Un viaje a
través del coloso fabricante de aplicaciones para el control de calidad de los
procesos de producción. Esta empresa de corazón emiliano cuenta con una
plantilla de 3500 personas repartidas en 25 países y con un volumen de negocio
previsto de aproximadamente 500 millones de euros, destinando el 8 % de sus
recursos a I+D. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Alessandro
Strada, director ejecutivo de Marposs
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
Al comienzo, después de
Italia, el salto fue a Alemania. Luego a Suiza, Estados Unidos, Suecia,
Francia. En los años setenta, alcanzaron Japón, Brasil, España, Reino Unido.
Seguidamente, en los años ochenta, llegó el turno de China, Corea, México y
Austria. Para luego, en la década de 2000, desembarcar en India, Taiwan,
Thailandia, Vietnam, República Checa, Australia y Rusia. Repasando la historia
de Marposs – líder mundial en el abastecimiento de grandes fabricantes de
automóviles y en las aplicaciones para los sectores aeroespacial y energético,
así como los de la electrónica de consumo y de los recipientes de vidrio– es
verdaderamente como dar la vuelta al mundo. Porque los países antes mencionados
se han ido convirtiendo con los años en sucursales de una idea surgida en
Emilia-Romaña a principios de los años 50. En su sitio web van apareciendo las
imágenes de las sedes principales repartidas por los cinco continentes y tras
esos edificios iluminados por el sol, jóvenes mánagers llevan el timón y el
personal de Marposs desempeña su trabajo entregándose a la escucha de los
clientes y a la búsqueda de soluciones personalizadas e innovadoras. «A
nuestros clientes les damos esa calidad que contribuye a mejorar los procesos
de producción», cuenta Alessandro Strada, director ejecutivo de Marposs. La empresa fabrica una amplia gama de
productos, que abarca desde las piezas mecánicas para antes, durante y después
del proceso de fabricación, hasta los dispositivos de control de proceso y las
condiciones de las máquinas herramienta; desde las pruebas de estanqueidad para
todos los sectores industriales, a las líneas de ensamblaje y de control
automáticas. Hoy día, este coloso de la alta tecnología cuenta con una
plantilla de 3500 personas repartidas en 25 países, con un total de 80
oficinas. El volumen de negocio agregado previsto es de aproximadamente 500
millones, con una previsión de crecimiento del +20 %.
Procesos y flexibilidad. La sede
central se halla en Bentivoglio, un pueblo de casi seis mil habitantes en el
área metropolitana boloñesa, a unos diez kilómetros de Bolonia, en la porción
de llanura bañada por el canal Navile. Aquí hay tres plantas, situadas una
junto a otra, además de otros edificios de servicios, como el restaurante
interno y los centros de tecnología, entre otros. Se trata de casi 40.000
metros cuadrados rodeados por 30.000 de jardines. El taller de producción tiene
dos almas. Está el centro de fabricación de productos: aquí es donde se
realizan los estándar. Luego está el centro de producción de aplicaciones, en
el que se llevan a cabo los sistemas personalizados para integrar en las
plantas de producción de los clientes. «Operamos con los equipos más avanzados con
el fin de garantizar la calidad de nuestros productos. El ensamblaje de los
circuitos impresos se lleva a cabo en una línea completamente automatizada, con
sistemas optoeléctricos integrados que aseguran unos elevados niveles de
calidad, junto con un alto grado de flexibilidad operativa. Los ensayos se
efectúan mediante sondas móviles de escaneo, las únicas que logran garantizar
una fiabilidad elevada en las placas con circuitos integrados complejos»,
afirma Strada. La inversión en I+D constituye el 8 % de los recursos y es
asignada también a la participación en programas de investigación
internacionales. Aquí, producción rima con investigación y desarrollo, pues los
centros de fabricación operan de manera sinérgica con el Departamento de I+D y
con las tres divisiones comerciales. Automatización y flexibilidad operativa:
podrían parecer conceptos antitéticos, pero vistos en su conjunto, narran el
camino hacia la excelencia. «Hemos llevado a cabo veintiocho adquisiciones en
veinte años, ahora queremos crecer en los sectores de la electromovilidad, los
dispositivos biomédicos y la electrónica de consumo», precisa Strada.
Raíces
e internacionalización. Pero
para comprender la identidad de esta empresa tenemos que volver atrás en el
tiempo, a aquel 1952 que marcó el nacimiento de Marposs gracias al ingeniero
Mario Possati. Todo empezó con una patente: se trataba, en aquel entonces, de
un medidor electrónico para máquinas herramienta rectificadoras. Possati tuvo
la idea de los primeros equipos in
process, es decir, que permiten el control de las piezas durante las
labores de rectificación, ofreciendo una mejora en la calidad y en la cantidad
de piezas producidas por las máquinas. Diez años después, la inauguración de la
primera sucursal en el extranjero, concretamente en Alemania. Luego la llegada
a ultramar, a los Estados Unidos. Hoy la planta principal se halla en la
periferia de Detroit, capital americana del automóvil. Después, en 1970, el
desembarco en Oriente, creando desde cero la primera sucursal en Japón. A día
de hoy, Marposs está presente directamente con su organización de venta y
asistencia en más de 25 países y dispone de una red de agentes y distribuidores
en otros 10. «Este año celebramos nuestros primeros setenta años, es una etapa
importante. Con el tiempo ha permanecido invariada esa filosofía del
mejoramiento en el proceso. La calidad ha cobrado, desde el primer momento, un
cariz fundamental para cumplir con las normativas. Y aquí es donde se inserta
el aspecto innovador. Hoy la pieza mecánica la controlamos no ya tocándola
físicamente, sino haciéndole un escaneo que permite comprender, gracias al
autoaprendizaje de las máquinas, eventuales defectos de la misma. Entran en
juego, pues, técnicas de visión e inteligencia artificial para la que hoy se
denomina fábrica inteligente. En la actualidad intentamos ampliarnos en el
mercado, diversificando los sectores. Estamos siguiendo los cambios tecnológicos
y dedicamos inversiones de I+D a la transición relacionada con la movilidad
eléctrica. ¿Nuestro objetivo? Asistir a nuestros clientes en el camino hacia la
transformación digital», dice Strada. La fábrica conectada y sostenible, en una
palabra: inteligente, está mucho más
cerca de nosotros de lo que pensamos.
https://podcast.confindustriaemilia.it/
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