Desde
Savignano sul Panaro, la historia de una empresa dulce como su gente. Corazón
emiliano y mercado mundial para esta empresa con un volumen de ventas de 23
millones de euros y que da trabajo a 90 personas: el 57 % es para el
mercado extranjero, y el americano es el segundo por detrás del europeo. Para
FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Massimo Toschi, presidente de
Toschi Vignola
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
«Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos». Así escribía Pablo Neruda. Pero, ¿y
si la primavera durase todo el año? ¿Y si en el fondo, la primavera pudiera ser
contenida en su esencia, incluso en espíritu, también para los largos meses
invernales? Es lo que han conseguido hacer en Toschi, empresa de excelencia que
llega a la tercera generación. Un icono del made
in Italy, conocida en todas partes por el procesamiento de la fruta y
mundialmente conocida por la guinda Toschi, la cereza y la fruta macerada en
alcohol, pero también por los siropes y licores típicos como el nocino y los
licores dulces. La calidad unida a lo artesanal y al territorio. «Tenemos
un vínculo indisoluble con nuestro territorio. Aparte de las cerezas, hacemos
el nocino, producto típico de Módena. También están las guindas, hermanas de
las cerezas. Así como las fresas que vienen de los Apeninos tosco-emilianos.
Trabajamos la fruta del territorio», cuenta Massimo Toschi, presidente de Toschi
Vignola. La sede central y de producción de treinta y cinco mil metros
cuadrados de superficie se encuentra en Savignano sul Panaro, pero hay también
dos filiales en el extranjero, en Estados Unidos e Inglaterra. Corazón emiliano
y mercado mundial para esta empresa con un volumen de ventas de 23 millones de
euros al año y que da trabajo a 90 personas: el 57 % es para el mercado
extranjero, y el americano es el segundo por detrás del europeo.
Una
historia de reinicios. Todo comienza en 1945, el año entre la guerra
y el reinicio, en lo que podría definirse como una nueva primavera del alma.
Estamos en Vignola, un pueblo emiliano de veinticinco mil habitantes con una
fama internacional. Estamos a los pies de las primeras colinas de los Apeninos
modeneses, a la entrada del valle del río Panaro, a veinticinco kilómetros de
Módena y a casi treinta de Bolonia. Un nombre que tiene en sí mismo una
referencia a la tierra. Porque Vignola viene del latín vineola, es decir pequeña viña,
referencia en la época romana a la elaboración practicada en los suelos
aluviales del Panaro. Una vocación agrícola que continúa intacta y que apunta
con la nariz hacia arriba, hacia los frutos de los árboles del cerezo.
Precisamente aquí, junto a esa vía Emilia que sabe a excelencia, nacen las
cerezas conocidas en todo el mundo. Justamente mirando estas cerezas tan
especiales —en estos lares la reina es la mora di Vignola—, Giancarlo y
Lanfranco Toschi tuvieron una intuición genial, que cambió para siempre sus
vidas: envasar las cerezas maceradas en alcohol para poder degustarlas todo el
año. «Mi
padre las vio de todos los colores. Estuvo en la guerra, estuvo en Rusia, pudo
volver a casa por fortuna en el último tren, después se fue al sur de Italia y
volvió al norte después del armisticio. Viendo los árboles llenos de fruta que
se pudría pensó en montar una destilería. Después, en el otoño del 45, dejó el
trabajo y decidió transformar esa idea en empresa. De esta manera, en invierno
se destilaba y después en primavera se hacía el sirope», recuerda Toschi. De Vignola, pero la vista estuvo
puesta desde el inicio en la exportación. «Ya en los años 50 participaba en las
ferias. Mi padre hablaba alemán y eso ayudaba porque en Alemania se volvía a
abrir y, por tanto, apostamos por la internacionalización antes que el resto», dice
Toschi. Desde los inicios, ha corrido mucha agua bajo el puente. Hoy están en
la empresa los hijos de Massimo Toschi, que adquirieron experiencia en el
extranjero y han vuelto para guiar el futuro. Stefano, director ejecutivo,
nacido en 1979. Francesco, director ejecutivo, nacido en 1981. Y, por último,
Susanna, nacida en 1986, miembro del consejo de administración.
Bajo
el signo de la investigación.
A lo largo del tiempo, la empresa ha ampliado en gran medida la gama de
productos que hoy van desde la fruta macerada en alcohol a los licores:
Fragolì, Mirtillì, Nocino di Modena Toschi, Nocello, Lemoncello. Y luego va
desde los siropes a los semiprocesados para pastelería. También está la heladería
con la guinda confitada en sirope, el topping
para decorar, las bases para helados y hasta el vinagre balsámico de Módena
IGP. Pero el objetivo siempre ha
sido el mismo desde hace décadas: ofrecer al mercado productos de calidad
respetando la tradición y el territorio. No dormirse nunca en los laureles, o
en los cerezos, podría decirse. Porque en el ADN de la empresa están las ganas
de experimentar continuamente, buscando nuevos caminos que satisfagan al gusto.
Por ello, en 2020, nace la inversión en una empresa emergente dedicada a
producir semiprocesados para heladerías, todo con productos naturales. También
está la investigación, que trata de comprender las nuevas necesidades del
mercado. Toschi Vignola ha realizado la nueva línea de siropes sin azúcar
Zero+: además de no tener gluten, tener zumo de fruta de agricultura ecológica
y no tener aromas artificiales, estos productos tienen también el certificado
Vegan Ok. Nuevos caminos aún de nicho, pero para experimentar. Porque se puede
ser guardianes del tiempo, pero también intérpretes de la contemporaneidad. «Somos una
empresa histórica, pero debemos mirar al mercado para responder a las nuevas
tendencias de consumo. Hoy se presta una atención particular a lo ecológico y
los productos sin azúcar, y nosotros somos la empresa que, en los últimos dos
años, ha registrado el mayor crecimiento en el mercado en la categoría de los
siropes sin azúcares añadidos. Es necesario saber leer esta complejidad», precisa
Toschi. ¿El momento más satisfactorio? La recuperación de la empresa,
cedida en 1986 y comprada de nuevo en 1993, y la entrada en la empresa de mis
hijos, que aseguran la continuidad de la empresa familiar. Por otra parte, el tiempo lo pone todo en su
lugar. El pintor y poeta japonés Kobayashi Issa escribía: «Las flores de cerezo
en la tarde. Incluso hoy se han convertido en ayer».
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