Nada menos que 1200 empleados y una previsión de 160 millones de euros en volumen de negocios para 2024. «La digitalización y la transición energética son dos variables disruptivas. Con estos elementos la pregunta no es si se producirán, sino cuándo se producirán. Tenemos que llegar antes, tenemos que trabajar juntos con un enfoque predictivo». Para FARE Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Renzo Gibellini, director ejecutivo de Reflexallen.
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Un mundo en evolución es el que ve y del que habla Reflexallen,
una excelencia de la región de Emilia que se ocupa de automoción. Un mundo que está migrando a velocidades
alternas hacia el sector del eléctrico. Un mundo aún por construir, con nuevos
desafíos que se vislumbran en el horizonte, necesidades emergentes de un tipo
de cliente que se preocupa más por las dinámicas del impacto medioambiental,
sistemas que hay que recalibrar en esta transición. «Sin dejar de centrarnos en los vehículos pesados, nos
estamos moviendo hacia un mundo más amplio y eléctrico. Estamos viviendo una
transición lenta a ojos del público, pero mucho más acelerada en la cadena de
abastecimiento, en la que se está produciendo un verdadero terremoto, con una
curva de crecimiento que es hasta dramática. Después de todo, también ha
influido la variable relacionada con la pandemia, que lo ha acelerado todo», cuenta Renzo Gibellini,
director ejecutivo de Reflexallen, un coloso en el sector de los componentes de
precisión y activo también en el sector posventa. La empresa se ocupa
esencialmente de la transferencia de energía en el sector de la automoción:
estudia todos los sistemas responsables del movimiento de fluidos mediante tubos,
cables, clavijas y cableados de todo tipo. El cliente dice qué tipo de energía
desea utilizar y en qué producto y Reflexallen se encarga de todo lo demás:
diseño, desarrollo, ensayos, prototipado, producción. Estamos en las colinas de
la provincia de Módena, concretamente en Guiglia, un maravilloso pueblo de
menos de tres mil habitantes que, con Reflexallen, pone la mirada en el mundo
entero. La empresa cuenta con una plantilla de 1200 personas, repartidas entre
sus distintas sucursales en el mundo, incluidas las de China, Estados Unidos,
Japón, Alemania, Inglaterra, Irlanda e India, donde llega a tener hasta cuatro
plantas.
Entre el viejo y el nuevo mundo. Hoy el mercado experimenta
fracturas profundas, se ve más sometido a pruebas de estrés, por utilizar una
metáfora del mundo de la investigación. Una montaña rusa marcada por la
emergencia del virus que se ha visto también en las cifras: si en 2019 el
volumen de negocio fue de 120 millones de euros, en 2020 pasó a 80 millones y
para este año la previsión es de 110 millones. Pero la tendencia es la de un
fuerte crecimiento. «Para 2024 tenemos previsto
alcanzar los 160 millones de euros con más de 1500 personas en plantilla. Es el
impacto de la transformación del sector hacia el eléctrico, indicado por los centros
de investigación de todo el mundo. Todo
ello implica también el replanteamiento de lo que significa hacer un vehículo.
¿La prueba? Pues un 43 % menos de piezas en un vehículo eléctrico comparado con
uno tradicional. Un impacto devastador en el sector de los componentes. Así
pues, el mensaje es uno solo: evolucionar», precisa Gibellini.
De ahí que la clave para ganar no consista en seguir el cambio
sino en anticiparse a él, sobre todo en esta fase, de la que ya no hay vuelta
atrás. Hay muchos elementos diferentes en juego, factores ajenos a la empresa
pero que inciden dentro de ella: está el final del motor térmico, el impulso
hacia la conducción autónoma, que en 2030 será una realidad; está la
recopilación de datos mediante sistemas de sensores mucho más extendidos y
sofisticados en el interior del vehículo; está el tema de la reducción del
parque de vehículos, con nuevos medios de transporte, diversos y más
versátiles, como las pequeñas lanzaderas autónomas que sustituirán a los
grandes autobuses en las ciudades . «Todo esto sucederá más rápido de
lo que pensamos. La digitalización y la transición energética son dos variables
disruptivas. Con estos elementos la pregunta no es si se producirán, sino cuándo
se producirán. Esto es algo que nosotros vemos en la práctica cada día, no es
la moda del momento, sino una nueva y ya presente realidad. La situación es
inquietante, pero hay entusiasmo. Tenemos que llegar antes, tenemos que
trabajar juntos con un enfoque predictivo. Después de todo, sabemos lo que
ocurre con la tecnología, con sus curvas de crecimiento, mucho más rápidas que
antes, por lo que se tiene menos tiempo para elaborar nuevos y diversos modelos
de negocio y hallar soluciones. Saber anticiparse a los cambios de la época,
sobre todo en este momento, se ha convertido en algo esencial. Por esto,
igualmente, nos dedicamos al desarrollo de nuestro
sistema de empresa, de nuestra esencia como proveedores Tier 1, y a conseguir
aumentar nuestra velocidad como plataforma y como agrupación de abastecimientos»,
dice Gibellini.
Trabajo en equipo. Exacto: la agrupación, esto es,
un distrito territorial que desarrolla redes de relaciones al sumarse a la
excelencia en el mundo. El secreto es, también en este caso, el trabajo en
equipo, para que nadie se quede atrás. Después de todo, se gana o se pierde
juntos: este es el mantra apropiado para un socio global cuya forma de actuar,
al mismo tiempo, está basada en la puesta en práctica. La vía maestra es, pues,
hacer las cosas juntos, con una visión no solo de empresa, sino que además
abarque toda la cadena del valor. «Tenemos férreas directrices en lo
referente al mundo de la automoción y una pasión desmesurada por hacer las
cosas bien y con total dedicación. La gerencia pasa a ser un factor esencial,
así como la capacidad de evolucionar con rapidez. Pero el espíritu empresarial
sin el equipo, carente de ese elemento relacionado con la comunidad, no es
nada. Es por eso que aquí, en nuestra organización, ese sentido de comunidad,
esa conexión con la empresa, funciona. El capital humano lo es todo, pues nuestros
profesionales tienen una gran preparación, con una especialización vertical. En
el trabajo, a la persona se la valora en base a tres pilares: inteligencia,
carácter, pasión. Luego hay un cuarto elemento fundamental, que es el
conocimiento. Este es esencial, pero unido a los demás pilares que definen a la
persona tanto en ámbito profesional como en lo personal», puntualiza Gibellini. Las
personas apropiadas con las que llegar preparados al nuevo mundo, el
digitalizado, y en el que la tecnología va a ser omnipresente. Gibellini está
convencido de ello: «Hace por lo menos veinte años que
lo pequeño ha dejado de ser atractivo, y en una lógica tan dinámica la Cultura
de nuestras empresas está en perenne evolución, pero nuestras raíces son
fundamentales, ya que nos mantienen con los pies en la tierra y nos recuerdan
quiénes somos y cuál es nuestra meta. Dentro de veinte años, el mundo será
diferente, menos empresas pero mucho más grandes, fruto de este gran proceso de
reagrupación que se está produciendo; nuestras raíces, firmes aquí, centrales,
como siempre ha sido y será: las personas».
https://podcast.confindustriaemilia.it/
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