Surgió
de una intuición genial que rompió el estado de cosas del momento y lleva desde
los años 60 siendo una eminencia. Perfil del grupo Norblast, que junto a su
filial Peen Service, dedicada a la labor de investigación y desarrollo y con
más de 25 plantas de granallado para ofrecer servicios a terceros, cuenta con
una plantilla de 75 personas y un volumen de negocio que supera los 13 millones
de euros, de los cuales un 5 % es invertido en I+D. Además, desde 2000 ha
constituido una sociedad de participación con la empresa española Iparblast, a
la que ha transferido tecnología con la que ofrecer un servicio de granallado a
terceros en el mercado español. Para FARE Insieme, Giampaolo Colletti
entrevista a Remo Norelli, fundador de Norblast
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Photocredit: Giacomo Maestri e Francesca Aufiero
La madriguera del conejo
astuto tiene siempre tres salidas, reza un viejo proverbio chino. Y en el
fondo, la historia que estamos a punto de contar es un despliegue de esta
visión, porque ir contracorriente no es para nada fácil, pero cuando tienes
éxito es toda una satisfacción. La historia empresarial de Remo Norelli –genio
itálico y fundador de la que en más de cuarenta años de vida se ha convertido
en un coloso mundial en instalaciones de arenado industrial y granallado–
encierra, pues, ese ir contracorriente.
Intentarlo una y otra vez, incluso equivocarse, y al final, conseguirlo de
veras. Esta es la filosofía de Norelli, también condecorado en 2007 como Cavaliere del Lavoro, la orden de mérito
a empresarios de la República Italiana. Todo empezó en aquella Bolonia que
entre los años 60 y 70 se había convertido en uno de los polos de atracción de
la mecánica, parte de ese distrito de la región de Emilia Romaña que hoy es la
envidia del mundo entero. Pues en Bolonia, en 1977, nació Norblast. Y todo
comenzó con un pequeño garaje de ochenta metros cuadrados. Pero navegar
contracorriente, aunque pueda resultar agotador, en el fondo puede multiplicar
los espacios, las oportunidades, los negocios. Y así fue para Norelli, quien
puso en pie un nuevo proceso, el del arenado, cuyas características técnicas, o
la forma común de pensar de aquella época lejana, lo hacían pasar por
tecnología de segunda. «En aquel entonces se pensaba que arenando se
estropeaban las paredes o las carrocerías. Sin embargo el tiempo ha demostrado
que no era así. Para mí todo empezó con la experiencia acumulada en el sector
de las máquinas-herramienta de arranque de viruta. En aquella época era lo más
tecnológico que había en el mercado. Pero analizándolo, descubrí que había un hueco
en el campo del acabado de superficies, concretamente en el sector de los
moldes. De ahí empecé creando la primera máquina de pequeño tamaño dedicada al
acabado y al mantenimiento de los moldes para suelas de calzado. Ennoblecimos
un proceso que hasta entonces se consideraba vulgar, de poco contenido
tecnológico, de escaso control y altamente tóxico y contaminante. Abandonamos
el rentable sector de las máquinas-herramienta para dedicarnos exclusivamente a
la fabricación y comercialización de nuestras granalladoras», dice Remo
Norelli, fundador de Norblast, empresa de familia que tiene ya en campo a su
segunda generación con Francesco y Stefano Norelli, que se ocupan de la
organización de la empresa y de la parte comercial.
El crecimiento con los años. Pero cuidado
con pensar que todo iba a desenvolverse solo en Bolonia. De ahí a poco, el
viaje empresarial de Norelli iba a recorrer Italia y luego el extranjero,
acumulando kilómetros, esperanzas, proyectos. «Cuántos hermosos recuerdos de
aquellos años en los que con un pequeño camión cargado con una granalladora de
muestra me recorría la provincia de Ancona. En aquel entonces había una gran
concentración de fabricantes de suelas de goma. Cuántos kilómetros y cuántas
máquinas vendidas. El entusiasmo era tal, que aún teniendo ya en aquel periodo
un empresa en marcha en el campo de las máquinas-herramienta, decidí abandonar
ese sector, que me daba una seguridad económica, para lanzarme en cuerpo y alma
en esta aventura, con todos los interrogantes que conllevaba», precisa Norelli.
No se equivocaba, y el tiempo le iba a dar la razón también. En la actualidad,
el grupo Norblast cuenta con una plantilla de 75 personas y un volumen de
negocio que supera los 13 millones de euros, un 25 % generado en los mercados extranjeros.
Pero lo que marcó la diferencia fue la alianza con los centros universitarios.
Entre las colaboraciones destacan la efectuada con el Politécnico y la
Universidad de Milán, así como con las de Trento, Bolonia, Ferrara y Pisa. En
1989, llegaron las primeras instalaciones automáticas dirigidas al sector de la
moda para el arenado de los vaqueros y luego, al año siguiente, las específicas
para el sector de la cerámica, con el labrado decorativo de las baldosas de
gres cerámico. Y una vez más, a finales de los años 80, los primeros procesos
para el incremento de la resistencia a la fatiga de los metales. Pero lo que
determinó el crecimiento fue la labor de investigación. En 1990, en el fondo
una vez más como pioneros, en Norblast se apostó por los contratos de formación
en prácticas con la Universidad de Bolonia. «La empresa, en aquel periodo,
estaba formada por doce personas y contratar a un investigador con los costes
que ello acarreaba era una decisión audaz. Luego, en 1995, creamos el
Departamento de Investigación y Desarrollo: un centro de pruebas en el que
equipamos un área con varias instalaciones para tener a disposición de los
clientes; porque nosotros ofrecemos soluciones, no máquinas», repite como un
mantra Norelli. La importancia que el grupo da a la labor de investigación se
ve en sus balances: más del 5 % del volumen de negocio para probar a diseñar
las soluciones del mañana.
Presente y futuro. En
la actualidad, el coloso toca desde la automoción al sector aeronáutico,
alimentario, farmacéutico o biomédico, hasta llegar al sector del petróleo y
del gas y a la industria de los materiales compuestos y la fundición. «En los
últimos años, el mercado ha experimentado un crecimiento en el sector de la
fabricación aditiva y de las soluciones relacionadas con la industria 4.0. La
conectividad a día de hoy es decisiva: la instalación, de manera rápida,
sencilla e intuitiva, se conecta a los sistemas informáticos de la empresa y se
integra en los flujos de producción ya presentes gracias a un equipo de
especialistas en software que escucha y analiza las solicitudes específicas y
personaliza las soluciones a medida», dice Norelli. El futuro tiene la mirada
puesta en la reducción de los costes energéticos y de gestión y en la
salvaguarda del medioambiente. «Las instalaciones de granallado y arenado son
por naturaleza energívoras, al tener que emplear aire comprimido en grandes
cantidades para utilizarlas. Pero junto a Cubit, un empresa derivada de la
Universidad de Pisa, se ha puesto en marcha un proyecto de investigación
relativo al incremento de la eficiencia de una pistola nuestra de granallado»,
concluye Norelli. Una vez más, se mira hacia el mañana planteándose cuestiones
e intentando dar nuevas respuestas. Al fin y al cabo, ir contracorriente forma
parte de la naturaleza de los innovadores.
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