Il Nostro Team
Comunicazioni tecniche
Eventi
Fare News
Imprese Associate
{{ fifthTitle }}

FARE INSIEME - Ep. 55 - Marchesini Group, esa firma italiana en el mundo

«Lo nuestro es la personalización y la flexibilidad: divertirse trabajando es la clave del éxito»

23/05/2022

Vai al podcast.
 

Perfil de la empresa emiliana líder en el sector de las máquinas automáticas y una de las cuatro más importantes del mundo. «Este trabajo abre nuevos horizontes. Todos los días tenemos algo diferente que hacer y que aprender». Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Maurizio Marchesini, presidente de Marchesini Group

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero

Tiempo al tiempo. Sin prisa, pero sin pausa. O, como lo llaman hoy, resiliencia, una palabra tomada de la metalurgia. Porque las obras maestras están hechas de detalles y los retos se afrontan paso a paso, ladrillo a ladrillo. Exacto: si hay un factor que marca la diferencia a la hora de contar la historia de Marchesini Group –líder mundial en el sector de las máquinas automáticas, una empresa exitosa enraizada en Emilia Romaña pero capaz de escalar mercados, interés, volumen de negocio– reside precisamente en el tiempo. «El factor tiempo es esencial porque una historia de éxito hay que construirla gradualmente. Es un conocimiento que se estratifica gradualmente. Tengo interés por las empresas emergentes, pero el tiempo es algo relevante y sin embargo hoy a menudo todo se hace al revés», cuenta Maurizio Marchesini, presidente de Marchesini Group, un coloso del sector de las máquinas automáticas y uno de los cuatro líderes mundiales en el sector del envasado. Nos hallamos en Pianoro, un pueblo de casi 20 mil habitantes en el área metropolitana de Bolonia, rodeado de la vegetación del Parco dei Gessi que cruza los Apeninos, antiguamente una ruta de comunicación privilegiada entre la ciudad de las Dos Torres y Florencia. La idea empresarial nació de Massimo Marchesini en 1974, cuando este decidió fabricar en un garaje su primera confeccionadora de estuches. «Mi padre trabajaba en un local no muy tan grande al otro lado de las vías del tren. A menudo me pregunto cómo hicimos al principio para trabajar diez personas metidas allí dentro», dice Marchesini. Pero también en este caso la respuesta reside en el factor tiempo, pues en aquella época uno se ponía a trabajar por su cuenta después de haberle dado muchas vueltas a su idea. Hay que construirse con calma una determinada idea de empresa y de mundo. «Mi padre había estudiado en el conocido Instituto Aldini Valeriani durante los primeros años de la posguerra y fue el primer empleado de un señor que trabajaba de proyectista y que se había formado en el Acma, la escuela de la que salieron todas las empresas de automatización de la provincia de Bolonia. De hecho entró como joven aprendiz (a fare il cinno, como se dice en Bolonia), formándose en una empresa que todavía hoy existe. Eran además los años del sindicalismo duro, de la tensión social dentro de las fábricas. Salió de aquella empresa contándonos dos cosas: una gran mentira y una gran verdad: “seremos pocos, cinco o diez como mucho”, “haremos un trabajo que nos divertirá siempre”. Y en eso tenía razón, porque este trabajo abre nuevos horizontes. Todos los días tenemos algo diferente que hacer y que aprender», dice Marchesini.  

Primero las personas, luego los productos.
Aquí se diseñan y fabrican máquinas y líneas personalizadas para el envasado de productos farmacéuticos y cosméticos. Una empresa glocal con las raíces bien plantadas en el territorio y una fuerza internacional extraordinaria, determinada sobre todo por el capital humano. Después de todo, Massimo Marchesini tuvo desde sus inicios la cabeza metida en el mundo exterior: de ahí que la primera máquina naciera para Italia, pero ya la segunda acabara en Francia. «Tal vez era un destino inevitable: quien ejerce este oficio sabe ya que tiene que viajar por el mundo y en estos años lo estamos haciendo de manera más consciente con nuestras sucursales en el extranjero», cuenta Marchesini. Hoy la empresa tiene un volumen de negocio consolidado de 490 millones de euros y presenta un crecimiento del 9,1 % generado en un 76 % por el mercado internacional, sobre todo Europa, China y América Latina. El equipo cuenta con 2.500 colaboradores, de los cuales más de 800 están en la sede central de Pianoro. «Somos fabricantes no de hi-technology, sino de medium-technology. Esta industria nuestra necesita personas capaces, no producto. Nuestros colaboradores, graduados universitarios o de secundaria, vienen todos del mundo técnico. Dentro de la empresa hemos creado una academia que funciona con un planteamiento de formación continua, porque concierne a todos, sin excepción», dice Marchesini.  

La cadena de suministro del packaging valley.
El rasgo distintivo de este modelo de empresa es el típico del packaging valley, el distrito del envasado de Emilia Romaña. «Nuestras máquinas tienen por competidor principal el mercado alemán. Luego hay también otros centros de producción en Francia y en América, pero son todavía pequeños. También centros de producción chinos e indios, pero es un mundo totalmente distinto. La característica principal como mercado italiano es esa flexibilidad operativa que significa adaptación al mercado y a las exigencias del cliente». Se trata además de una organización industrial diferente, pues se trabaja con una cadena de suministro de excelencia ligada a la cadena de valor: empresas competentes y activas. Para Marchesini, todo esto permite ser más flexibles, más resilientes y con una tensión financiera o laboral repartida a lo largo de toda la cadena de suministro. «Llevamos a cabo la fabricación totalmente en Italia, desarrollando el diseño por cuenta propia. Una vez adquirida una sociedad, no cambiamos su sede, ya que en nuestro mundo la adquisición tiene que ver con las competencias y, si se mudan las fábricas, se marchan también las personas y se pierde valor», dice Marchesini. Esa es la fuerza del distrito reticular, no solo geográfico, con competencias más allá de Emilia Romaña. Pero hay dos elementos que caracterizan esta joya de la mecánica: las inversiones van encaminadas a convertirse en proveedores de líneas completas de envasado, lo cual se manifiesta en ese gran carácter unitario, el diseño en común, la adopción de softwares integrables e interoperables, el empuje tecnológico con la aplicación de tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial a las máquinas robóticas industriales; y, por otro lado, la labor de investigación es omnipresente y afecta a toda la empresa, invirtiendo aproximadamente el 30 % del volumen de negocio en I+D. En cuanto a IA, en cambio, se apuesta por alianzas y adquisiciones de empresas emergentes. Marchesini está convencido de ello. «La IA nos permitirá hacer cosas inimaginables, pero reside en la capacidad humana de elaboración, en las intuiciones de jóvenes que abren nuevos caminos en la innovación. La digitalización la damos por sentada, hemos entrado ya de lleno en este mercado y estamos intentando entender qué ventajas nos podrá ofrecer. No es una oportunidad sino una obligación y cuanto antes entremos en ella, mejor será el futuro». Llegar primero, pero de manera consciente. Ladrillo a ladrillo.

https://podcast.confindustriaemilia.it/

Leggi le altre interviste

 

Altri Articoli di Fare news