Nace en 1923 en Pavullo nel Frignano, Módena, y vive varias fases. La estructura ha sido ampliada y modernizada, con una renovación de las pistas de asfalto, de los hangares, de las instalaciones de acceso. El plan quinquenal concluirá en 2025. Para Fare Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Roberto Gianaroli, presidente de Aero Club Pavullo
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Esta es una historia que tiene casi un siglo de
vida y que contiene muchos tópicos narrativos, momentos difíciles y fases
apasionantes. El nacimiento, el éxito, la destrucción, la reconstrucción, la
participación de una comunidad con su voluntariado y con el apoyo de muchos
empresarios del territorio. E incluso el orgullo de una tierra que en este espacio,
distribuido en mil cuatrocientos metros de longitud y ochocientos de anchura,
hoy completamente renovado, siempre se ha reconocido. Por esta razón, la historia
del Aeropuerto de Pavullo va más allá de la definición de aeropuerto de montaña. Ciertamente, este espacio está situado a
seiscientos metros de altitud, el único del área de Módena y es uno de
los dos aeropuertos de montaña italianos. Pero en realidad es mucho más. Porque
es el aeropuerto que une a la industria emiliana, la verdadera puerta de
entrada al valle del motor italiano. Después de todo, en solo dieciocho
kilómetros se llega a Maranello y aquí se entra en el futuro.
Entre pasado y futuro. Pero vayamos por partes y retrocedamos a 1923: en ese año se
inaugura el aeropuerto, que pasó a ser Real Escuela de Vuelo en 1927 y fue
definido de forma oficial como Aeropuerto Civil Estatal en 1931. Estamos a dos
kilómetros al sur de Pavullo nel Frignano, de dieciocho mil habitantes y
segundo municipio más extenso de Módena. Hoy en día, el aeropuerto se utiliza
para la aviación general, es decir, aviación comercial y vuelos recreativos y
deportivos o para el ejercicio de funciones de protección civil y salvamento.
Desde su inicio, ha albergado la primera y más importante escuela de Italia de
vuelo sin motor: cuatro años después de su fundación, la escuela de Pavullo
comenzó a seleccionar a los futuros instructores de vuelo sin motor, los
especialistas civiles y militares y también a los llamados verricellisti, cuando del primitivo lanzamiento con elástico se
pasó al lanzamiento con cabestrante, una técnica de despegue pensada y
utilizada por primera vez en Italia justo aquí, en Pavullo. Después vino el
parón al final de la Segunda Guerra Mundial y la reanudación en los años
sesenta, gracias a una comunidad de paracaidistas cada vez mayor. En los años
noventa, se vuelve a fundar la escuela de vuelo sin motor con el lanzamiento
con cabestrante. A partir de 2003, se inician las labores de remodelación con
la nueva pista asfaltada, las plataforma para las aeronaves, las vallas, los
alojamientos, los servicios contra incendios y los distribuidores de
carburante. «Este aeropuerto ha vivido varias fases diferentes, pero aquello
que ha permanecido a lo largo del tiempo es el ser unas instalaciones
extremadamente identitarias», afirma Roberto Gianaroli, presidente de Aero Club Pavullo, que cuenta con un equipo formado por once empleados, entre
personal de tierra, de vuelo y de secretaría. Las instalaciones
han sido ampliadas y modernizadas, con una renovación de las pistas de asfalto,
de los hangares, de las instalaciones de acceso. Además del bar y del
restaurante, un espacio utilizado de modo poliédrico. El deporte siempre ha
sido un elemento característico: hoy, en este espacio operan dos sociedades
deportivas y una comercial (la que se ocupa de los carburantes). Hay cuatro
hangares presentes, el último de los cuales ha sido recientemente inaugurado.
El tercero, en particular, está dedicado al servicio de helicóptero de
salvamento. «Lo realizamos de conformidad con los estándares de calidad más
desarrollados: si hasta cierto momento los hangares eran considerados
exclusivamente elementos para proteger de la lluvia, el viento y el sol, hoy se
toman en cuenta, para estos espacios, otros parámetros como la temperatura
controlada y el coeficiente de iluminación. De esta manera, resultan agradables
para disfrutar de ellos y más eficientes para los medios modernos que tienen a
bordo mucha tecnología digital. Pudimos construir los dos últimos hangares
gracias a las donaciones de dos empresarios: las aeronaves se encuentran dentro
en condiciones de temperatura estándar que protegen a los instrumentos y
equipos de a bordo», dice Gianaroli.
El aeropuerto de la comunidad. De esta
experiencia empresarial se obtiene otro elemento principal: la participación de
los usuarios y la creación de una comunidad motivada y con fuerte sentido de
pertenencia. Este espacio representa un patrimonio histórico compartido. «Hay
una parte de nuestros usuarios que vienen de forma habitual con sus medios y
pagan una cuota fija anual más servicios variables, pero en realidad este
espacio es icónico, un referente para el territorio y sus ciudadanos desde
siempre. Somos el gran pulmón verde de Pavullo: con ocasión de la inauguración
de la carretera perimetral aeroportuaria, abierta al tránsito peatonal, ver a
más de mil personas que llevaban puesta la misma chaqueta y unidas en una
auténtica "serpiente humana" fue algo muy emotivo. En 2019, albergamos
el campeonato del mundo de vuelo sin motor. Hace unos meses celebramos los
ciento diez años del Aero Club d’Italia, con todo el mundo de la aviación que
vino a visitarnos; ha sido el reconocimiento de la capacidad operativa de este
territorio y de la calidad de la infraestructura. Pero el momento más
satisfactorio siempre llega mañana», concluye Gianaroli.
El plan quinquenal
concluirá en 2025. Se
potenciarán la pista de aterrizaje, las conexiones y el tráfico externo; se
construirá una nueva torre de control con las oficinas operativas; nacerá un
centro de servicios de recibimiento para los pilotos, una sala polivalente y se
crearán nuevas cocinas para el servicio de restauración; se dispondrán nuevas
plataformas y se completará la carretera perimetral aeroportuaria.
Una vez más, el aeropuerto
seguirá alzando el vuelo.
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