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FARE INSIEME - Ep. 10 - Mec-Palmieri, pasión de familia entre tradición e innovación

Marcello y Francesco Palmieri: «Os vamos a contar por qué nuestra historia es una Fábula»

25/11/2021

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De una tienda de embutidos y fiambres en el corazón de la ciudad de Módena, a los mercados europeos, apostando por la importancia del factor tiempo. Porque en esta historia todo gira alrededor del tiempo, que hay que preservar sin caer en la tentación de industrializarlo todo porque sí. Historia de Mec-Palmieri y de su receta para el éxito. Para FARE Insieme Giampaolo Colletti entrevista a Francesco y Marcello Palmieri, a la cabeza de la empresa de familia.

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

Esta historia es una fábula, en el nombre y en los hechos. Porque es el relato de una tradición que se conjuga con la innovación. Porque es la demostración de cómo los valores de una empresa pueden ligarse a la comunidad sobre la que esta se ha levantado. Y también porque, aun teniendo poco más de un siglo de historia, se puede optar de forma consciente por no dejar de sorprender, de darlo siempre todo. Una fábula en el nombre y en los hechos, decíamos antes. Pero no solo eso, ya que estamos hablando de un producto que hoy es apreciado por doquier. Su alcance es mucho mayor, viajando a través del tiempo. Corría el año 1919 y el abuelo Emilio Palmieri abría, en el corazón de Módena, una pequeña tienda en la que se procesaban las carnes más genuinas para convertirlas en embutidos y fiambres artesanales de calidad. Un arte que luego transmitió a su hijo Carlo, quien ya desde muy joven decidió trabajar en la fábrica de embutidos y fiambres de sus tíos, para luego, en 1961, cumplir su sueño: abrir un tienda por su cuenta, trasladándose a la baja llanura modenesa, donde puso en marcha una actividad de producción artesanal de mortadelas, salchichones, chicharrones, pancetas y capicolas empleando las carnes de su propio criadero y matadero. A eso hoy se le llamaría cadena de suministro extendida, pero en aquella época, para Carlo Palmieri, era el deseo de crear un producto único, empezando por la calidad de la materia prima. Luego, en los años 70, llegó el crecimiento de la empresa y su traslado a San Prospero, un pueblo de seis mil almas partido por la carretera provincial a pocos kilómetros de Módena, en ese espacio donde hoy se extienden los 30.000 metros cuadrados de su planta de producción. Esta es la historia de la fábrica de embutidos y fiambres Salumificio Mec-Palmieri, reconocida en los mercados italianos como marca referente en la producción de mortadelas de calidad y embutidos precocinados. «Siendo una empresa histórica (este año cumplimos nuestro sexagésimo aniversario), siempre hemos apostado por la calidad. La tradición y la calidad son lo más importante e intentamos cumplir con ellas y valorizarlas al máximo siempre. La empresa hoy exporta a Alemania, España y Francia en algunos campos relacionados con el cáterin de excelencia».

La historia de la Favola (Fábula)

