De una pequeña tienda en el corazón de Bolonia a los mercados en cualquier lugar del mundo. La torrefactora de la región de Emilia apuesta, pues, por el café de calidad y ayuda a realizarlo a la perfección. Ya en 2001, se creó el taller de formación “Laboratorio dell’Espresso”, con aulas en Bolonia, Milán y Nueva York. «La formación es esencial y está hecha de cercanía, relación, escucha». Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Costanza Filicori y Luigi Zecchini
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Hay historias que vienen de lejos, en el
tiempo y en el espacio. Historias destinadas a hacer historia. Historias que se
anidan incluso en un grano de café, que a lo largo de los siglos ha dado una auténtica vuelta por el mundo y las culturas.
En el fondo, ese grano es el relato de los colores y la tierra de África, donde nació, pero también de los olores de Arabia, que lo inventó. Un grano que encierra mil aromas en su
esencia y que adquiere un sinfín de aspectos diferentes: moka, negro, expreso, o bien largo, cortado,
doble o corto, al igual que italiano, turco o americano. Esta es la fuerza del grano que se hace café, cuando llega en ese
saco de tela basta, acogido como si fuera un rey. Bien lo saben en Filicori Zecchini, empresa líder en torrefacción, nacida en Bolonia y hoy presente en
Italia y en el mundo. Una entidad centenaria, pero ágil como una empresa emergente. En el
lejano 1919, en una pequeña tienda en el corazón de Bolonia, Aldo Filicori y Luigi Zecchini pusieron en marcha un
negocio relacionado con la venta de café. Allí dentro estaba todo su amor por las cosas buenas y de calidad, las
mejores materias primas y el secreto para un tueste perfecto. «Hoy día, transcurrido más de un siglo, el
esmero que ponemos en la búsqueda de materias primas y mezclas
sigue siendo el mismo, aunque ha habido muchas innovaciones relacionadas con el
café
a lo largo de los años», afirma Costanza Filicori, directora
general de Filicori Zecchini, la tercera generación al timón de esta empresa que cuenta con 80
colaboradores, entre directos e indirectos, un 15 % en el mercado extranjero en
más de 30 países de todo el mundo. Luego
está
la controlada americana, que gestiona algunos clientes en Nueva York y
Washington. Desde el primer momento, la misión de esta empresa líder en torrefacción y servicios relacionados, ha sido apostar por la perfección del espresso italiano.
Hoy, al igual que hace cien años, se lleva a cabo una tostadura por separado de cada una de las
variedades, logrando fundir las dos almas de la empresa: la tradición artesana y la innovación tecnológica. «Importamos
directamente de los mejores cultivadores de café verde, planificando los abastecimientos
a largo plazo. Todo esto nos permite mantener estable y constante la calidad y
el sabor único de nuestro café», cuenta Luigi Zecchini, presidente del
Consejo de Administración de Filicori Zecchini.
En la escuela de
café. Crecer sin detenerse jamás. Con una obsesión constante por la calidad, ya que –como afirman en Filicori Zecchini– la atención por lo que acaba en la taza es máxima. «Nosotros suministramos un producto
semielaborado que debe ser manipulado de manera correcta en pocos segundos e
implica una complejidad de acciones. Nuestra atención se centra en garantizar la calidad en
este proceso», precisa Luigi
Zecchini. Es por ello que la apuesta por la calidad pasa también por la formación de quienes hacen el café en los bares, en los restaurantes, en lugares de encuentro, es decir,
no solo producto, sino relación, conocimiento, saber. Así pues, Filicori Zecchini ha
sido una de las primeras torrefactoras italianas en entender la importancia de
invertir en formación,
dando vida, hace veinte años ya, al taller “Laboratorio dell’Espresso”: se trata de un programa de formación profesional dirigido a todos sus clientes. En las aulas de
Laboratorio, hoy repartidas entre Bolonia, Milán y Nueva York, cada año los mejores bármanes profesionales enseñan las técnicas básicas de la cafetería a más de mil participantes en los cursos: se experimenta y se mejora. Técnicas básicas al igual que nuevas tendencias en servicios de cafetería, como el latte art (o arte
de la leche) y el café creativo. «Intentamos no
apartarnos de nuestra misión, fruto de la calidad en los abastecimientos y en la torrefacción del producto, pero nos consideramos no solo una empresa que ofrece
un café de alta calidad, utilizado también en el extranjero, sino además una guía para el cliente en este viaje a través del sabor. La formación es esencial. Tenemos una escuela con personal dedicado, aulas en
Italia y en el extranjero que se convierten en espacios físicos y virtuales donde estrechar y
fortalecer los lazos con el cliente, un acompañamiento continuo. Hemos comprendido con
el tiempo que los servicios son fundamentales y, por tanto, acompañar a los empleados y gestores involucrados en los canales HORECA desde
la apertura a la gestión, se convierte en algo esencial. Todo esto es también una forma de salvaguardar el producto», dice Luigi Zecchini.
El café trotamundos. En 2009, Luca Filicori, nieto de Aldo
Filicori, creó la primera
franquicia. La idea era sencilla: combinar el estilo único del diseño italiano con el mejor café creativo,
ofreciendo un servicio de altísima calidad. Fue el comienzo de diecisiete importantes colaboraciones a
nivel mundial, desde Nueva York a Constanza, en Rumanía. Desde hace algunos años, la empresa
importa y distribuye más de 120 tipos de té procedentes de las mejores plantaciones de
China, Japón, India y Sri
Lanka. La pandemia, durante la primera y la segunda ola, ha sido una fase crítica, en la que el canal HORECA ha sufrido mucho,
al ser protagonista de las medidas más restrictivas. A
pesar de todo, se ha conseguido salir adelante con determinación, como cuenta Costanza Filicori. «Nosotros hemos
permanecido siempre abiertos, como planta, todo el equipo juntos nos hemos
puesto a la escucha del ramo. Lo hemos hecho apostando por nuestras personas,
porque consideramos que el capital humano es fundamental. Hoy estamos ampliando
nuestra base de agentes y vendedores para disponer de una densa red de
distribución, sin perder jamás de vista el producto y el servicio de calidad.
La proximidad es fundamental y, a pesar de este momento tan complejo, somos
optimistas. El optimismo forma parte de nuestro ADN. Después de todo, si no fuéramos optimistas, no podríamos hacer lo que
hacemos».
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