En los alrededores de Bolonia,
nace una empresa ligada a la mecánica de precisión que replantea la forma de
trabajar. Creación conjunta con los clientes, habilidades interpersonales,
industria 4.0: la empresa
registra un volumen de negocio de 9 millones y cuenta con una plantilla de 52
personas.
Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Alessandro Lupi, director
ejecutivo de Primamec
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
¿Cambiarías de vida? Con
esta pregunta tan sencilla, y sin embargo tan difícil de responder, una noche
de hace seis años dio comienzo un nuevo capítulo profesional para Alessandro
Lupi, ingeniero mecánico y mánager de larga trayectoria, que desde 2017 ha
pasado a ser director ejecutivo de Primamec. Fue un amigo quien le propuso el
cambio de vida, a él y, en el fondo, a la empresa. Pero se trata de un cambio
bajo el signo de la continuidad, pues la historia se capitaliza y se convierte
en gasolina con la que poner en marcha nuevos proyectos, ideas innovadoras,
soluciones impensables. Y, a fin de cuentas, reescribir capítulos nuevos. Nos
hallamos en Funo, una pedanía de Argelato de cinco mil habitantes situada en el
área metropolitana de Bolonia, muy cerca de Bentivoglio. Aquí es donde está
ubicada Primamec, empresa mecánica fundada en 1971 como fruto de la visión de
Gianni Ricci. Por aquel entonces se llamaba Torneria Automatica Gianni Ricci y
se encargaba del torneado en trabajos de mecanizado, llevando a cabo piezas de
precisión bajo pedido. Tamaño artesanal, pero crecimiento constante con la
innovación por bandera. Tal vez esta fue la receta ganadora al principio, al
igual que en lo sucesivo, para ampliar la cartera de clientes, integrada por
empresas de excelencia en los sectores de la hidráulica, la automoción y la
maquinaria de movimiento de tierras y agrícola. La segunda vida de la empresa
empezó en 2017, con el cambio de propiedad y con una misión encaminada ya a la
obtención de resultados de primer nivel: diferenciar la oferta, ampliar los
acuerdos con los clientes, mejorar los sistemas de gestión, apostar por la
internacionalización. En fin, un salto en la gerencia en una empresa con raíces
familiares. Esta
registra hoy un volumen de negocio de 9 millones, cuenta con una plantilla de
52 personas –que en 2017 eran una treintena– y un 12 % de su actividad se
centra en la exportación. «Me encontré
con una empresa firme y hecha de profesionales competentes y apasionados.
Ricci, con los años, la llevó de 0 a 5 millones de euros, una cifra relevante.
El equipo de personas que encontré sigue estando conmigo, tienen mucha
experiencia y me fío de ellas. Yo he aportado mis competencias. No sabía hacer
de empresario, pero siempre había trabajado para departamentos de operaciones y
producción e intuí que la automatización y la integración de los sistemas
informáticos podía ser la camino del éxito»,
precisa Lupi. Luego ha venido la industria 4.0, con ese empuje hacia la
digitalización y a ampliar miras. La empresa sigue fabricando todavía piezas
mecánicas de precisión por encargo: aún hoy la mayoría de productos requieren
labores mecánicas, pero también una serie de operaciones adicionales de
tratamiento, acabado y rectificación.
La fuerza del equipo. Más de
cincuenta años de experiencia en trabajos de mecanizado,
pero las personas siguen siendo el punto de partida, son las que marcan la
diferencia. Tal vez es justamente ese el secreto básico del éxito de uno de los
distritos más virtuosos del mundo, en este corazón del llamado ‘valle de los
motores’ que late de pasión. La fuerza del equipo se ve reflejada también en la
renovación de la marca. «Primamec nace
junto a las personas que lo integran, en una lluvia de ideas. Su nombre es el
resultado de una puesta en común. Ni siquiera era el que yo prefería, pero
ahora me gusta mucho y se pronuncia bien en varios idiomas», precisa Lupi. El valor añadido se obtiene
gracias a una red de proveedores especializados. Porque el producto se lleva a
cabo internamente, pero luego son las empresas de integración vertical las que
logran que sea de vanguardia en cuanto a tratamientos térmicos y a los acabados
especiales. Son muchas y forman un ecosistema ganador, reticular. La labor de
investigación está ligada al proceso, a la implementación idónea para el cliente.
«No hay un modelo único para todos, a
menudo nuestra actividad arranca precisamente con la involucración de los
clientes, ya que el objetivo final es llegar a la producción de serie», dice Lupi. De ahí la fase de diseño
conjunto, con momentos de intercambio de ideas entre los ingenieros de la
empresa y los clientes para lograr la máxima eficiencia en la producción y
reducir el coste del producto.
La
nueva idea de tornería.
Luego está la tornería, que es corazón de esta empresa: aquí hay más de dos mil
artículos diferentes, para una treintena de clientes, y cada año se producen y
mueven casi 10 millones de unidades. Una cifra relevante. Y sin embargo todo estriba en unos pocos
segundos en el marco del ciclo de producción. Entran en juego los detalles
relativos a la forma en que son manipuladas y cuidadas seguidamente cada una de
estas piezas. «No hay una máquina que haga siempre las mismas cosas. Cada vez
que se empieza una nueva producción, hay que ser capaces de normalizar el
proceso como es debido en una evolución continua. Hoy todas nuestras máquinas
están conectadas al sistema informático y disponen de un monitor de pantalla
táctil a bordo para efectuar la programación y los chequeos. También hemos
decidido aplicar la industria 4.0 en todas las máquinas de la empresa,
incluidas las que tienen más de veinte años», precisa Lupi. Aquí lleva tiempo
aplicándose un enfoque basado en las habilidades interpersonales, esenciales en
el trabajo de preparación. Además hay un nuevo concepto de responsabilidades y
liderazgo compartidos. Porque el modelo obsoleto de antes se centraba en la
figura del jefe de departamento o jefe de producción, y hoy en cambio se
trabaja en equipo. «A día de hoy, una de las habilidades interpersonales
más importantes para nuestras personas es la capacidad de adaptación, que
equivale a flexibilidad y que es lo contrario de la tornería, un ambiente donde
suele haber reglas estrictas e hiperestructuradas», dice Lupi. En Primamec,
pues, se trabaja de forma diferente. En una tornería, el componente tecnológico
y el humano trabajan con sinergia, pero este último sigue siendo fundamental,
pese a los intentos por incorporar la gestión de datos en un sistema complejo.
Es la persona la que guía la máquina. Y más aún el equipo. Después de todo, las
obras de arte, sin lugar a dudas, están hechas de detalles.
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