De pequeño
taller mecánico surgido en los años 80, a empresa de alcance internacional en
la fabricación de tanques y sistemas de almacenamiento, transporte y
distribución del carburante, además de sistemas de control y gestión de
suministros. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Gian Lauro
Morselli, presidente de Emiliana Serbatoi
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Si hay un indicio por el que identificar
a las empresas de excelencia, las que componen el mosaico ganador del tejido
productivo italiano, este reside en la capacidad de saber leer antes que los
demás las señales, al principio débiles, luego cada vez más fuertes, del
mercado, esto es: intuir las revoluciones, que inicialmente se detectan en
pequeñas evoluciones. No se trata solo de genio y fortuna, sino de escucha y
estudio del riesgo y la oportunidad. En el fondo, es esa la historia de
Emiliana Serbatoi, una empresa de Módena que se ocupa de la fabricación de
tanques y sistemas de almacenamiento, transporte y distribución del carburante,
además de sistemas de control y gestión de suministros. Una empresa líder a
nivel internacional, que sin embargo arrancó en 1985 como pequeño taller
mecánico en el primer extrarradio de Módena. «Contando con la experiencia
anterior de mi padre Giancarlo, nos especializamos en el sector de los tanques
por gravedad, pero estaba claro que las normas iban a cambiar pronto y que los
procedimientos y modalidades en materia de carburantes iban a reglamentarse en
mayor medida», afirma Gian Lauro Morselli, la persona a la cabeza de la empresa
de familia creada en 1983 junto al padre, quien por entonces era carpintero
metálico. «Papá Giancarlo soldaba y montaba, mientras yo le echaba una mano,
pintando por ejemplo los tanques; pero sobre todo, gracias al ánimo comercial
que me caracterizaba, me recorría toda Italia en coche para proponer y dar a
conocer nuestros productos», recuerda Morselli, quien llegó a convertirse en
empresario con veintiún años, desde cero y con mucho trabajo a sus espaldas
sobre el terreno. No mucho después, las cosas iban a cambiar de verdad: con el
decreto ley de 1990, en efecto, entraba en vigor en Italia una norma más
estricta en materia de almacenamiento de carburantes. El objetivo: evitar daños
al medioambiente y, por tanto, garantizar la seguridad de todo tipo de
tanques. Pero por entonces la empresa se
había organizado ya para dar respuesta a los nuevos estándares a nivel nacional
e internacional.
Empresa de
alcance mundial. «Con el mercado italiano que no tardó en
saturarse, apostamos por la exportación, sobre todo a Europa, pero también
adentrándonos en varias otras regiones, como los Estados Unidos, Escandinavia o
Emiratos Árabes. Empezamos a fabricar tanques de distintos materiales, de
plástico y acero, y de todo tipo de tamaños, con el fin de diversificar la
producción», precisa Morselli. Una empresa global, pero con un fuerte espíritu
de identidad local, que tiene, pues, las raíces bien plantadas en el territorio
de Módena, pero con la ambición de poner la mirada más allá. No por nada, su
sede central de Campogalliano, a pocos metros del primer peaje de la autopista
A22, es una puerta abierta hacia Europa y, en el fondo, como una feria de
exposiciones para Emiliana Serbatoi, que se trasladó a esta sede, recientemente
ampliada, en 2001. Veinte años después, en 2021, su volumen de negocio ha
superado los 32 millones de euros, desmarcándose en casi 6 millones de euros
respecto a 2020. La empresa cuenta con una plantilla de cien personas. Además
tiene otra sede en San Donà de Piave, una ciudad de cuarenta mil habitantes en
el área metropolitana de Venecia. En esta se opera desde 2013 llevando a cabo
una parte de la producción, la dedicada a la fabricación en bruto de los
tanques de acero, que luego son acabados en la sede principal ubicada en la
zona de Módena, donde se instalan, por ejemplo, los grupos de bombeo.
El volumen de negocio generado en el
mercado italiano llega al 56 % del total, el resto de ventas se desarrolla en
los mercados internacionales: en Europa se concentra el 75 % de las ventas
efectuadas en el extranjero. «Nuestro cliente principal, desde nuestros
comienzos y durante los primeros quince años, era el clásico revendedor de
productos petrolíferos. Así que empezamos con los tanques para enterrar, pero
cambiamos mercado enseguida, apuntando también a los sistemas de suministro
para vehículos operativos, después con cisternas tanto de almacenamiento como
de transporte. Hemos intentado estudiar dichos sistemas, replanteando el
suministro en términos de seguridad con tanques tecnológicamente avanzados y
seguros, sobre todo anticontaminación. También en esta fase histórica tan
difícil, en la que la materia prima energética está por las nubes, nos
mantenemos con firmeza. Somos fuertes gracias a las decisiones tomadas en materia
de innovación en los años pasados», dice Morselli.
La
oportunidad de la economía circular. Vuelve
como una obsesión esa capacidad de adelantarse, de captar las señales de cambio
que, partiendo de las normas, reverberan sobre el mercado. Hoy cuenta todo lo
relacionado con la economía circular y la necesaria revolución verde por la que
el mercado de los transportes debe pasar. Un cambio histórico. «Nosotros nos
hemos adelantado a esta economía circular, apostando por materiales y procesos
sostenibles. Hemos afrontado el tema del medioambiente renovando ex novo el
tanque. Me refiero al polietileno verde, que adoptamos ya en 2007 y cuyo
empleo, en nuestro caso, ha llegado al 40 %», precisa Morselli. Acoger lo nuevo
que llega y que marca un cambio en la forma de trabajar. Bien lo saben en
Emiliana Serbatoi, en la que el cumplimiento de la normativa es total. Luego
está el factor digital. Y es aquí donde, con el fin de replantear las
plataformas de trabajo, los distintos departamentos se ponen manos a la obra, siendo
el Departamento Técnico su buque insignia. Pero cuidado: no se trata de una
búsqueda planteada como un fin en sí misma, sino que es puesta en relación con
la parte comercial y con las necesidades de los clientes. También esta
constituye la clave ganadora con la que desafiar a los mercados
internacionales, la fuerte competencia extranjera, y triunfar. Un trabajo
informatizado e integrado. Después de todo, el almacenamiento de líquidos, en
particular de productos petrolíferos y alimentarios, comporta seguridad,
calidad, control. Instalaciones innovadoras y capital humano. «Pero, si bien
siento que el cambio tecnológico es la única vía, no dejo de pensar que el
futuro es una mezcla entre la máquina y quien la enciende y la maneja»,
concluye Morselli. Una vez más, son las personas quienes marcan la diferencia.
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