Un viaje a la empresa boloñesa de cartotécnica, líder en soluciones de embalaje. Una joya tecnológica con un volumen de negocio de 18 millones de euros, un crecimiento del + 16 %, 100 empleados y un negocio repartido entre Italia, Francia, Suiza y Alemania. «El envase debe distinguirse y el paquete en el estante es esencial. Es el envoltorio que hace que los productos sean apetecibles porque incide en las decisiones de compra y orienta las elecciones». Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Antonio y Fabio Bonacini
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Del antiguo negocio ha permanecido el espíritu de vanguardia, las
ganas de experimentar con nuevas soluciones, la sana obsesión por cuidar los
detalles. Incluso si hoy en día ese negocio es una joya tecnológica con un
volumen de negocio de 18 millones de euros, un crecimiento anual del
+ 16 % y 100 empleados, entre directos e indirectos, para un negocio
italiano al 90 %, pero que ya opera en Francia, Suiza y Alemania. Y pensar
que en sus inicios había diez personas. En resumen, ha recorrido un largo
camino. Esta es Labanti e Nanni. Los inicios de su historia están en una
pequeña imprenta en la zona de Pratello, en el casco antiguo de Bolonia.
Después, el desembarco en via Segantini y, por último, el cambio a la sede
central que hoy se extiende en noventa mil metros cuadrados, con veintisiete
mil de terreno adyacente. Nos encontramos en Anzola dell’Emilia, con casi trece
mil habitantes dentro del área metropolitana de Bolonia, en el consorcio
Sandoni. «Somos una empresa cartotécnica de embalaje y el mercado principal es
el del embalaje general realizado escuchando al cliente, con una innovación
continuada y la capacidad de sorprender constantemente. Hoy, obtiene mejores
resultados quien sea capaz de estar al frente de más sectores. Pero el ADN de
nuestra empresa está hecho de personas. Los recursos humanos son lo más
importante. El capital humano incide en el negocio. Sin un equipo no se puede
hacer nada y, sea cual sea el sector, ser capaz de tener un equipo preparado y
con una fuerte vocación en el sentido de pertenencia marca la diferencia»,
afirma Fabio Bonacini, director ejecutivo y miembro del consejo de
administración de Labanti e Nanni. Desde los envases para cosmética a aquellos
para farmacéutica, alimentación, higiene personal, etc., vendidos en todo el
mundo.
El viaje juntos. Tanto Bonacini padre como el hijo han tomado juntos este camino empresarial. Ya han pasado casi
treinta años desde la adquisición. Una aventura hecha de muchos momentos y con
una cierta desorientación inicial para un trabajo nuevo. «Escuchamos al
mercado, a los clientes, a la gente de la empresa. Tratamos de entender el
sector en el que habíamos acabado y, tras haber estudiado mucho, aportamos
nuestra contribución con estrategias que han resultado ser un éxito», recuerda
Antonio Bonacini, ingeniero mecánico con un don para los desafíos buenos e
imposibles que, en el año 1997, decidió dar el paso empresarial junto a su hijo
Fabio y a un tercer socio, Andrea Fanti, que se unió al equipo en 2009,
aportando su contribución profesional procedente también del sector de la
impresión. Fue el inicio de una aventura que ha cambiado a la empresa,
manteniendo ese ADN hecho de artesanía y pasión, pero llevándola hacia
dinámicas industriales. «Hemos estructurado el negocio en el modo más
industrial posible, a través de la estandarización de los procedimientos y
apostando por la calidad y la eficiencia productiva. Hoy en día trabajamos a
tres turnos, apostamos por el trabajo en equipo y efectuamos una inversión
constante en máquinas y estructuras. Hemos apostado por el seguimiento del
proceso productivo y este elemento también ha fidelizado a los clientes. Unimos
un minucioso control de gestión de multinacional a la flexibilidad de un
negocio artesanal y esto nos permite ser ágiles y estar atentos a aquello que
requiere el mercado. De algunos productos de cosmética, antes producíamos 500
envases, hoy hacemos 50 millones», precisa Fabio Bonacini. Un diseño
empresarial que ha resultado ser un éxito. Antonio Bonacini lo recuerda muy
bien: «¿El secreto para lograrlo? Apostar por la creatividad y la fiabilidad.
Los clientes acuden a nosotros con una idea y nosotros tratamos de realizarla,
con el conocimiento de que el envase de un producto es, hoy en día, el propio
producto. Porque es el envoltorio que lo hace apetecible en los estantes. El
embalaje parte de los productos y llega mucho más allá porque es capaz de
incidir en las decisiones de compra, orientando las elecciones. El paquete en
el estante es esencial. El envase debe salir de ahí, debe distinguirse».
Embalaje con un corazón verde. Hoy en día,
la empresa diversifica la oferta y un 15 % se destina a la impresión de
papel, como el utilizado en las hojas de instrucciones de los prospectos o en
catálogos y revistas de arte. También están los envases realizados con
maquinaria de alta tecnología y, por tanto, de altas prestaciones. «En los
últimos ocho años hemos invertido en maquinaria que ha embellecido el embalaje.
Tenemos la posibilidad de fijar barnices o láminas doradas o plateadas en las
que poder imprimir y, junto a la empresa fabricante de máquinas de impresión,
hemos sido la primera empresa de producción del mundo que ha implementado la
tecnología de impresión con tintas y lámparas UV LED. Pero para poder realizar
estas cosas, es fundamental adoptar las últimas tecnologías disponibles en el
mercado. Por ello, hemos adquirido una máquina única en el mundo por sus
prestaciones de productividad, con un valor de 4 millones de euros. Una máquina
que garantiza alta calidad y escalabilidad y, por consiguiente, una gran
competitividad. Todo ello significa combinar calidad y competitividad. Hoy en
día, el capital humano junto a la ingeniería industrial son capaces de
satisfacer las nuevas necesidades de los clientes. Pero está prohibido
improvisar. Hay que estudiar, formarse: esto es lo que marca la diferencia»,
precisa Fabio Bonacini. También está el elemento asociado a la sostenibilidad,
con la protección del medioambiente,
que pasa a través de las materias primas, productos, procesos certificados. Un
camino de pioneros, emprendido incluso antes de que se hablase de la urgencia
de los desafíos medioambientales. También lo recuerda Antonio Bonacini: «Esta
evolución con respecto al plástico es una gran ventaja para nuestro sector,
pero nuestra empresa es sostenible y circular desde siempre y continuaremos
jugando este partido». Una vez más, se habla de la empresa en plural, que sale
al campo a vencer.
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