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FARE INSIEME - Ep. 7 - Ducati: cuando una empresa se convierte en mito

Domenicali: «Sentimos pasión por las cosas bellas y bien hechas. Pero cuando todo va bien es cuando más hay que invertir en el futuro»

16/11/2021

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Un viaje por la zona del Valle del Motor de Emilia-Romagna, que todo el mundo nos envidia, con su mezcla de tecnologías avanzadas, competencias especializadas y una extensa cadena de suministro. «Hoy hacen falta sustancia tecnológica, visión de futuro, inversiones constantes en nuevos productos y, sobre todo, las personas apropiadas». Para FARE Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Claudio Domenicali, director ejecutivo de Ducati..

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

Hay historias de empresa que se convierten en mito, volviéndose memoria colectiva compartida. Una especie de esperanto que puede ser comprendido en cualquier parte del mundo. Y la que estamos a punto de contar es precisamente una de esas. Una historia surgida bajo el cielo emiliano de principios del siglo pasado para poner en contacto a las personas, literalmente. Porque lo que hoy es el coloso Ducati, en el lejano 1926 era en realidad una pionera empresa emergente levantada por el ingeniero Antonio Cavalieri Ducati con el fin de investigar y fabricar tecnologías para la comunicación vía radio. El objetivo de Ducati era claro: dar salida a las intuiciones (en breve transformadas en patentes) que su hijo Adriano, pionero de la transmisión radiofónica, desarrollaba. Fue precisamente este muchacho trotamundos quien puso en marcha la primera conexión radio estable entre Italia y los Estados Unidos y la primera conexión simultánea entre los cinco continentes. Pero la empresa no tardó en experimentar bastante más allá de la radio, llegando a producir incluso un condensador especial en el sótano de un bloque de pisos del centro de Bolonia. De los primeros aparatos radiofónicos se pasó a los proyectores cinematográficos y luego a las máquinas de afeitar eléctricas, hasta desembarcar en el sector del motociclismo en 1946. La innovación siempre ha sido un elemento crucial en la historia de esta empresa, ligada indisolublemente al nacimiento del Motor Valley (el valle del motor) en Emilia-Romaña, ese distrito industrial de saberes y tecnologías que todo el mundo nos envidia.

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Los lazos de unión son la fortaleza de una marca que está enraizada en su territorio, pero cuya mirada está abierta al mundo entero. Un territorio, ese, en el que se siente la pasión por las cosas bellas y bien hechas. Claramente, la evolución tecnológica y el aumento de la complejidad, para poder hacer bien las cosas en el mundo, exigen tener un tamaño y un alcance cada vez mayores. Tenemos que explotar todo el mercado mundial y por eso nuestra política de empresa es crear productos que fascinen a todo el mundo, apostando por los sistemas digitales, que hoy nos dan una oportunidad extraordinaria», afirma Claudio Domenicali, director ejecutivo de Ducati, quien entró a formar parte de la empresa en 1991, con una licenciatura en ingeniería mecánica por la Universidad de Bolonia en el bolsillo. Su historia recuerda aquella, legendaria, de otro gran directivo, ese Alan Hope, jefe de Unilever, que se incorporó a la multinacional tras licenciarse, donde empezó a trabajar como becario en la división de marketing, para acabar convirtiéndose en director ejecutivo mundial. «De mis comienzos recuerdo una empresa todavía pequeña, pero que ya por entonces no paraba de experimentar igual que ahora. En aquella época, en los primeros años 90, éramos solo tres ingenieros y hoy somos más de trescientos. Luego está la larga historia de la empresa, que arranca en 1926, llena de altibajos. Desde la década de 2000, el crecimiento es constante y hoy nos encontramos en el mejor momento de nuestra trayectoria. Ha habido muchos momentos difíciles; a fin de cuentas, nos movemos en un mercado donde hay mucha competición y regocijarse en el prestigio de la propia marca no es suficiente: hacen falta sustancia tecnológica, una visión amplia de futuro, inversiones constantes en nuevos productos, servicios y soluciones. Y luego hay una enseñanza con la que yo me quedo por encima de cualquier otra: cuando las cosas van bien es precisamente cuando más hay que invertir en el futuro», dice Domenicali sin medias tintas.  

