De Bolonia al resto del mundo:
una gran impulso a la internacionalización, pero con las raíces bien ancladas
en la comunidad emiliana. Este es el perfil de Bonfiglioli, empresa en la que
trabajan 4000 personas con un volumen de negocio que en 2021 ha batido el
récord de mil setenta y tres millones. Para FARE INSIEME, Giampaolo Colletti
entrevista a Sonia Bonfiglioli, presidenta y directora ejecutiva de Bonfiglioli
Riduttori
di Giampaolo Colletti
@gpcolletti
Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes. Esta máxima
de Star Wars llegó muchas décadas después, pero se adapta a la perfección a la
aventura empresarial de Clementino Bonfiglioli. En el lejano1956 este
jovencísimo innovador emiliano, huérfano de madre y padre, este último
fallecido en el último bombardeo de Bolonia durante la Segunda Guerra Mundial,
funda lo que entonces era a todos los efectos una empresa emergente, que con
los años se convirtió en un coloso de fama mundial. La formación es la técnica
ligada al mítico instituto técnico Aldini Valeriani, escuela de excelencia que
con los años formó a decenas de emprendedores que después forjaron la historia
del tejido productivo italiano. Pero en Clementino se intuye rápido que también
tiene una pasión desmesurada por todo aquello relativo a la mecánica. De esta
manera entra como diseñador en Samsung Ingranaggi, para después crear su propia
empresa junto a otros compañeros convertidos en socios empresariales. Eran los
años del milagro italiano, ese boom económico local hecho de intuiciones
geniales, experimentos valientes y una determinación obstinada. En el fondo,
había que reconstruir Italia ladrillo a ladrillo, idea a idea, empresa a
empresa. Para Bonfiglioli todo empieza en un garaje, representación plástica
del imaginario americano, pero que tiene mucho que ver con la innovación creada
en Italia y, sobre todo, en Emilia-Romaña. En este caso, el garaje se encuentra
en Bolognina, popular barrio junto a la estación de ferrocarril de Bolonia,
habitado sobre todo por esa clase obrera incansable y apasionada. «Papá comenzó
haciendo engranajes de recambio para máquinas agrícolas, también americanas. Se
trata de recambios relativos al mantenimiento. De la producción de engranajes
pasa a la caja de alrededor y construye los primeros reductores. Ya en el
catálogo número 2 está el reductor con el cambio de la máquina endotérmica
tradicional», cuenta Sonia Bonfiglioli, presidenta directora ejecutiva de
Bonfiglioli Riduttori, segunda generación de la empresa familiar, en la que
entró en 1992 y estuvo junto a su padre hasta 2010.
De Italia al mundo. Concreción y visión:
porque para Bonfiglioli su empresa debe tener las raíces ancladas en la
comunidad emiliana, pero con una fuerte vocación global. En los años sesenta se
traslada a Lippo di Calderara, a dos pasos del aeropuerto. «En el fondo, la
empresa ya estaba literalmente despegando y se puede decir que nacimos con
alas. Papá tuvo está visión internacional desde el principio: ya en el sesenta
aparecen los primeros catálogos en lengua alemana y después, en los años
sesenta, llega la primera experiencia de fabricación en España con la apertura
de las plantas de montaje y producción», recuerda Bonfiglioli. Hoy trabajan
aquí 4000 personas con un volumen de negocio que en 2021 ha batido el récord de
mil setenta y tres millones. La empresa comprende 20 filiales de venta, más de
550 distribuidores y 15 plantas de producción en todo el mundo. Entre estas, en
el extranjero están las de Alemania (dos), India (tres), Eslovaquia, Vietnam,
China y América. Se habla de coingeniería: los clientes entran en el proyecto,
desde la fase inicial a la de construcción y posteriormente a la prueba del
prototipo. Se trabaja para unidades diferentes que tienen en común la
transmisión de potencia para diferentes aplicaciones: está el área Construction & Wind para las
máquinas de movimiento de tierras, para el sector eólico y para el marino. Está
el Discripit Manufacturing y, por
tanto, la parte relativa a las transmisiones industriales. Después está la Robotica. La sede central actual es una
mezcla entre pasado y futuro, entre tradición y visión. Pero el elemento que
marca la diferencia es llegar antes que los demás. Por otro lado, Clementino
Bonfiglioli siempre repetía como un mantra: «forever forward», es decir,
«siempre hacia delante». «Vivimos una crisis en 2009, pero también representó
la oportunidad de evolucionar. Nos encontramos revisando el modelo de
producción que teníamos en Italia y apostamos por un enfoque integrado ligado
al digital. Lo conseguimos en 2016, como pioneros decidimos revisar los
procesos y la huella», precisa Bonfiglioli. He aquí el proceso integrado, que
une los puntos que permiten diseñar un departamento conectado dentro de la
empresa.
Formarse para ganar. Se
suele decir que los robots nos quitarán el trabajo. Pero el trabajo se rediseña
de acuerdo a los nuevos retos y aportando nuevas competencias. «Con Boston
Consulting hicimos un mapeo de las habilidades y después una previsión de
aquellas previstas y un proceso de formación que ha visto en la nueva planta
una media de formación de 200 horas al año. Un número increíble. Y también
invertimos en los nuevos talentos: hemos hecho un proyecto sobre robótica con
licencia con el Belluzzi de Bolonia», dice Bonfiglioli. En 2018 nace el proyecto
piloto Digital Re-Training. Asimismo, está Bonfiglioli Academy, una plataforma
que ofrece cursos a medida y la posibilidad de acceder a una biblioteca con más
de 16 000 módulos externos, disponibles también en versión móvil a través
de una aplicación. «El proceso de transformación no parte de la fábrica, sino
de las competencias. Y de acuerdo con el sindicato, la prima de logros de cada
operario está también vinculada a su trayectoria profesional de recapacitación.
En este caso, el concepto de «long life learning», es decir, de formación
continua esencial, se afronta con una lógica que motiva al empleado», concluye
Bonfiglioli. En un mundo que se transforma continuamente, el conocimiento es la
única inversión para crecer.
https://podcast.confindustriaemilia.it/
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