Proyectos y mobiliario a medida para particulares y entes públicos: bibliotecas, oficinas, barcos, museos y mucho más. Todo ello entre artesanía e industria: esta es la receta para navegar en las aguas tempestuosas de un mercado mundial que necesita respuestas rápidas bajo el signo de la calidad. Y todo tiene siempre raíz en las personas, en cómo estas trabajan juntas. Para FARE Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Paolo Castelli
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Hay una escena de Pulp Fiction, la película de Quentin Tarantino, que forma parte del imaginario colectivo. Una frase que constituye un manifiesto programático de lo que significa hacer, pero sobre todohacer bien. “Soy el señor Wolf, resuelvo problemas”. Si hay una empresa que encarna este aspecto a la perfección, esa es Paolo Castelli SpA, líder mundial en soluciones de decoración y objetos de arte, comprometido también con proyectos de interiorismo corporativo para espacios residenciales y públicos, con la centralidad del diseño y la realización de soluciones para hoteles, teatros, bancos, bibliotecas, chalés privados, barcos, museos, aeropuertos, hasta llegar al reto titánico de la Expo 2015, en la que el Pabellón de Italia constituyó una obra maestra del made in Bolonia. «Una experiencia increíble, un orgullo enorme. Fue como construir la Torre Eiffel», recuerda Castelli.
Todo tiene raíz en las personasLos retos se afrontan contando con profesionales competentes y apasionados, apostando por el cumplimiento de las reglas, por las instituciones que se supeditan necesariamente a los procedimientos, por el trabajo en equipo. Eso mismo, el equipo: personas que trabajan juntas con un planteamiento multidisciplinario. Porque también en este caso las soluciones se hallan creando redes de relaciones, y “señor Wolf” está en primera persona del plural. Así es como Paolo Castelli SpA se ha convertido en una historia internacional. Ciento cuarenta años de búsqueda, desde Italia hacia el resto del mundo. «No hay una varita mágica, todo tiene siempre raíz en las personas, que son el factor decisivo. Después de todo, cuando se gestionan proyectos de tal complejidad, como hacemos nosotros, el capital humano lo es todo. No es solo una cuestión de competencias. Tiene que ver con la fiabilidad, y por eso somos unos solucionadores de problemas: los proyectos pueden tropezar en algunos puntos, por definición, y nosotros vamos resolviendo los problemas por el camino en breve tiempo». Estas son las palabras de Paolo Castelli, boloñese, de la quinta de 1966, licenciado por la facultad de Ciencias Políticas en la rama de económicas y con una experiencia a su espaldas en los Estados Unidos. Luego la vuelta a Italia. Castelli ha definido siempre la artesanía como arte y apuesta por una cadena de suministro formada por una red de artesanos, artistas y diseñadores que trabajen juntos. En un mar tempestuoso, marcado por las fuertes aceleraciones del mercado, Castelli ha sujetado el timón con firmeza, con la brújula apuntando siempre hacia esa área híbrida donde artesanía e industria se unen. Una tercera vía que entraña dinamismo, flexibilidad y agilidad. Es por eso que logran ocuparse de demoler un edificio, reconstruirlo y amueblarlo, siguiendo los planteamientos de una ingeniería del valor global: una especie de servicio llave en mano. «Logramos trabajar en proyectos complejos sin renunciar a la mentalidad artesana, con un enfoque centrado en la producción a la vez que un cuidado absoluto de los detalles, para una calidad elevada. A menudo digo que un sofá desproporcionado puede pasar a ser algo normal con lo hay que aprender a vérselas, en lugar de ir evitándolo. Esta comparación no es un disparate, porque estamos ligados a la personalización del producto. Hemos implementado el proyecto de 458 productos por cuenta ajena» precisa Castelli. Así es como la italianidad se convierte en valor añadido, porque implica tener ese sexto sentido que te permite destacar.
Saber hacer a la vez que saber pensarLa empresa cuenta con más de 100 empleados y colaboradores, más de la mitad ingenieros, diseñadores, arquitectos. Luego está el equipo que se ocupa de la logística, las compras, los aspectos legales, administrativos, financieros. «Las personas de la empresa llevan con nosotros desde el principio, hemos crecido juntos. Ahora apostamos por competencias relacionadas con la tecnología digital, incluso de gran especialización, pero a condición de que se sepa trabajar en equipo» precisa Castelli. Las oficinas centrales se hallan en Ozzano dell'Emilia, en la provincia de Bolonia. Aquí surgió la sede-estudio de diseño que hoy se ocupa de diseño de producto y de obras como contratista principal. Luego está el salón de exposiciones en el corazón del prestigioso barrio de Brera, en Milán, y la sección de marina en Carrara, para la gestión del abastecimiento naval. Pero el perímetro se extiende bastante más allá de la frontera nacional. En 2018, la entrada en París, con la apertura del salón de exposiciones en el barrio de Le Marais, trasladado recientemente al prestigioso bulevar Saint Germain. Luego, en 2019, la apertura de la sucursal de Londres, con capacidad para gestionar proyectos importantes. Pero en realidad, más que una sociedad, Paolo Castelli SpA constituye la historia de una familia que creó esta empresa justo después de la Unidad de Italia. Corría el año 1887 y el abuelo Castelli decidía abrir un taller de ebanistería en Bolonia, aunque no se trataba solo de un taller: ya entonces era algo más. Luego, con el paso del tiempo, a la esfera artesanal se le fue uniendo el planteamiento empresarial y la apertura fuera de las fronteras nacionales. En 1994, el joven Paolo, bisnieto de Castelli y penúltimo de siete hermanos, integró la empresa de cortinajes Modular con la sociedad especializada en mobiliario y diseño Domodinamica. De ahí surgió la actual Paolo Castelli SpA. Ahora la atención se centra en las técnicas innovadoras relacionadas con la sostenibilidad: la colección Greenkiss, creada un año antes de la emergencia por la pandemia, está basada en la idea de entregar a los clientes un producto que no solo está hecho con resinas ecológicas, sino que también dispone de patas de madera FSC no seleccionada o correas de yute. «La preocupación por el medioambiente va más allá del elemento accesorio y se convierte en parte integrante del proyecto. Y además, por cada árbol cortado se vuelve a plantar otro. Las técnicas ecológicas de nuestros artesanos se inspiran también en la sabiduría del pasado, como el acabado con tratamiento acético, que proporciona a la madera un peculiar color tanino (más o menos intenso dependiendo de la duración del baño acético), o el acabado de poro abierto, cuyo tratamiento permite que la esencia mantenga su aspecto natural.
A fin de cuentas, el mobiliario era ya ecológico tiempo atrás», precisa Castelli. Para este visionario diseñador que se ha convertido en un empresario de éxito, la parte más emocionante del trabajo se repite cada vez que sale un nuevo producto de las colecciones. «En el fondo, es como si te naciera un hijo. Para hacerlo, sin duda hacen falta competencia, flexibilidad y visión, pero sobre todo valentía».
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