Distritos industriales reticulares 

Una empresa que contiene muchas otras. Porque cuando se habla de Ducati, su historia hay que contarla necesariamente en plural: están también las actividades satélites con su extensa cadena de suministro. así como los lazos con las instituciones académicas y con los lugares del saber, los cuales, en este valle de los motores, que es todo trabajo, pasión y concreción, se convierten inevitablemente en lugares del hacer. «Hoy las distancias en el mundo son más cortas, pero la pandemia y el consiguiente trastorno de los volúmenes de producción, que primero se desplomaron y luego crecieron rápidamente después de la crisis, ha tensado los sistemas productivos y logísticos. Lo que ahora nos preguntamos es cuál debe ser la forma correcta de actuar en un distrito industrial de excelencia. Hay tecnologías disruptivas en el mundo y creo que habrá que ser muy selectivos. Nosotros tenemos un gran tejido productivo, una cadena de suministro de componentes que el mundo nos envidia y este es un valor que hay que preservar», precisa Domenicali. Pero a la pregunta sobre qué es lo que ha permanecido inalterado desde la fundación hasta hoy y qué es lo que, sin embargo, ha mutado con el tiempo, este ingeniero no tiene ninguna duda. «Lo que no ha cambiado ha sido nuestra pasión por las cosas bellas y bien hechas, cosas de gran calidad y distintivas, como también sigue siendo la misma la pasión por las emociones que el producto puede ofrecer. Lo que ha cambiado en la evolución histórica de la empresa es su competencia técnica y tecnológica, la capacidad de aventurarse en la investigación y la innovación hasta el punto de que hoy podemos decir con seguridad que, en varios campos, Ducati representa la frontera tecnológica de nuestro sector. Y todo ello es el resultado de mucho trabajo, de muchas inversiones, de muchas personas».   

La gente por encima de todo

Exacto: las personas. Para Domenicali, la mejor estrategia es involucrarlas en la toma de decisiones de la empresa. «El welfare, es decir, los beneficios sociales, lleva al wellbeing: al bienestar y al orgullo de estar juntos. Aunque no somos perfectos, intentamos, en todo momento y con gran atención, darlo todo por nuestras personas. Después de todo, los primeros fanes de Ducati son nuestros empleados y empleadas, hasta tal punto que los clientes también acaban percibiendo ese sentido de participación. Con el cliente, además, logramos sentirnos identificados. No solo somos fabricantes: los lazos que nos unen están basados en una relación de confianza, casi religiosa, una comunión de intenciones. Todo esto se refleja en todos los ámbitos de una empresa caracterizada por la sonrisa. Durante la pandemia nos hemos preocupado de ofrecer a nuestros colaboradores pruebas PCR gratuitas y la oportunidad de trabajar a distancia, pero queremos ir más allá de estos servicios: el objetivo es hacer que las personas se sientan protegidas cada día, más allá de la retórica», dice Domenicali. Diseño, belleza, confianza. Así como un esmero obsesivo en el producto. «Nos encontramos en un momento de grandes cambios: estamos experimentando una aceleración en la digitalización inherente a los componentes de software de los productos y la interacción con el cliente, a la vez que un fuerte impulso hacia la sostenibilidad. Los retos están relacionados con la propulsión eléctrica que se está desarrollando en el mundo de las dos y las cuatro ruedas y nosotros nos comprometemos a darle respuesta, planteándonos montones de preguntas», concluye Domenicali. Una vez más, el futuro que corre rápido se escribe juntos.
  
https://podcast.confindustriaemilia.it/

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