Tres
siglos de empresa, pasando de los pinceles de 1662 a los cepillos de 1962,
siempre marcados por la cercanía con el cliente. Este es el perfil de esta
empresa cuya sede central está situada en Casalecchio di Reno, en la provincia
de Bolonia. Para FARE Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Alessandro
Acquaderni, director comercial de Márketing y consejero de SIT
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
La historia que estamos
a punto de contar desafía la estadística, ya que, según estudios
internacionales, es bien sabido que solo el 0,8 % de las empresas sobrevive al
pasar de la cuarta a la quinta generación, pero en el caso de SIT, Società
Italiana Tecnospazzole, ese porcentaje de cero-coma-algo es la demostración de
que se puede trabajar con continuidad, capitalizando la propia trayectoria e
innovando constantemente. La sede central de SIT está situada en Casalecchio di
Reno. Aquí se halla también el Departamento Técnico y parte de los talleres de
producción. En ella trabajan un centenar de personas, las cuales contribuyen a
consolidar un volumen de negocio de 15,5 millones de euros. Su producto
estrella está en el nombre mismo de la empresa, puesto que SIT fabrica una gama
de cepillos técnicos e industriales, así como cepillos para herramientas
eléctricas (taladros, amoladoras, etc.). Y luego está el icónico cepillo
multiuso SPID, patentado en 1966 y vendido a lo largo de los años en más de
sesenta millones de unidades. La mitad de lo fabricado es especial porque se
hace a medida, la otra mitad, en cambio, está destinada al mercado minorista de
la herramienta. Sus ventas tienen Italia por meta en el 65 % de los casos y el
mercado extranjero va desde los Estados Unidos hasta Australia. Además, está la
planta de producción de Rumanía, donde trabajan 25 personas y en la que se
lleva a cabo una parte de la gama de productos estándar.
Una historia de siglos. En 2018,
la sociedad celebró los ciento diez años de la adquisición de la empresa por
parte de la familia Acquaderni en 1908. Pero su historia se remonta a siglos
atrás, con la producción inicial de pinceles de pintor para la escuela
pictórica de Bolonia, para luego pasar a los pinceles destinados a la
reconstrucción de Bolonia durante la posguerra y de nuevo cambiar en los años
60 y 70, llegado el momento de los cepillos industriales. Tres siglos en los
que se ha pasado de los pinceles de 1662 a los cepillos de 1962, pero la clave
ha sido en todo momento la cercanía con el cliente. Porque hay que centrarse en
las verdaderas necesidades, intentando entender sus exigencias. «El cepillo
SPID sirve para raspar, quitar pintura, limpiar barbacoas o eliminar el hielo
de los esquís y de las botas. Fue inventado por nuestro abuelo Pietro. Hasta
mediados de los años sesenta solo existía otro tipo de cepillo de mano, con el
dorso de madera. Fue revolucionario, ya que introdujo en el mercado un producto
ergonómico, y hoy ha alcanzado una penetración considerable. Solo el año pasado
vendimos más de dos millones de unidades», cuenta Alessandro Acquaderni,
director comercial de Márketing y consejero de SIT.
Innovación
continua y plural. Aquí se
respira innovación en la continuidad. El producto ha evolucionado a lo largo
del tiempo, pero sin crear fases disruptivas respecto a lo que se había ido
construyendo con los años. «Es por ello que, en nuestra opinión, se puede
innovar sin tener que romper con las raíces del pasado, con una transformación
constante que se respira día tras día», dice Acquaderni. Para este ingeniero de
treinta y tres años, con una licenciatura por la Universidad de Bolonia ya en
el bolsillo y un máster ejecutivo en Dirección de Empresas en Harvard entre
manos, la innovación es un rasgo cultural y una premisa esencial en todos los
ámbitos de la empresa: desde el trabajo de cada una de las personas a cualquier
proceso específico. Creatividad, sin duda alguna, pero sobre todo método. «El
producto tiene mucho estudio a sus espaldas, mucho trabajo en el Departamento
Técnico, mucha competencia y pasión», precisa Acquaderni, que junto a sus
hermanos Marco y Paolo, además del papá Andrea, está hoy al mando de la
empresa. Para llegar a la quinta generación, han individuado algunos rasgos
característicos. «El primero es la humildad, también en lo que respecta a
nuestras personas. Somos sinceros y humildes. Todo esto se refleja en los
productos que fabricamos y comercializamos, que no están drogados con campañas
de márketing o modas pasajeras», dice Acquaderni. Lo que triunfa en este reto
empresarial es centrarse en segmentos de excelencia. Pero para distinguirse, es
necesario apostar también por la investigación continua. «Hoy día llevamos a
cabo una labor de investigación con pequeñas evoluciones en el producto y sus
materiales y además mantenemos una excelente relación con la cadena de
suministro: si hay un proveedor que tiene una idea sobre un nuevo filamento, lo
probamos juntos. Esta es la pequeña evolución cotidiana, en la que también
participan nuestros clientes y socios», afirma Acquaderni. Gota a gota,
apostando por el equipo de profesionales, que hoy se amplía y va más allá del
perímetro de la empresa. Después de todo, solo así se ganan los retos del
mercado. En 2019, SIT puso en marcha un programa abierto de innovación con la
Universidad de Bolonia. «No todas las personas inteligentes trabajan para
nosotros, como es normal que sea, pero esta consideración, casi obvia y que concierne
a todas las empresas, nos ha empujado a abrir las puertas de nuestro
Departamento Técnico. En Bolonia tenemos la suerte de contar con un polo
universitario de excelencia y con Almacube, una rama de la Universidad de
Bolonia, hemos tomado parte en el programa Challenge Based Innovation
(innovación basada en retos). Esto nos ha llevado a colaborar también con el
CERN de Ginebra, centro de innovación número uno en el mundo. Para una pequeña
empresa como la nuestra ha sido un gran orgullo pensar que los investigadores
del CERN han trabajado en un cepillo hecho en Casalecchio», dice Acquaderni.
Prohibido pararse: en SIT han organizado una jornada de puertas abiertas con
varios youtubers que han desarrollado
talleres para clientes y artesanos en la empresa. Interrogarse sobre el futuro,
más allá de las cuotas de mercado y de la confrontación con los competidores.
«El reto es poner las bases para los próximos cambios interpretando nuestro
tiempo. Nuestros predecesores han sido vanguardistas a la hora de entender cuál
era el momento adecuado para pasar del pincel de pintor al industrial y luego
al cepillo industrial. De igual manera, nosotros tenemos que ponernos a la
escucha de nuestros clientes y del mercado», concluye Acquaderni. Esta es la
innovación continua que mira hacia el futuro.
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