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FARE INSIEME - Ep. 62 - Roboqbo y la revolución en las cocinas de todo el mundo

«Así fue como los maestros pasteleros entraron en una empresa metalmecánica»

20/06/2022

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En Bentivoglio, Bolonia, se encuentra una empresa que ha rediseñado el trabajo de cocina y que hoy mira hacia el sector cosmético y farmacéutico. La historia de Roboqbo: una plantilla de 105 personas y un volumen de negocio de 14 millones de euros generado en un 68 % en el extranjero. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti entrevista a Giuseppe Malavasi, director ejecutivo de Roboqbo

di Giampaolo Colletti
@gpcolletti

Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero

¿Qué hace un pastelero entre decenas de trabajadores del metal e ingenieros? Es una pregunta que podría sonar absurda, pero su respuesta está en una empresa de Emilia-Romaña que siempre ha apostado por ideas geniales, innovación tecnológica, capital humano y maquinaria evolucionada. Y es una historia con final feliz, ese pastelero ya no está solo y en la empresa, que con el tiempo ha mudado de piel en pos de la innovación, hoy hay decenas de pasteleros. La historia de Roboqbo nace a finales de los años 90 y, como suele ocurrir, es una intuición sencilla, casi obvia, pero con consecuencias imprevisibles.  «Básicamente éramos una empresa de metalurgia e hicimos la locura de contratar a un pastelero», cuenta Giuseppe Malavasi, director ejecutivo de Roboqbo, empresa que hoy cuenta con una plantilla de 105 personas y un volumen de negocio de 14 millones de euros generado en un 68 % en el extranjero. La empresa nace en Bentivoglio, Bolonia, hace 44 años, dedicada en un principio a producir pequeños robots para la restauración: maquinaria para cortar perejil, cebolla, zanahorias. Con el tiempo, los modelos de máquinas se multiplicaron y la atención se centró en las diferentes necesidades del mercado. «Al final decidimos crear un aparato completo. La combinación de los elementos y de los dispositivos de la máquina nos hizo descubrir una cantidad y posibilidad de aplicaciones que no sospechábamos. Cuando nos dimos cuenta de esto, comenzó un trabajo de investigación y aunque tengamos un patrimonio de conocimientos gigante, aún hoy seguimos descubriendo nuevos conocimientos», precisa Malavasi. Sin detenerse. Porque la innovación es un proceso a menudo accidentado, pero inevitable. Y es maravilloso si se hace junto a un gran equipo.  

Historia de una visión.
Pero lo sorprendente de la historia de esta empresa es su capacidad de adaptarse a los mercados, de intuir la innovación y ponerla a disposición de una clientela cada vez más exigente. En un principio, la empresa propuso al mundo de la restauración un único modelo de cutter con cuchilla en forma de S para cortar verduras. Veinte años después, nace la primera línea de máquinas QBO-Universal Processing System. Fue una suerte increíble. Pero vayamos por partes. Todo nace en 1978: Giuseppe Malavasi, junto a su padre y a su hermano, conquista rápidamente el mercado con una serie de cutter profesionales, inicialmente de encimera, creados para la restauración y la industria alimentaria. Desde entonces se caracterizan por la alta calidad del material de fabricación y por una mayor automatización y eficiencia con respecto a las máquinas de la generación precedente. En 1997 empieza en la empresa el estudio de Qbo Universal Processing System, un sistema de transformación que revoluciona los procesos de producción. Una sola unidad capaz de llevar a cabo procesos que normalmente conllevan el uso de diferentes aparatos tradicionales. La empresa se transforma: nuevos departamentos, nuevas especializaciones, nuevos mercados de referencia. Los años pasan y en 2002 nace Roboqbo. De esta manera, la familia Malavasi decide renovarse: nuevo nombre, nueva marca, nuevos sueños. De ahí el encuentro con el maestro de los maestros pasteleros italianos, Iginio Massari. En 2017, los robots incorporan dispositivos de alta tecnología: conectividad, interfaz full HD sencilla e intuitiva, sistema de lavado con gestión de los productos limpiadores. La revolución en el sector de la alimentación llega también al cosmético y al farmacéutico. Si existe una palabra que resume mejor esta historia emiliana de experimentación y audacia es justamente Roboqbo. Porque esta también es la historia de un cambio de vida, con una trayectoria en el sector del metal puro que llega a la cocina y a la mesa. «El sector de la metalmecánica que entra en la cocina, al principio es como si un elefante entrase en una cacharrería. Después, con una atención máxima y un cuidado especial del cliente, se mejora. Hoy somos líderes en el sector del procesamiento de alimentos. Somos los únicos del mundo que hacemos esto. Y estamos orgullosos de ello», dice Malavasi.  

Personas y máquinas.
Ojo: para orientarse en esta historia debemos partir de un mensaje que contiene el manifiesto de la empresa: hacemos máquinas, pero no somos máquinas. Así dicen en Roboqbo. «Es un nombre precioso que nos ha traído muchísima suerte. No siendo gramatical, casi todos lo recuerdan y ya es distintivo. Pero hemos recorrido mucho para llegar aquí. Hoy somos capaces de servir a un gran número de clientes gracias a una gama de productos: desde máquinas muy pequeñas que procesan de uno a cinco kilos hasta máquinas de seis quintales por ciclo. Desde la pequeña empresa agrícola pasamos a la pastelería y después hasta los obradores intermedios asociados a las grandes industrias como Barilla, Saclà, Ferrero o Nestlè. El éxito está en la máquina, pero es necesaria una persona para ponerla en marcha. En el robot se mete la materia prima y se obtiene ya el producto. Hemos sido capaces de llevar la tecnología a los pequeños obradores con un sistema de trabajo extremadamente versátil y capaz de adaptarse a las diferentes necesidades de producción». Con los años, la empresa se ha especializado en la creación de robots capaces de llevar a cabo de forma individual un número de procesos que normalmente hacen diferentes aparatos: cocer, enfriar, concentrar, refinar y procesar al vacío. «Por otra parte, Roboqbo preserva la materia prima, resalta la calidad, revoluciona la productividad. Esa es la misión. Es un aparato que quiere ser universal, capaz de procesar decenas de productos y de efectuar decenas de procesos diferentes utilizando poquísimo calor y sin dejar trazas de su uso a nivel de sabor y propiedades organolépticas de las materias primas», puntualiza Malavasi. En la sede, los talleres se dividen por tema: hay seis, que se reparten en producciones industriales e industrias conserveras, procesamiento del chocolate, pastelería, heladería, gastronomía e incluso hay uno dedicado a la cosmética y la farmacéutica. En su interior también se encuentra la Aqademia QboSapiens, un espacio pensado como lugar de aprendizaje, diálogo y experimentación que ofrece cursos y talleres temáticos a nivel internacional. «Nuestro trabajo es un descubrimiento continuo y por esta razón está prohibido detenerse, ya que el tren de la innovación corre veloz», dice Malavasi. En la actualidad, en el equipo hay casi veinte personas diseñando el futuro: seis forman parte del estudio técnico y ocho cocineros de la empresa hacen las pruebas con los clientes, que informan de cualquier solicitud de mejora. Y a la pregunta sobre el futuro, Malavasi no tiene dudas. «Cada vez tendremos más sensores de control, procesos estratégicos e interfaces similares a los smartphones. Hace veinte años ya adoptamos los paneles táctiles para simplificar. Siempre hemos sido pioneros y valientes». He aquí la Apple made in Emilia para las soluciones tecnológicas en la cocina. Y desde la cocina ya está mirando hacia el futuro.

https://podcast.confindustriaemilia.it/

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