Desde sus
inicios en 1986, representa una excelencia del sector del embalaje, llegando a
cubrir los mercados de todo el mundo. Desde Zola Predosa, la estrategia
ganadora entre mecánica y electrónica. Para Fare Insieme, Giampaolo Colletti
entrevista a Paola Dozza, socia y responsable del departamento comercial de
Pactur
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Si hay un elemento
distintivo de las empresas de excelencia de este triángulo de Emilia-Romaña
formado por Módena, Bolonia y Ferrara es el equilibrio estratégico entre ser
artesanal e industrial. La vocación artesanal se respira en las soluciones a
medida. La vocación industrial está en la internacionalización pionera. Esta es
la historia de Pactur, empresa de gestión familiar dedicada a la producción de
máquinas envasadoras para películas termorretráctiles, es decir, que pueden
comprimirse con el calor. La empresa nació en 1986 y desde sus inicios ha
estado enfocada a la exportación. Por ello no es de extrañar que sea más
conocida en el extranjero que en Italia. «Después creció también el mercado
nacional y hoy oscila entre el 30 % y el 50 %, pero la característica
desde el inicio ha sido la de vender en todo el mundo: desde Europa hasta
Sudamérica, desde Rusia hasta Australia y Extremo Oriente. En aquella época no
había una visión tan internacional, por esta razón fuimos pioneros», afirma
Paola Dozza, socia y responsable del
departamento comercial de la empresa Pactur. La estrategia ganadora ha sido la
multilocalización y el multimercado, eliminando los límites entre los sectores
y garantizando de esta manera la continuidad. «Hay que tener miedo cuando un
mercado toma el control porque podría resultar peligroso en caso de que las
cosas cambiasen. Por esta razón, nuestro volumen de negocio está compuesto por
tantos pedidos diferentes, todos importantes, pero ninguno fundamental. Por
otra parte, vivimos de nuestras fuerzas y de nuestras finanzas y, por tanto, si
no lo hiciéramos de esta manera no podríamos permitirnos una posible crisis de
mercado geográfica o sectorial», aclara Dozza.
El factor del tiempo. Para entender este
proyecto empresarial vinculado al sector del embalaje debemos trasladarnos a
Zola Predosa, localidad de veinte mil habitantes del área metropolitana de
Bolonia, enclavada entre la llanura y la colina, considerada como la puerta de
entrada del valle del Samoggia, a unos doce kilómetros de las dos torres de
Bolonia. Estamos en 1986 y la intuición de Andrea Turra, el fundador, fue dar
una respuesta concreta al animado distrito del embalaje, realizando máquinas
envasadoras de vanguardia. Todo comienza con el montaje, para llegar hasta la
entrega final del producto. La inversión inicial fue de cinco millones de las
antiguas liras italianas. Pero lo que marcó la diferencia fue el haber sido
precursores en el mercado, vendiendo una gran cantidad de máquinas manuales.
Todo ello ha permitido financiar la investigación sobre máquinas automáticas.
Un crecimiento constante, como decíamos antes. Unos años más tarde, en 1992
exactamente, la empresa adquirió la carpintería en Zola Predosa que cortaba y doblaba
chapa por cuenta de Pactur. «En aquellos tiempos era una estrategia visionaria.
Siempre ha sido y sigue siendo un gran trabajo en equipo. Aparte de Turra, otro
de los artífices de nuestro éxito fue Claudio Tondi, que en la actualidad sigue
siendo nuestro jefe de taller, a quien reconocemos el desarrollo de la
electrónica de nuestras máquinas Hoy, Pactur es un productor cien por cien made in Italy. La empresa da trabajo a
doce personas para un volumen de negocio de 1,5 millones de euros. Todas las
máquinas embolsadoras hacen el mismo tipo de embalaje, es decir, sueldan el
celofán que rodea al producto y, cuando es necesario, ajustan la bolsita al
producto, para formar una especie de segunda piel. Se debe ver el tiempo desde
la perspectiva de la continuidad y de la evolución. «La solicitud de máquinas
envasadoras ha cambiado con los años, con una concentración que ha cambiado de
las manuales y semiautomáticas a las automáticas y con la electrónica que hoy
tiene una importancia más estratégica», dice Dozza.
Orgullo
italiano. «Crear,
mejorar, respaldar»: con estas tres acciones se resume el cometido. «Significa
ser así de pequeños, pero teniendo grandes soluciones de vanguardia. Trabajamos
en un mercado donde los márgenes son limitados, por lo que debemos identificar
siempre soluciones con máquinas eficientes. Por esta razón, nuestro
departamento de prototipos del taller busca soluciones que sepan diferenciarse
del resto», puntualiza Dozza. El desarrollo del mercado ha multiplicado la
competencia, sobre todo en Extremo Oriente, y todo ello ha afectado al rango
más bajo, formado por las máquinas con las que nació Pactur. He aquí la vía de
escape hacia la electrónica que marca la diferencia. La innovación está
orientada a la simplificación, con la alta calidad italiana. Y para Dozza es un
orgullo escuchar a los clientes en las ferias que comentan la belleza y la
funcionalidad de nuestras máquinas, suponiendo que han de ser italianas.
También está la marca de toda la gama Pactur, que resume la filosofía. Es LadyPack
y se traduce literalmente como «señora máquina». «Es una expresión de
admiración que se dice cuando se ve algo muy bonito, refinado, de calidad. Se
dice asimismo de una “señora bicicleta” o de una “señora casa”. Es el producto
estrella», dice Dozza. Para ella, la pasión se ha mantenido intacta a lo largo
del tiempo. El futuro se compone de electrónica, sin descuidar la mecánica y la
carrocería, es decir, la estética que es el sello de la empresa. La máquina
puede embalar libros o bocadillos, pero debe ser bonita, para satisfacer todos
los requisitos del embalaje con modelos multiuso. El reto es el de fabricar
soluciones más eficientes y, al mismo tiempo, más versátiles que puedan envasar
productos de diferentes tamaños. Innovar siempre, detenerse jamás.
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