Vayamos, pues, al origen de la Favola (Fábula), en este caso con mayúscula. «Se trata de un producto que ha escrito una página en la historia del sector italiano de los embutidos y fiambres, ya que es la primera y única mortadela del mundo que es embutida en corteza de cerdo. La idea de la mortadela Favola (fábula, en italiano) surgió de la voluntad de diferenciarse respecto a otros productores, ofreciendo algo único en su clase», dice Marcello Palmieri. De ahí a la intuición: aplicar a la mortadela los conocimientos adquiridos en la producción del zampone y el cotechino (dos fiambres porcinos precocinadas italianos, típicamente navideños; el zampone es una mezcla de carne de cerdo embutida en un envoltorio con forma de manita de cerdo; el cotechino se llama así por la cotica, es decir la tripa de cerdo n.d.t.). La masa de ambos productos precocinados es análoga, pero su sabor y textura son diferentes: el zampone es más suave y armonioso al paladar que el cotechino. Estas diferentes propiedades organolépticas se deben al envoltorio en el que son embutidas y cocidas estos fiambres: el cotechino es embutido en la tripa, mientras que el zampone es embutido en la corteza de la pata del cerdo. La corteza del cerdo, al ser una piel natural, permite que el relleno transpire durante la cocción y proporciona a la masa suavidad y armonía en el sabor, volviéndolo delicado, pero sobre todo digestible. De ahí a la prueba: comparar la misma masa de mortadela en dos envoltorios diferentes, una embutida en la tripa, según la tradición, y una embutida en bolsas de corteza de cerdo. «El nombre Favola surgió la primera vez que se probó la mortadela embutida y cocida en la corteza de tocino: recuerdo que todavía estaba mi padre y, al momento de probarla, su primera y espontánea reacción fue precisamente exclamar “esto está de fábula” –questa è una favola, en italiano, n.d.t.–. Era el año 1997, cuando registramos la marca Favola y depositamos la patente de este innovador envoltorio para embutir la mortadela. Han pasado ya 25 años desde entonces», recuerda Marcello Palmieri. La mortadela Favola es procesada mediante un método puramente artesanal: desde el embutido al atado, todo se hace a mano, de manera que no pueda haber una igual a otra en cuanto a forma, y su cocción tiene lugar en hornos de piedra tradicionales. Una firma única. «Para nosotros, la cocción en los hornos de piedra equivale a una cocción tradicional. Este embutido requiere un proceso de cocción que varía en función de su diámetro. La mortadela Favola de media necesita 24 horas», precisa Marcello Palmieri.

La solidaridad de la comunidad
Pero en las fábulas, ya se sabe, también se pasa por momentos difíciles. Y así fue con el terremoto de 2012. «Una tragedia que nos golpeo de lleno: en un instante nos vimos con la planta de producción totalmente inutilizable y por reconstruir». Una página dolorosa, marcada, sin embargo, por la solidaridad de la comunidad, incluidas las empresas del ramo, competidores que se vuelven aliados en los momentos difíciles. Fue así como la empresa consiguió recomenzar. «Entendimos que había que recomenzar rápidamente, a pesar de las grandes dificultades, y todos nos pusimos manos a la obra. Todavía recuerdo a nuestros muchachos, que salían con nuestros adobos camino de otras fábricas de embutidos donde hacer nuestra mortadela, y lo mismo con el zampone y el cotechino. Después del terremoto, volvimos a construir la empresa modernizándola, pero sin renunciar a algunos elementos ligados a la tradición, como en el caso de los hornos, que reconstruimos exactamente como eran antes, es decir, de piedra, con la decisión consciente de no decantarnos por los sistemas más actuales», cuenta Marcello Palmieri.

El factor tiempo

En la empresa está hoy Francesco Palmieri, quien representa la cuarta generación de una fábula empresarial de éxito. «Lo que sigue igual que antes es el enfoque imperecedero que nos legó el abuelo, aunque con una voluntad continua de evolucionar, de especializarse, de crecer en una búsqueda constante de la calidad. Dichos valores siguen siendo los mismos incluso en estos tiempos modernos, es más: hoy valen todavía más si cabe. Lo que yo intento aportar tiene que ver no solo con la producción sino también con la comunicación, con la cultura de la marca y los lazos con el territorio. Somos una de las pocas y últimas empresas productoras del sector alimentario en nuestro territorio. Nos sentimos muy ligados a esta comunidad y a nuestra tierra, que intentamos valorizar y sostener de la mejor forma posible», cuenta Francesco Palmieri. Luego está el factor tiempo. Porque en esta historia todo gira alrededor del tiempo, que se convierte en la brújula con la que orientarse a la hora de tomar las decisiones. Un tiempo que hay que preservar, sin caer en la tentación de industrializarlo todo porque sí.  «Disponemos de un sistema moderno, centrado precisamente en el tiempo a nivel cualitativo. Está la fase de la cocción, que debe tener lugar lentamente en los hornos de piedra. Luego está el abatimiento rápido de la temperatura mediante sistemas de refrigeración y el lavado mediante ducha para mantener la salubridad e integridad del producto». En los tiempos acelerados en los que vivimos, esta empresa de Emilia-Romagna nos recuerda que usar bien el tiempo es el ingrediente ganador.
  
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