En
Bolonia nació una de las sociedades que introdujeron en Italia la profesión del
asesor. Se trata de Bonfiglioli Consulting, una empresa que cuenta con un
centenar de profesionales repartidos en 12 oficinas de todo el mundo y un
volumen de negocios consolidado de 9,5 millones de euros. Objetivo: ayudar a
las empresas a llevar a cabo proyectos de cambio. Para FARE Insieme, Giampaolo
Colletti entrevista a Michele Bonfiglioli, director ejecutivo de Bonfiglioli
Consulting
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Esta es la historia de
una empresa centrada en una profesión que, en tiempos de su fundación, en los
años 70, constituyó una innovación total en Italia. Un trabajo casi inventado
desde cero. Pero en esta historia se lee entre líneas también una nueva forma de
pensar el trabajo, porque el oficio del asesor, en aquella época parcialmente
desconocido y hoy esencial, permite escalar mercados y volumen de negocio. El
asesor es un aliado para directivos y empresarios, que escucha, aconseja,
sostiene. «Esa ha sido siempre la convicción de mi padre Romano, uno de los
primero asesores de Italia. En los años 70, en Bolonia, no había figuras
profesionales que se dedicaran a la asesoría. En cambio, mi padre, que nos dejó
en 2020, era curioso por naturaleza, le fascinaba el modelo empresarial de
Adriano Olivetti, y estaba cansado de la vida de empleado. Fue así que, en
1973, fundó esta empresa», recuerda Michele Bonfiglioli, director ejecutivo de
Bonfiglioli Consulting, una empresa que cuenta con un centenar de profesionales
repartidos en 12 oficinas de todo el mundo y un volumen de negocio consolidado
de 9,5 millones de euros. Hoy día, esta sociedad de asesoramiento ayuda a las
empresas a llevar a cabo proyectos de cambio. El objetivo: acompañarlas en su
crecimiento y afianzamiento en los mercados internacionales.
La centralidad de las personas. Pero lo
sorprendente en la historia de esta empresa boloñesa es su capacidad para
replantearse a sí misma constantemente, percibiendo los cambios y manteniendo
la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. «Hemos cambiado con el
tiempo, hemos crecido y hemos diversificado la oferta de servicios respecto a
nuestros comienzos, pero también nuestros sectores industriales de referencia:
empezamos con el sector de la automoción, cuna de la organización empresarial,
para luego extendernos a todo el sector manufacturero, incluida la industria de
alimentos y bebidas y las ciencias biológicas», precisa Bonfiglioli. Este
empresario de cuarenta y seis años, de formación científica pero amante de los
temas clásicos, llegó a la empresa tras varias experiencias de formación y
trabajo en el extranjero, entre Inglaterra y Estados Unidos. La enseñanza que
este ha sacado de sus orígenes es que al final el trabajo se hace con las
personas y entre personas y, por tanto, hay que valorizarlas, involucrarlas,
entenderlas. «Yo opto por un enfoque pragmático, concreto y relacional. Para
hacer que las cosas ocurran, hace falta que las personas se convenzan. La
centralidad de las personas es absoluta», puntualiza Bonfiglioli. Hoy la sede
central se halla en Casalecchio di Reno, una ciudad de cuarenta mil habitantes
situada en el área metropolitana de Bolonia. Luego están las sedes de Milán y
Padua, y en el extranjero, EEUU, India y Vietnam. El mundo de la asesoría es
amplio, diversificado, tiene varios matices, pero lo decisivo es atenerse a los
datos, guiarse por las cifras sin olvidar en ningún momento las contingencias.
«Es necesario entender siempre el beneficio práctico y real para los clientes.
Desde reducir la rotación de personal a mejorar el clima laboral, de los
resultados económicos al rendimiento externo: nuestra intervención debe aportar
a la empresa un cambio cuantificable», dice Bonfiglioli.
Presente y
futuro. Saber
anticiparse a los tiempos, con visión y concreción. La sociedad lanzó hace ocho
años la Lean Factory School®, una escuela de formación innovadora en
la que conocer de primera mano el fenómeno de la transformación digital. Una
manera de replantear la formación de etapa teórica a etapa dinámica y práctica.
«En le fondo, el saber hacer es lo que define el carácter emiliano y es el
pilar de la cultura organizativa del “ensayo y error”, un enfoque proactivo que
implica determinación, resiliencia y pasión. La pandemia ha constituido un reto importante para los servicios
que ofrecemos a las empresas. Hemos tenido que experimentar nuevas formas de
trabajo como la asesoría a distancia. Pero todo esto nos ha servido como campo
de batalla donde forjar nuevas ideas con las que ofrecer soluciones innovadoras
a nuestros clientes en todo momento. Conseguir gestionar imprevistos y
sorpresas es la clave ganadora para competir y crecer en los mercados volátiles
de hoy y de mañana. Este es además el rasgo que caracteriza a los italianos en
general. Es el factor de éxito clave en la organización de empresa a día de
hoy. Tradicionalmente, las estrategias de organización empresarial son de
matriz alemana, americana y japonesa, y están basadas en la planificación, la
claridad y la estabilidad. El reto es saber conjugar el rigor del método con la
flexibilidad y la capacidad de adaptación», precisa Bonfiglioli.
Pero hoy, para ser una empresa
de éxito, ¿qué es lo más cuenta: el capital humano, unas instalaciones
innovadoras, el sentido de comunidad y la cultura del valor de la empresa, o
alguna otra cosa? A Bonfiglioli no le cabe la menor duda: lo decisivo es el
enfoque individual, que se refleja en la comunidad de trabajo. «Un empuje
motivacional. Hay que ponerse metas
que supongan un reto pero que no sean imposibles. Nosotros somos socios de
referencia para empresas italianas que tienen una fuerte presencia
internacional. Estas –con cifras en volumen de negocio que van de 150 millones
a 2 mil millones de euros– son la espina dorsal del tejido industrial de
nuestra tierra. Para las empresas que forman parte de sus cadenas de suministro,
será importante subirse al carro de estos campeones nacionales, con una
perspectiva mundial, no solo italiana, apostando por la búsqueda de la
sostenibilidad, la inversión en digitalización y la atención hacia los jóvenes
talentos», concluye Bonfiglioli. Una vez más, lo que delinea las empresas del
futuro son las personas.
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