En
Emilia-Romaña, nació hace cuarenta años una empresa que se convirtió en líder
del MRO, es decir, Maintenance, Repair and Operations. Es la historia de Fervi,
un equipo de casi doscientos empleados y un volumen de negocio de 54 millones
de euros. ¿La receta para ganar? «Cuando se tiene una alta calidad de vida
gracias al territorio, este bienestar se transfiere al trabajo. Es una lógica
win-win». Para Fare Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Roberto Tunioli,
presidente y director ejecutivo de Fervi
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Hay un acrónimo detrás
del negocio de una empresa emiliana de excelencia y este es MRO, es decir, Maintenance, Repair and Operations. Esto
significa mantenimiento, reparación y operaciones. Se refiere a todas las
actividades necesarias para mantener las instalaciones y los procesos de
producción sin contratiempos. Construir, mantener y reparar. En resumen, servir
de la mejor manera posible al cliente con una gran eficacia operativa y con dos
elementos necesarios para la cadena del valor: comprar las cosas en el lugar adecuado y al precio adecuado. En el fondo, estas
acciones son la base de Fervi, empresa que nació en el lejano 1978 como
mayorista y que entonces solo trabajaba en el distrito de Módena. Pero en
cuarenta años, las cosas evolucionan: en la actualidad, el volumen de negocio
consolidado asciende a 54 millones de euros y la empresa cuenta con un equipo
de 180 empleados divididos en cuatro sociedades, una de ellas en Alemania. La
oficina central se encuentra en Vignola, localidad de veinticinco mil
habitantes en la provincia de Módena. El negocio está en un 70 % en Italia
y el 30 % restante de la cuota extranjera se registra principalmente en
Europa, pero sin contar con Inglaterra. «En nuestro sector, las medidas cuentan
mucho, puesto que los servicios son diferentes si se expresan en sistema
métrico, en lugar de en pulgadas o libras. Un cambio de esta unidad,
conllevaría la multiplicación de los almacenes. Por esta razón, los operadores
mundiales son también polos geográficos», precisa Roberto Tunioli, presidente y
director ejecutivo de Fervi, artífice del crecimiento exponencial de esta
empresa.
La empresa coach para el resto de empresas. Para
explicar la posición y, por tanto, el negocio, Tunioli hace referencia al peso
de la industria manufacturera italiana en Europa. «Somos la segunda nación de
la industria manufacturera de Europa y estamos entre las primeras diez del
mundo, por ello, hay miles de fábricas, talleres y laboratorios que dirigir.
Para ello, se necesitan competencias y, por tanto, personas cualificadas.
También se necesitan instrumentos de vanguardia y productos de mantenimiento. Somos una de esas empresas que ayudan
al resto de empresas a destacar. Las
ayudamos en el día a día del trabajo, cuando se necesitan mascarillas, guantes,
llaves inglesas, pero también equipos para los laboratorios de diseño o
simplemente taladros. Se puede decir que a día de hoy no existe una sociedad
italiana entre las diez primeras de Europa, posiciones únicamente ocupadas por
alemanes, ingleses y franceses. Aunque contamos con sesenta mil referencias en
el mundo, cuando compré la empresa hace diez años teníamos 2800», precisa con
orgullo Tunioli. Para este alto directivo emiliano, que ha trabajado durante
veinte años en el coloso Datalogic, la decisión empresarial, con la
correspondiente inversión de su propia liquidación, ha coincidido con la vital.
«Tenía ganas de estar más cerca de la familia y, después de veinte años de
tecnología e innovación, he apostado por un mercado maduro, pero con un gran
potencial», dice Tunioli. Por otra parte, en 2012, la empresa facturaba 10
millones de euros y tenía 20 empleados y, en diez años, el crecimiento, entre
el interno y las adquisiciones, se ha multiplicado por cinco. La receta está en
la inversión de más del 50 % de los beneficios en recursos humanos, en los
procesos de éxito ligados a la logística y a la internacionalización. Más
tarde, en 2018, llegó la cotización en la Bolsa de Milán. Pero el objetivo es
el de los inicios: ofrecer un servicio completo a la empresas. En el caso de
empresas medianas y grandes, se da el mantenimiento, mientras que, en el caso
de la asistencia a los artesanos, se vende también el producto necesario para
trabajar y, por consiguiente, para mantener en pie la actividad. De cualquier
manera, nos convertimos en coach de quienes hacen negocios. Una metáfora que
sostiene la prueba de los hechos: para trabajar día tras día se necesita una
formación constante, instrumentos adecuados, trabajo en equipo. Se estudian
máquinas y utensilios para la industria y la artesanía. «Nosotros no
producimos, pero hacemos scouting y buscamos las mejores cosas del mundo. Esto
permite la escalabilidad del negocio porque producir es difícil, pero aquí se
debe tener la habilidad, junto a la competencia de mandar a las personas
correctas del mundo, para elegir los productos y soluciones mejores. Es por
ello que nuestro ADN está formado por coraje y visión, es decir, saber a dónde
se quiere llegar para apostar por una prestación medio-alta en muchos puntos de
la cadena del valor», argumenta Tunioli.
El
distrito win-win. Hoy en día,
para tener éxito, el capital humano y el territorio marcan la diferencia.
Tunioli está convencido de que en este triángulo de innovación que se extiende
entre Módena, Ferrara y Bolonia, se encuentran esas características de distrito
únicas en el mundo: desde el embalaje y la automoción de Bolonia, a la cerámica y al sector biomédico de Módena, a la quìmica de Ferrara. «Es una conexión afortunada y casi
única en el mundo, preserva su unicidad, que va asociada a las personas. Todo
se comprende por la calidad de vida y nosotros estamos en un territorio
fabuloso. Después de todo, nuestras cuatro sociedades se sitúan entre Ozzano,
Spilamberto y Vignola, y también nuestra empresa en Alemania se encuentra en un
pueblo cercano a Düsseldorf. Cuando la gente come en su casa, los costes son
muy bajos, se desplazan en bicicleta y tienen un nivel de calidad social muy
alto. Todo ello se transfiere al trabajo. Es una lógica win-win», puntualiza
Tunioli. Se vuelve al distrito de hace décadas, que hoy resulta aún más contemporáneo.
Por otra parte, también por medio del contexto histórico, nos estamos
«desmetropolizando» y ello implica un alto valor social vinculado a la
comunidad. Pero esto no significa evitar los procesos de digitalización
avanzados. De hecho, todo lo contrario. El futuro está hecho de servicios cada
vez más inmediatos, diseñados a la medida de las necesidades de los clientes y
de un mercado en gran medida volátil. «Hoy buscamos ampliar los canales de
venta, ampliando los diferentes puntos de contacto con el cliente para la
transferencia del bien —cuenta Tunioli y continúa—. El objetivo es
estructurarse mejor, trazando el trayecto y mejorando. La transición digital
nos permite evolucionar y lo mejor para crecer es medir el rendimiento y el uso
efectivo de los productos». Porque digitalizar significa también simplificar el
trabajo diario.
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