Un
recorrido por la empresa modenesa líder en diseño, fabricación y ensayo en los
sectores de la automoción y otros campos especializados, como el automovilismo,
la defensa y la automatización industrial, entre otros. HPE COXA registra un
volumen de negocio de 33 millones de euros y produce para clientes que en un 99
% se dedican a la exportación. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista
a Andrea Bozzoli, director ejecutivo de HPE COXA
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
«Nacimos en el lugar
apropiado y en el momento apropiado». Lo repite como un mantra Andrea Bozzoli,
director ejecutivo de HPE COXA, una joya emiliana en el corazón de la zona
conocida como el valle de los motores
italiano. La historia de esta empresa no podía sino estar ambientada en este
distrito de excelencia que el mundo nos envidia y donde, desde siempre, el mejor
capital humano se funde con lo mejor del conocimiento tecnológico en el sector
del automóvil. Aquí hay una comunidad profesional en la que predominan
ingenieros e ingenieras. En HPE COXA son nada menos que doscientos treinta en
una plantilla de trescientas personas. Y muchos otros que entran cada año
gracias a los lazos que la empresa mantiene con esos otros distritos, los del
saber, que son canteras de talentos.
Pero esta historia va también más allá del perímetro tradicional de la
ingeniería. Porque en este caso se habla de experimentación, innovación, futuro
sostenible y digital. El camino emprendido por esta empresa de Módena,
especializada en diseño, fabricación y ensayo en los sectores de la automoción
y en otros campos específicos, es a menudo empinado, pero lo andan
rigurosamente en grupo y a toda velocidad. Un camino superequipado con las
últimas tecnologías, las penetrantes y sostenibles, y con una producción de
precisión. Porque el futuro ha de ser mejor que el presente. «Operamos en un sector
difícil, en el que la contribución del hardware es realmente importante. El
sector de la automoción es el campo más complicado del mundo: las barreras de
entrada y de salida son muy altas y sin inversiones no es posible fabricar
automóviles. Luego están las normas en materia de seguridad activa, pasiva y
medioambiental, así como el ciclo de vida del producto, drásticamente reducido.
Pero el hecho de estar en este distrito, donde se fabrican productos con un
nivel muy alto de prestaciones, es importante. Tenemos suerte de estar aquí
porque aún se respira en gran medida el trabajo en equipo», dice Bozzoli.
Alianzas ganadoras. Y el trabajo en equipo
pasa por las alianzas. En el fondo, así es como nació HPE COXA, que cobró forma
hace trece años, fruto de la iniciativa del ingeniero Piero Ferrari, hijo del
fundador de Ferrari. La idea era completar la oferta de HPE, una empresa de
diseño que este había creado en 1998, con la selección de una sociedad joven y
dinámica. De ahí, en 2010, la adquisición de COXA, que llevaba en el mercado
veinticinco años. Una operación en la que todos salían ganando, o win win, por usar ese anglicismo que es
ya parte de la jerga empresarial. Hoy día, HPE COXA registra un volumen de
negocio de 33 millones de euros y produce para clientes que en el 99 % de los
casos exportan. Se apuesta por la tecnología –ensayos de motores, impresoras 3D
para materiales metálicos, software de cálculo– y sobre todo por las personas.
«Por un lado, están las jóvenes ingenieras e ingenieros, talentos que han
crecido sobre todo en el cauce de la relación con la universidad. Por otro,
están las personas “veteranas”, aquellas que tienen experiencia sobre el
terreno, que son reclutadas para marcar el camino, ofreciendo su valioso bagaje
de experiencias», precisa Bozzoli. Es de esta alianza, de corte transversal
entre generaciones, que nacen los proyectos más bellos. «Estamos organizados en
tres áreas de negocio y nos centramos en el desarrollo del producto. Intentamos
también imaginar el futuro: nuestra última unidad de negocio se llama Evo y
está dedicada al campo de la electrificación y de la inteligencia artificial»,
dice Bozzoli. Producciones de valor para segmentos extremadamente
especializados que apuntan también al sector de la defensa, en el cual se
trabaja para un coloso totalmente italiano como es Leonardo. Luego está la
transición energética, con un modelo de negocio que evoluciona siguiendo las
dinámicas de un mercado en fase de cambio.
La
gente por encima de todo. Pero
fijémonos en las personas, que son las que marcan la diferencia. En HPE COXA,
el equipo es joven y la edad media es poco superior a 30 años. Ello es debido
también a los lazos con las universidades. Entre ellas está Unimore, de Módena
y Reggio Emilia, así como las de Florencia, Pisa y Perugia. La Universidad de
Bolonia ha constituido la escuela de alta formación Mekané, para la que la
empresa es la única comitente. Teoría y práctica unidas indisolublemente: el
plan de formación con el ateneo boloñés conjuga, por un lado, la formación en
aula y, por otro, unas prácticas de dos años. Se buscan jóvenes ingenieras e
ingenieros. Incluso en los tiempos inciertos de la pandemia y con un mercado
volátil, la empresa ha llevado adelante el plan “Progetto 100”, con la entrada
de jóvenes recién graduados. «No disponemos de una academia interna, sino que
hemos decidido acudir a los centros de saber. El paso siguiente con las
universidades ha sido crear dos laboratorios de inteligencia artificial y
sistemas electrificados, interceptando las dos grandes tendencias de la
electromovilidad y las aplicaciones relacionadas con la IA. Pero es en los
momentos de crisis cuando hay que invertir, y para hacerlo hacen falta
capacidad económico-financiera y mucha valentía. Desde el primer momento nos
hemos concentrado con convicción en los motores endotérmicos de altas
prestaciones y ahora los asociamos a los motores eléctricos. Lo hemos hecho en
plena pandemia, con un eje de inversión destinado precisamente a realizar un
smart e-motor: un motor eléctrico inteligente. No solo es un producto, sino un
replanteamiento de la forma en que este motor debe ir alojado en el vehículo»,
concluye Bozzoli. Hoy, en esta nueva línea relacionada con la transición
energética trabajan 32 ingenieras e ingenieros: se trata de proyectistas y
profesionales de la experimentación y el cálculo. Del medioambiente se pasa a
la tecnología. Porque los datos se convierten en aliados. «Somos una empresa de
profesionales de la ingeniería, pero también de la informática y de la
matemática. Hoy aplicamos la inteligencia artificial a los procesos de
producción y a los productos con el fin de mejorarlos. Lo hacemos colocando
sensores con el fin de adquirir datos que sirven para proporcionar información
a los modelos matemáticos», dice Bozzoli. De esta forma, antes de que llegue la
anomalía, llega una señal. Y los datos predictivos mejoran el producto y
satisfacen a los clientes. Este también es un punto de partida para crear el
futuro.
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