. Solo hay que creérselo de verdad. En la
historia que vamos a contar, así es como sucede. Pero comencemos por los
lugares, que son los que hacen a la gente. Más allá de áreas metropolitanas de
alta tecnología y escenarios futuristas. A menudo el futuro anida en lugares
inimaginables y habita en una empresa de la provincia italiana que genera
talentos e ideas. Así que el futuro, que hoy se compone sobre todo de una
innovación atenta al impacto medioambiental, comienza en una pequeña pedanía
emiliana. Nos encontramos en Sant’Antonino di Casalgrande, localidad de veinte
mil habitantes al sureste de Reggio Emilia, en la orilla izquierda del río
Secchia. Una tierra que en el pasado tuvo vocación agrícola y que hoy se dedica
a una industria que se articula en maravillosas historias empresariales. Aquí
encontramos a un emprendedor emergente, huérfano desde pequeño y con un título
de secundaria, que decidió desafiar a los grandes y crear productos y servicios
basados en la nanotecnología. Hablamos de Gian Luca Falleti, de cuarenta y
siete años y nacido en Sassuolo. Perseverar y después tener éxito, como hemos
dicho. Con veintiún años, es decir, en 2002, la idea cobró forma en el garaje
de casa, transformado en un auténtico centro de investigación. Un pequeño
químico que decidió ponerse manos a la obra. Pero la suya es una vida que
contiene otras diez dentro. Un pasado como camionero, repartidor de pizzas,
empleado de un lavadero de coches e incluso asegurador. Después, como
representante de una empresa de productos químicos, nació su amor por la
materia. «Me
enamoré de este mundo ligado a los productos químicos gracias a personas
extraordinarias», precisa Falleti, hoy al frente de Nanoprom, que cuenta con 14
empleados. En esta historia también está el Instituto técnico aeronáutico de
Forlí, al que nunca pudo acudir por culpa de un accidente, aunque él aprende de
ingenieros y químicos y luego transforma ese conocimiento en valor. De esta
forma, Falleti estudia los secretos de los nanomateriales, valiéndose del
asesoramiento de expertos. «De este modo he conseguido hacer productos únicos en
el mundo»,
repite con obstinación. El punto de inflexión llegó hace diez años,
concretamente en 2013. Una empresa automovilística le pidió proteger algunos
componentes de aluminio para el techo de un descapotable y lo hizo. Después, la
misma empresa vio que una de sus llantas de magnesio en bruto para su coche de
Fórmula 1 se corroía con el agua y él y su equipo resolvieron el problema. «En
aquella época, la pintura de un coche de Fórmula 1 tenía un peso de dos kilos,
pero en 2015 lo redujimos a 700 gramos», precisa Falleti, que hoy trabaja con un
total de cinco escuderías.
Retrato de la empresa. Su criatura nació así.
Empezó con la primera nave alquilada y después tuvo un crecimiento exponencial.
En Nanoprom nacen soluciones tecnológicamente avanzadas y ligeras para el
tratamiento y la protección de todas las superficies. Y se convierte en líder
mundial en cuanto a patentes y tecnologías relativas al cristal líquido. La
empresa trabaja en náutica, aeronáutica y esa Fórmula 1 seña de identidad del
Emilia Valley. Trabajan tanto con submarinos como con satélites. Pero pronto
empezarán a trabajar también con algunos helicópteros. Por ahora hay
simulaciones, pero no hay quien los detenga. Nanoprom registra un volumen de
negocio de 2 millones de euros distribuidos en un 20 % en el extranjero.
Por su parte, el Financial Times la sitúa como la primera empresa química
italiana y entre las seis primeras de Europa en cuanto a crecimiento. Aquí, en
Sant’Antonino di Casalgrande, hay plantas para laminar el grafeno, otras para
depositar en vacío los nanomateriales, dos laboratorios donde se llevan a cabo las
mezclas, equipos de alta tecnología que cuestan millones de euros e incluso el
microscopio digital óptico más grande del mundo, creado por una empresa
japonesa. Esta empresa preocupada por el medioambiente la construyó Falleti
ladrillo a ladrillo. «El agua la generamos nosotros porque recuperamos la
de los climatizadores, gracias a la creación de silos especiales. De esta
manera, los residuos de producción son de un 2 % y todos los materiales se
reciclan por completo. Asimismo, no utilizamos plásticos entre nuestros
materiales y la electrificación consume un 50 % menos de CO2 que las demás
empresas»,
cuenta Falleti. Entretanto, Nanoprom ha sido reconocida como empresa «benefit»
y desde hace poco ha comenzado a financiar pozos y sistemas fotovoltaicos en
África y a desarrollar un aerosol bactericida.
La fuerza de los nanomateriales. Nanoprom es
una de las primeras empresas de Italia que creyó en la investigación y la
aplicación comercial de los nanomateriales. «Hago productos únicos en el
mundo como, por ejemplo, el cristal líquido. La vitrificación en frío también
tiene la ventaja de ser neutra para el medioambiente y no es tóxica para el ser
humano. Por otra parte, la pintura es la fuente principal de los microplásticos
del océano y el 58 % de los microplásticos de los mares del mundo procede
de las pinturas. Nuestro revestimiento no contiene ni plásticos ni cauchos»,
concluye Falleti, que hoy dispone de 12 patentes, 8 de ellas aprobadas. La
última patente de Nanoprom reduce los embalajes de plástico y rediseña el
cartón que recubre los palés de la cerámica. Pero esta aún es otra
extraordinaria historia de futuro.
También están los nuevos retos
que toman forma: así nace Nalucoat, empresa emergente que elimina el uso de
cromo tri y hexavalente en todos los elementos del diseño de interiores.
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