Un rechazo al proponer la realización de su idea le empujó, en 1966, a abrir su propia empresa. Y en poco tiempo, esta se convirtió en líder mundial por la calidad y la precisión de sus máquinas automáticas de dosificación y envasado para la industria farmacéutica y cosmética. Pero para MG2, todo empieza en un pequeño garaje de Bolonia y acaba alcanzando todos los rincones del mundo. Para FARE Insieme, Giampaolo Colletti entrevista a Ernesto Gamberini, fundador de MG2
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero.
Elmundo es pequeño para quien tiene grandes ambiciones. Sin duda alguna lo hasido para Ernesto Gamberini, emprendedor y pionero italiano. Para estediseñador e innovador boloñés, todo empezó con un rechazo recibido en eltrabajo y con su perseverancia a la hora de seguir adelante, contra todo ycontra todos. Porque Gamberini, con un título de formación profesional en campotécnico en el bolsillo, se puso a trabajar desde los 17 años, y durante 12,nada menos, como empleado de una sociedad boloñesa llegando a ser jefe deproyectos: ahí es donde empezó a diseñar máquinas para el llenado de cápsulas.Se trataba de máquinas tradicionales de movimiento alterno, con una velocidadmáxima de 25.000 cápsulas por hora. En aquel entonces, las máquinas más veloceshacían, la que más por la que menos, 15.000 o 20.000 cápsulas por hora. «Peroyo estaba convencido de que se podía hacer más y mejor. Solo que, dondetrabajaba, aquella idea me la rechazaron. Así que decidí realizar mi sueño pormí mismo, abriendo mi propia empresa». Un riesgo que tenía el sabor de unaapuesta, de inconsciencia, pero que, en el fondo, era un camino ineluctable enlos años de bonanza económica. Pues eso, el sueño que sabe a revancha. Todoempieza en la primavera del lejano 1966 para este entonces veinteañero y suidea innovadora. Y arranca en un garaje de pocas decenas de metros cuadrados,pero capaz de alojar una revolución. Nos hallamos en el primer extrarradio deBolonia, en el barrio Mazzini, a lo largo de esa calle Emilia Levante que yendohacia el norte llega hasta los pies de las Dos Torres. Desde ahí, Gamberinillegará a todos los rincones del mundo. «Cuando me puse a trabajar por micuenta, mi primer objetivo era realizarlo todo en breve tiempo. Al principiotrabajaba de día y ensamblaba de noche. El garaje tenía también un cuarto debaño y una cama plegable, porque ahí dormía. Pero pronto entendí que podía seruna revolución», recuerda Gamberini.
Ideas que patentar. Exacto, la revolución: aplicar a lasoperculadoras, por primera vez en el mundo, el movimiento de rotación continuaen sustitución del movimiento alterno. Este principio está ligado al míticomodelo G36, capaz de producir 36.000 cápsulas por hora. Una tecnologíapatentada y que ha cambiado completamente el modo de diseñar y fabricar estetipo de máquinas, llevando MG2 a convertirse en líder mundial. «Aquella apuestaarriesgada salió bien y les quitamos a los competidores potenciales un poco demercado, también a mis antiguos jefes, que nunca habían creído en aquella idea,salvo desengañarse después con los hechos», dice Gamberini. Al principio, estejoven proyectista involucró a un colega y a una tía suya como financiadores.Estamos muy lejos de los ángeles de los negocios e inversores de hoy. Despuésdel garaje, llegó la primera sede: una pequeña nave en la periferia de Boloniay ahí es donde Gamberini empezó a diseñar y fabricar máquinas automáticas parala industria farmacéutica. En 1967, MG2 procesó el primer pedido de unallenadora de cápsulas apta para la dosificación de productos farmacéuticos encápsulas rígidas: esta máquina cosechó un montón de éxito y se convirtió en elnegocio principal de la empresa. Innovación, fiabilidad, productividad,precisión: esa es la receta ganadora.
Trotamundos por vocación. Hoyla sede central se halla en Pianoro, en el corazón boloñés del llamadoPackaging Valley o valle del envasado italiano. La empresa cuenta con 175personas en plantilla, un volumen de negocio de 24 millones de euros y un 95 %en exportación a todo el mundo, sobre todo a los mercados europeo y americano.El objetivo principal sigue siendo el internacional. La presencia de MG2 en elextranjero se consolidó gracias a la filial de los Estados Unidos, MG America,situada en Nueva Jersey. Hoy la empresa, que ha llegado a su segunda generación(y con la presencia ya de la tercera), fabrica máquinas de hasta 200.000cápsulas por hora, controlando la calidad y el peso neto de cada una de ellascon rendimientos extraordinarios e inimaginables en el pasado. Y las máquinasduran por mucho tiempo. «Hacemos revisiones de máquinas que tienen inclusotreinta años. Siempre nos ha guiado la innovación y el producto marca ladiferencia. Pero la visión global del mercado es lo que nos ha permitidoescalar. Hemos pensado desde el principio en términos de mundo y no solo deItalia. Y todo esto desde 1966, el año de la fundación. No hay más que pensarque ya en 1967 participamos en nuestra primera feria en Alemania, en Frankfurt.Llevamos la internacionalidad en el ADN», concluye Gamberini. En el fondo, elsecreto es ese: pensar ya en grande y no dejar de creer en ello.
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